martes, 26 de agosto de 2025

 

CUANDO EL HOMBRE SE ENCADENÓ A SÍ MISMO

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

La historia de la humanidad es, paradójicamente, la historia de su libertad perdida. El hombre, que en sus orígenes caminaba libre por la tierra, sin dueño ni amo más que la naturaleza misma, poco a poco fue construyendo sus propias cadenas. En su afán de dominar el mundo, de asegurar su supervivencia y de conquistar el porvenir, terminó sometiéndose a estructuras que él mismo erigió: la propiedad privada, los Estados, las religiones organizadas, las ideologías, la industria y hoy, las tecnologías digitales.

Jean-Jacques Rousseau advertía que “el hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado” (Rousseau, 1762/2005, p. 15). Esta sentencia se ha convertido en un axioma que atraviesa los siglos. El progreso humano no ha sido lineal ni gratuito: cada conquista ha traído consigo nuevas formas de servidumbre. De las cadenas de hierro se pasó a las cadenas invisibles del miedo, la deuda, la obediencia, la rutina y la dependencia tecnológica.

Este ensayo reflexiona sobre cómo sucedió este encadenamiento, cuáles fueron sus etapas históricas y cómo hoy, en pleno siglo XXI, seguimos siendo esclavos, no ya de otros hombres, sino de sistemas creados por nosotros mismos.

1. EL PRIMER ESLABÓN: DEL HOMBRE LIBRE AL HOMBRE SEDENTARIO

En el inicio, el ser humano vivía en constante movimiento: cazaba, recolectaba y seguía los ritmos de la naturaleza. Su libertad estaba vinculada al desplazamiento y a la falta de posesiones permanentes. Sin embargo, con el descubrimiento de la agricultura hace unos 10.000 años, se produjo un giro radical: el hombre dejó de ser nómada para convertirse en sedentario.

Este cambio significó estabilidad y desarrollo, pero también fue el nacimiento de las primeras cadenas. La tierra pasó a ser objeto de propiedad, la acumulación generó desigualdad y la sociedad se organizó en jerarquías. Marx (1867/2008) señaló que en ese momento se abrió el camino hacia la explotación: quien controlaba los medios de producción controlaba también a los hombres. Lo que parecía libertad —el dominio de la naturaleza— se transformó en dependencia de un pedazo de suelo.

2. EL PODER Y LA RELIGIÓN: CADENAS INVISIBLES DE OBEDIENCIA

Con el tiempo, surgieron los grandes imperios y las religiones institucionalizadas. Estos sistemas ofrecían orden, sentido y cohesión, pero al mismo tiempo exigían obediencia absoluta. Michel Foucault (1975/2009) explicó que el poder moderno no solo se ejerce con violencia, sino también mediante la vigilancia, la disciplina y el control de los cuerpos. La obediencia se convirtió en una forma de esclavitud más profunda que la física, pues sometía no solo al cuerpo, sino también a la mente.

La religión, por su parte, si bien dio esperanza y valores, también se convirtió en cadena cuando se usó para justificar jerarquías, guerras y represión de las libertades de pensamiento. El miedo al castigo divino funcionó como un látigo invisible, tan eficaz como el hierro y la espada.

3. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: LA ESCLAVITUD DEL TIEMPO Y LA MÁQUINA

Con la Revolución Industrial (siglo XVIII–XIX), el hombre se encadenó a una nueva tiranía: la del reloj y la fábrica. El tiempo se convirtió en mercancía. Los trabajadores ya no eran dueños de sus horas, sino que las vendían por salarios ínfimos. La rutina mecánica transformó al hombre en un engranaje.

Nietzsche (1886/2003) criticó duramente esta sociedad que uniformaba y domesticaba al individuo, arrebatándole la posibilidad de crear su propio destino. La disciplina laboral, las jornadas interminables y la lógica de la productividad hicieron que la libertad se redujera a simples minutos de descanso.

El progreso material fue inmenso, pero la humanidad pagó con nuevas cadenas: alienación, explotación y pérdida de sentido vital.

4. LA ERA DIGITAL: LA JAULA LUMINOSA DE LOS ALGORITMOS

En el siglo XXI, el hombre vive en una cárcel luminosa. Ya no hay barrotes visibles: las cadenas son pantallas, notificaciones y algoritmos. Byung-Chul Han (2012/2017) sostiene que hemos pasado de una “sociedad disciplinaria” a una “sociedad del rendimiento”, donde el individuo ya no es oprimido por un amo externo, sino por sí mismo. Somos esclavos de la necesidad de producir, consumir y exhibirnos.

Las redes sociales prometen libertad de expresión, pero en realidad crean burbujas de información que limitan el pensamiento crítico. Los algoritmos deciden lo que vemos, compramos y creemos. Vivimos vigilados, pero creemos estar conectados. Es la paradoja de una esclavitud aceptada con gusto.

5. EL HOMBRE CONTRA SÍ MISMO: AMO Y ESCLAVO A LA VEZ

Lo más dramático es que estas cadenas no fueron impuestas desde fuera: el hombre es amo y esclavo a la vez. Se encadenó por miedo a la inseguridad, por ambición de poder, por comodidad frente al esfuerzo y por costumbre de obedecer.

La libertad, como recordaba Simone de Beauvoir (1949/2006), implica responsabilidad. Muchos prefieren renunciar a ella para refugiarse en sistemas que les den certezas. Pero ese precio termina siendo demasiado alto: perder la esencia misma de lo humano, que es la capacidad de decidir.

CONCLUSIÓN

El hombre se encadenó a sí mismo cuando confundió progreso con dominación, seguridad con obediencia y comodidad con dependencia. Cada etapa de la historia trajo avances, pero también nuevas formas de esclavitud. Hoy, en la era digital, ya no somos esclavos de amos visibles, sino de algoritmos, deudas y necesidades impuestas.

La verdadera libertad no está en destruir lo construido, sino en recuperar la conciencia crítica, en reconocer nuestras dependencias y en utilizarlas sin que nos utilicen.

REFLEXIÓN FINAL

Romper las cadenas no significa volver al pasado, sino aprender a vivir en el presente con autonomía. Significa gobernarnos a nosotros mismos y no ser gobernados por nuestros propios inventos. Como advirtió Rousseau, la libertad es un derecho natural, pero se pierde fácilmente cuando dejamos de cuidarla.

El futuro dependerá de si seguimos forjando cadenas cada vez más sofisticadas o si aprendemos, al fin, que la creación humana debe estar al servicio de la libertad y no de su esclavitud. El día en que lo entendamos, quizá podamos decir que el hombre, al fin, dejó de ser esclavo de sí mismo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.              Beauvoir, S. de. (2006). El segundo sexo. Madrid: Cátedra. (Original publicado en 1949).

2.             Foucault, M. (2009). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI. (Original publicado en 1975).

3.                    Han, B.-C. (2017). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder. (Original publicado en 2012).

4.                   Marx, K. (2008). El capital. México: Fondo de Cultura Económica. (Original publicado en 1867).

5.                 Nietzsche, F. (2003). Más allá del bien y del mal. Madrid: Alianza. (Original publicado en 1886).

6.                 Rousseau, J. J. (2005). El contrato social. Madrid: Alianza. (Original publicado en 1762).

 

 

 

SAN SALVADOR, 26 DE AGOSTO DE 2025

No hay comentarios:

Publicar un comentario