“CRÍTICA HUECA, VALORES AUSENTES: LA FARSA DE LOS
ANALISTAS BUFONES RECICLADOS.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN
El nombramiento de la nueva ministra de Educación ha
puesto en evidencia no solo las fisuras de una oposición debilitada, sino
también la pobreza ética y moral de quienes se autoproclaman “analistas
críticos”. Desde el primer día, se desató una tormenta de críticas viscerales
que no se centra en las políticas educativas, sino en ataques personales
teñidos de burla, odio y resentimiento. Es como si el simple hecho de que
alguien con visión distinta ocupe un cargo público fuera suficiente motivo para
desatar un coro de insultos disfrazados de opinión política.
Lo más curioso es que los protagonistas de este
espectáculo son los mismos rostros de siempre: Julia Evelyn Martínez, Marvin
Aguilar, Lorena Peña, Lucrecia Landaverde, Ronald Umaña, Fotin Magaña, entre
otros. Todos ellos son ejemplos de una fauna política y mediática que ya agotó
su credibilidad, pero que insiste en aparecer en escena como si aún
representara una voz válida.
El pueblo los ve y
los reconoce como lo que realmente son: bufones reciclados, piezas de museo que
el sistema vuelve a desempolvar para cumplir un papel decorativo en la crítica
política.
El denominador común en estos personajes no es la
construcción de pensamiento ni el debate profundo, sino la descalificación
constante, la arrogancia disfrazada de sabiduría y una ausencia casi total de
valores. Y allí radica el núcleo de su oposición: la palabra que más les aterra
—disciplina—.
La disciplina, lejos de lo que pretenden caricaturizar,
no es un instrumento de represión ni un retorno a modelos autoritarios de
enseñanza, sino un concepto amplio que incluye autocontrol, hábitos,
responsabilidad, normas de convivencia, respeto a la autoridad legítima,
colaboración, constancia, perseverancia, resiliencia y ética profesional
(Durkheim, 1922/2012; Freire, 1970/2005). Sin disciplina no puede haber
aprendizaje sólido ni ciudadanía responsable.
Pero para quienes han vivido siempre del desorden, del
oportunismo y de la manipulación mediática, la disciplina representa un peligro
mortal: un pueblo disciplinado es un pueblo menos manipulable y más consciente
de su futuro. Por eso la atacan. Como decía Alberto Masferrer (1926), “se
aborrece todo aquello que no se entiende”. Y ellos, incapaces de comprender la
profundidad de este concepto, simplemente lo rechazan, obedeciendo además a
guiones externos que financian su oposición.
En este contexto, cabe preguntarse: ¿qué valores pueden
practicar estos “analistas críticos” que desprecian la disciplina, cuando en su
vida política y personal han mostrado más incoherencias que principios?
1. LA VISCERALIDAD COMO MÉTODO DE OPOSICIÓN
En el análisis político, la crítica cumple una función
necesaria para fortalecer la democracia. Sin embargo, lo que ejercen estos
personajes no es crítica, sino una parodia grotesca de ella. Desde el primer
día del nombramiento, no se preocuparon por examinar el perfil de la ministra,
sus posibles planes o las reformas educativas urgentes, sino que descargaron
una batería de insultos y descalificaciones personales.
La visceralidad se ha convertido en su único método de
oposición. Incapaces de formular propuestas, se refugian en el lenguaje del
odio. Como recuerda Habermas (1999), el verdadero debate democrático exige
racionalidad, ética y construcción, no gritos ni ataques vacíos. Pero estos
“analistas” reducen el debate a un circo en el que la emoción sustituye a la
razón.
Lo grave no es solo el tono agresivo de sus discursos,
sino el vacío de contenido que los acompaña. Ni una sola propuesta seria sobre
cómo mejorar la educación; ni un solo argumento pedagógico; solo frases
lanzadas con la intención de generar eco en redes sociales y titulares en los
medios.
2. BUFONES RECICLADOS: LA FARSA DE LA CRÍTICA
Llamarlos analistas es un exceso de cortesía. En
realidad, son bufones reciclados que, al quedarse sin protagonismo, encontraron
en la crítica visceral un nuevo modo de subsistencia. Julia Evelyn Martínez
repite mantras ideológicos como si fueran dogmas incuestionables, pero sin aterrizar
en propuestas concretas.
Marvin Aguilar se vende como independiente, pero su
discurso refleja los intereses de las élites políticas y económicas
desplazadas.
Lorena Peña, con un historial de contradicciones y
cuentas pendientes, se atreve a pontificar sobre educación, olvidando que bajo
su partido se heredó un sistema colapsado.
Ronald Umaña y Fotin Magaña se han convertido en
caricaturas de sí mismos, opinando de todo sin rigor y creyendo que el insulto
sustituye al análisis.
Gramsci (1971/2005) advertía que los intelectuales que no
logran renovarse acaban convertidos en figuras decorativas, repetidores de
discursos caducos. Eso son hoy: voces huecas que insisten en ocupar un espacio
que el pueblo ya les negó.
3. LA DISCIPLINA: CONCEPTO QUE ATERRA
La reacción furibunda contra la disciplina revela mucho
más de lo que parece. Disciplina significa asumir hábitos, orden, respeto y
responsabilidad. En el sistema educativo, es sinónimo de formación integral, no
de represión (Durkheim, 2012). Significa enseñar a los jóvenes a ser
constantes, a convivir respetando reglas, a trabajar en equipo y a reconocer
que la libertad no es libertinaje, sino compromiso.
¿Por qué les incomoda tanto este concepto? Porque la
disciplina exige valores que ellos mismos nunca practicaron. Hablar de
autocontrol a quienes han vivido del oportunismo político es un absurdo.
Hablar de ética a
quienes han estado ligados a pactos oscuros es casi un insulto. Por eso, en
lugar de debatir, se limitan a caricaturizar: “La disciplina es
militarización”, dicen, porque es más fácil agitar fantasmas que reconocer
verdades.
Paulo Freire (2005) lo dejó claro: no hay educación
liberadora sin un mínimo de disciplina que organice la conciencia y dé
dirección al aprendizaje. Pero los bufones prefieren un sistema sin rumbo,
donde la juventud pueda ser presa fácil de la manipulación ideológica.
4. AGENDA INTERNACIONAL Y SERVILISMO
El otro gran motor de esta oposición es su dependencia de
agendas internacionales. No es casual que todos repitan las mismas frases, los
mismos guiones, los mismos conceptos. Su discurso no nace de un análisis
autónomo, sino de la obediencia a lineamientos externos que premian la confrontación.
Como señala Chomsky (2011), muchos “intelectuales” se
convierten en voceros de intereses foráneos, moldeando su discurso en función
de quienes financian su voz. Y eso es lo que ocurre con estos analistas: la
crítica a la disciplina no responde a la preocupación por la educación
salvadoreña, sino a la necesidad de mantener el flujo de financiamiento.
La disciplina, entendida como formación en valores, no
conviene a esas agendas porque forma ciudadanos críticos y responsables, menos
manipulables y más soberanos. Y un pueblo así no necesita bufones reciclados
que hablen en su nombre.
5. CARENCIA DE VALORES: EL VERDADERO ROSTRO
La pregunta inevitable es: ¿qué valores practican
realmente estos personajes? Su historial es elocuente: corrupción encubierta,
pactos oscuros, incoherencia ideológica, cinismo político y oportunismo sin
límites.
En contraste, la disciplina propone valores como la ética
profesional, la autocrítica, el respeto a la autoridad y la constancia. Es
decir, todo aquello que ellos jamás practicaron. De ahí su rechazo. En lugar de
fomentar valores, promueven el resentimiento y el descrédito. En lugar de
construir ciudadanía, alimentan la polarización.
CONCLUSIÓN
Las críticas contra la nueva ministra de Educación no son
expresión de un debate académico, sino de una oposición que ha hecho del
insulto su única herramienta. Son ataques viscerales de bufones reciclados que
no entienden lo que critican y que obedecen a agendas externas antes que al
interés nacional.
La disciplina, lejos de ser una amenaza, es la base para
formar ciudadanos libres, responsables y conscientes. Y precisamente por eso
les incomoda: porque exhibe su propia carencia de valores y su irrelevancia
histórica.
REFLEXIÓN FINAL
El Salvador ya no necesita bufones que repitan discursos
huecos; necesita educadores, líderes y ciudadanos comprometidos con los
valores.
La disciplina no
es enemiga de la libertad, sino su fundamento. Un pueblo sin disciplina es
presa del caos y la manipulación; un pueblo con disciplina está listo para conquistar
la verdadera soberanía.
El futuro no se construirá escuchando a reciclados que
sobreviven del ruido, sino apostando por un proyecto educativo que forme
generaciones con pensamiento crítico, responsabilidad y ética. Esa es la
verdadera batalla: educar para la libertad mediante la disciplina.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Bobbio, N.
(1997). Derecha e izquierda. Madrid: Taurus.
2.
Chomsky, N.
(2011). Cómo funciona el mundo. Barcelona: Paidós.
3. Durkheim, É.
(2012). Educación y sociología (original de 1922). Buenos Aires: Losada.
4.
Freire, P.
(2005). Pedagogía del oprimido (original de 1970). Madrid: Siglo XXI.
5.
Gramsci, A.
(2005). Cuadernos de la cárcel (selección). México: Era. (Original de 1971).
6.
Masferrer,
A. (1926). El dinero maldito. San Salvador: Imprenta Nacional.
SAN SALVADOR, 21 DE AGOSTO DE 2025
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