"LOS ADULADORES Y LOS TRAIDORES SON UNA Y LA MISMA
COSA. OPORTUNISTAS"
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
EL VENENO SUAVE DE LA ADULACIÓN Y LA PUÑALADA DE LA
TRAICIÓN
La historia de los pueblos no solo se escribe con la
tinta de sus mártires, ni con la sangre derramada por quienes ofrendaron su
vida en pos de ideales, sino también con el lodo viscoso de la traición, que
muchas veces brota del mismo círculo íntimo de confianza. La traición no llega
desde la oposición declarada, sino desde la sonrisa fingida, el aplauso
interesado, la lealtad comprada. Los aduladores —esos bufones disfrazados de
aliados— son la antesala del puñal. Son los primeros en aplaudir, pero también
los primeros en huir cuando no logran colarse en los pasillos del poder o
cuando no se les otorgan los privilegios que creían merecer.
Desde los tiempos de Jesús, traicionado por uno de los
suyos a cambio de unas cuantas monedas, hasta las actuales arenas políticas de
El Salvador, la historia se repite con precisión quirúrgica. El fenómeno no es
nuevo, pero sí lamentable. Los aduladores se acercan al poder no por
convicción, sino por conveniencia. No por ideales, sino por intereses. Y cuando
el poder no les da lo que quieren, se quitan la máscara y, como ratas
nerviosas, abandonan el barco para luego morder la mano que alguna vez les
tendió confianza.
I. DE LA ADULACIÓN INTERESADA A LA TRAICIÓN DESVERGONZADA
Muchos se subieron al tren del cambio con un discurso
lleno de fervor, con palabras cargadas de entusiasmo por transformar el país,
por apoyar el proyecto impulsado por el presidente Nayib Bukele. Pero ese
entusiasmo se evaporó al primer desencanto, al no ser nombrados ministros,
asesores o directores de alguna institución. El “proyecto de nación” se volvió,
de pronto, un “proyecto de egos heridos”. El verdadero rostro apareció cuando
sus nombres no figuraron en la lista de beneficiados.
¿Y qué hicieron? Renegaron. Se disfrazaron de críticos
cuando antes eran aplaudidores. Usaron sus redes para atacar lo que antes
celebraban. Se tornaron aliados de los mismos sectores que siempre combatieron.
Lo más indignante no es la traición —porque eso viene con el juego del poder—,
sino el cinismo con el que pretenden pasar por “víctimas” o “perseguidos”,
cuando en realidad fueron desenmascarados como oportunistas.
Casos sobran: Marcelo Larín, que pasó de defensor a
opositor con lenguaje “intelectualizado”; Bety Arana, que se perdió entre
contradicciones y resentimientos; Méndez Azhar y su huida estratégica; Berta de
León, que jugó a dos bandos hasta que el disfraz ya no le cubría las
intenciones; y Thanya Pastor, que terminó acomodándose en la acera opuesta por
simple cálculo político. Otros como ALoguanaco, Alex Bolg, Felipe Tyson, Mau,
Cico Zavala y compañía, no fueron más que “activistas de selfie”, más preocupados
por el like que por el país.
II. EL PROYECTO VA MÁS ALLÁ DE CARGOS: SE LLAMA EL
SALVADOR
El proyecto que encabeza el presidente Bukele no es un
juego de sillas musicales para repartir cargos. Es una misión de nación, una
visión a largo plazo que demanda convicción, no conveniencia. Quienes nos
mantuvimos firmes no lo hicimos por recibir algo a cambio, sino por tener claro
que la transformación de un país requiere tiempo, sacrificios y, sobre todo,
una dosis alta de lealtad.
Estar “al pie del cañón” significa no retroceder cuando
arrecia la tormenta, cuando los medios aliados a la corrupción arrecian sus
ataques, cuando las élites tiemblan porque han perdido su poder de decisión. Y
aunque estemos en trincheras distintas, luchamos por el mismo horizonte: un
país más justo, más digno, más libre del lastre corrupto que por décadas secuestró
nuestras instituciones.
CONCLUSIÓN: EL TIEMPO PONE A CADA QUIEN EN SU LUGAR
Los aduladores y traidores tienen algo en común: no
duran. Tarde o temprano, la verdad los desnuda, la coherencia los expulsa y la
historia los condena. El tiempo se encarga de limpiar el camino de aquellos que
caminaron por interés, no por ideales. Y este tiempo que vivimos está siendo
implacable con ellos.
Mientras tanto, el pueblo sigue adelante, respaldando un
proyecto que no se basa en repartir favores, sino en construir un país que nos
devuelva la esperanza. La traición no nos detiene, la crítica hipócrita no nos
intimida y los desertores solo confirman que el camino es correcto, porque cada
paso hacia adelante incomoda a quienes solo se movían por conveniencia.
REFLEXIÓN FINAL: TRAICIÓN Y ADULACIÓN, DOS CARAS DE LA
MISMA RUINDAD
La adulación sin principios es traición en potencia. El
que hoy aplaude sin convicción, mañana apuñala sin remordimiento. Por eso, la
historia no premia a los aduladores, ni perdona a los traidores. Los que hoy
atacan con veneno lo hacen porque fracasaron en su intento de formar parte del
poder que no les correspondía. Pero mientras ellos se hunden en su amargura, el
pueblo camina.
Los verdaderos leales no necesitan cargos, ni micrófonos,
ni aplausos. Necesitan claridad de rumbo, convicción firme y amor por su patria.
Porque el compromiso con el país no se mide en “me gusta” ni en pantallas, sino
en acciones, sacrificios y perseverancia.
Hoy más que nunca, El Salvador necesita soldados de
principios, no soldados de sueldo. Y aquí seguimos, desde nuestras trincheras,
caminando firmes, porque el futuro no se construye con traidores, sino con
valientes.
SAN SALVADOR, 6 DE AGOSTO DE 2025
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