jueves, 21 de agosto de 2025

 

“CRÍTICA HUECA, VALORES AUSENTES: LA FARSA DE LOS ANALISTAS BUFONES RECICLADOS.

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN

El nombramiento de la nueva ministra de Educación ha puesto en evidencia no solo las fisuras de una oposición debilitada, sino también la pobreza ética y moral de quienes se autoproclaman “analistas críticos”. Desde el primer día, se desató una tormenta de críticas viscerales que no se centra en las políticas educativas, sino en ataques personales teñidos de burla, odio y resentimiento. Es como si el simple hecho de que alguien con visión distinta ocupe un cargo público fuera suficiente motivo para desatar un coro de insultos disfrazados de opinión política.

Lo más curioso es que los protagonistas de este espectáculo son los mismos rostros de siempre: Julia Evelyn Martínez, Marvin Aguilar, Lorena Peña, Lucrecia Landaverde, Ronald Umaña, Fotin Magaña, entre otros. Todos ellos son ejemplos de una fauna política y mediática que ya agotó su credibilidad, pero que insiste en aparecer en escena como si aún representara una voz válida.

 El pueblo los ve y los reconoce como lo que realmente son: bufones reciclados, piezas de museo que el sistema vuelve a desempolvar para cumplir un papel decorativo en la crítica política.

El denominador común en estos personajes no es la construcción de pensamiento ni el debate profundo, sino la descalificación constante, la arrogancia disfrazada de sabiduría y una ausencia casi total de valores. Y allí radica el núcleo de su oposición: la palabra que más les aterra —disciplina—.

La disciplina, lejos de lo que pretenden caricaturizar, no es un instrumento de represión ni un retorno a modelos autoritarios de enseñanza, sino un concepto amplio que incluye autocontrol, hábitos, responsabilidad, normas de convivencia, respeto a la autoridad legítima, colaboración, constancia, perseverancia, resiliencia y ética profesional (Durkheim, 1922/2012; Freire, 1970/2005). Sin disciplina no puede haber aprendizaje sólido ni ciudadanía responsable.

Pero para quienes han vivido siempre del desorden, del oportunismo y de la manipulación mediática, la disciplina representa un peligro mortal: un pueblo disciplinado es un pueblo menos manipulable y más consciente de su futuro. Por eso la atacan. Como decía Alberto Masferrer (1926), “se aborrece todo aquello que no se entiende”. Y ellos, incapaces de comprender la profundidad de este concepto, simplemente lo rechazan, obedeciendo además a guiones externos que financian su oposición.

En este contexto, cabe preguntarse: ¿qué valores pueden practicar estos “analistas críticos” que desprecian la disciplina, cuando en su vida política y personal han mostrado más incoherencias que principios?

1. LA VISCERALIDAD COMO MÉTODO DE OPOSICIÓN

En el análisis político, la crítica cumple una función necesaria para fortalecer la democracia. Sin embargo, lo que ejercen estos personajes no es crítica, sino una parodia grotesca de ella. Desde el primer día del nombramiento, no se preocuparon por examinar el perfil de la ministra, sus posibles planes o las reformas educativas urgentes, sino que descargaron una batería de insultos y descalificaciones personales.

La visceralidad se ha convertido en su único método de oposición. Incapaces de formular propuestas, se refugian en el lenguaje del odio. Como recuerda Habermas (1999), el verdadero debate democrático exige racionalidad, ética y construcción, no gritos ni ataques vacíos. Pero estos “analistas” reducen el debate a un circo en el que la emoción sustituye a la razón.

Lo grave no es solo el tono agresivo de sus discursos, sino el vacío de contenido que los acompaña. Ni una sola propuesta seria sobre cómo mejorar la educación; ni un solo argumento pedagógico; solo frases lanzadas con la intención de generar eco en redes sociales y titulares en los medios.

2. BUFONES RECICLADOS: LA FARSA DE LA CRÍTICA

Llamarlos analistas es un exceso de cortesía. En realidad, son bufones reciclados que, al quedarse sin protagonismo, encontraron en la crítica visceral un nuevo modo de subsistencia. Julia Evelyn Martínez repite mantras ideológicos como si fueran dogmas incuestionables, pero sin aterrizar en propuestas concretas.

Marvin Aguilar se vende como independiente, pero su discurso refleja los intereses de las élites políticas y económicas desplazadas.

Lorena Peña, con un historial de contradicciones y cuentas pendientes, se atreve a pontificar sobre educación, olvidando que bajo su partido se heredó un sistema colapsado.

Ronald Umaña y Fotin Magaña se han convertido en caricaturas de sí mismos, opinando de todo sin rigor y creyendo que el insulto sustituye al análisis.

Gramsci (1971/2005) advertía que los intelectuales que no logran renovarse acaban convertidos en figuras decorativas, repetidores de discursos caducos. Eso son hoy: voces huecas que insisten en ocupar un espacio que el pueblo ya les negó.

3. LA DISCIPLINA: CONCEPTO QUE ATERRA

La reacción furibunda contra la disciplina revela mucho más de lo que parece. Disciplina significa asumir hábitos, orden, respeto y responsabilidad. En el sistema educativo, es sinónimo de formación integral, no de represión (Durkheim, 2012). Significa enseñar a los jóvenes a ser constantes, a convivir respetando reglas, a trabajar en equipo y a reconocer que la libertad no es libertinaje, sino compromiso.

¿Por qué les incomoda tanto este concepto? Porque la disciplina exige valores que ellos mismos nunca practicaron. Hablar de autocontrol a quienes han vivido del oportunismo político es un absurdo.

 Hablar de ética a quienes han estado ligados a pactos oscuros es casi un insulto. Por eso, en lugar de debatir, se limitan a caricaturizar: “La disciplina es militarización”, dicen, porque es más fácil agitar fantasmas que reconocer verdades.

Paulo Freire (2005) lo dejó claro: no hay educación liberadora sin un mínimo de disciplina que organice la conciencia y dé dirección al aprendizaje. Pero los bufones prefieren un sistema sin rumbo, donde la juventud pueda ser presa fácil de la manipulación ideológica.

4. AGENDA INTERNACIONAL Y SERVILISMO

El otro gran motor de esta oposición es su dependencia de agendas internacionales. No es casual que todos repitan las mismas frases, los mismos guiones, los mismos conceptos. Su discurso no nace de un análisis autónomo, sino de la obediencia a lineamientos externos que premian la confrontación.

Como señala Chomsky (2011), muchos “intelectuales” se convierten en voceros de intereses foráneos, moldeando su discurso en función de quienes financian su voz. Y eso es lo que ocurre con estos analistas: la crítica a la disciplina no responde a la preocupación por la educación salvadoreña, sino a la necesidad de mantener el flujo de financiamiento.

La disciplina, entendida como formación en valores, no conviene a esas agendas porque forma ciudadanos críticos y responsables, menos manipulables y más soberanos. Y un pueblo así no necesita bufones reciclados que hablen en su nombre.

5. CARENCIA DE VALORES: EL VERDADERO ROSTRO

La pregunta inevitable es: ¿qué valores practican realmente estos personajes? Su historial es elocuente: corrupción encubierta, pactos oscuros, incoherencia ideológica, cinismo político y oportunismo sin límites.

En contraste, la disciplina propone valores como la ética profesional, la autocrítica, el respeto a la autoridad y la constancia. Es decir, todo aquello que ellos jamás practicaron. De ahí su rechazo. En lugar de fomentar valores, promueven el resentimiento y el descrédito. En lugar de construir ciudadanía, alimentan la polarización.

CONCLUSIÓN

Las críticas contra la nueva ministra de Educación no son expresión de un debate académico, sino de una oposición que ha hecho del insulto su única herramienta. Son ataques viscerales de bufones reciclados que no entienden lo que critican y que obedecen a agendas externas antes que al interés nacional.

La disciplina, lejos de ser una amenaza, es la base para formar ciudadanos libres, responsables y conscientes. Y precisamente por eso les incomoda: porque exhibe su propia carencia de valores y su irrelevancia histórica.

REFLEXIÓN FINAL

El Salvador ya no necesita bufones que repitan discursos huecos; necesita educadores, líderes y ciudadanos comprometidos con los valores.

 La disciplina no es enemiga de la libertad, sino su fundamento. Un pueblo sin disciplina es presa del caos y la manipulación; un pueblo con disciplina está listo para conquistar la verdadera soberanía.

El futuro no se construirá escuchando a reciclados que sobreviven del ruido, sino apostando por un proyecto educativo que forme generaciones con pensamiento crítico, responsabilidad y ética. Esa es la verdadera batalla: educar para la libertad mediante la disciplina.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.              Bobbio, N. (1997). Derecha e izquierda. Madrid: Taurus.

2.       Chomsky, N. (2011). Cómo funciona el mundo. Barcelona: Paidós.

3.              Durkheim, É. (2012). Educación y sociología (original de 1922). Buenos Aires: Losada.

4.       Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido (original de 1970). Madrid: Siglo XXI.

5.       Gramsci, A. (2005). Cuadernos de la cárcel (selección). México: Era. (Original de 1971).

6.       Masferrer, A. (1926). El dinero maldito. San Salvador: Imprenta Nacional.

 

 

 

 

SAN SALVADOR, 21 DE AGOSTO DE 2025

 

 

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