LA PATOLOGÍA POLÍTICA DE LA OPOSICIÓN RANCIA Y RECICLADA: UNA ENFERMEDAD
QUE SOLO SABE DECIR “NO”
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En
cualquier democracia sana, la oposición cumple un papel fundamental: ser
contrapeso, fiscalizadora, propositiva y vigilante de los intereses del pueblo.
Sin embargo, en El Salvador lo que hemos tenido por años es una oposición de
papel, de micrófono y de privilegios. Lo que hoy queda de ella no es más que
una caricatura rancia y reciclada, un vestigio del pasado que no ha podido
aceptar que el pueblo cambió y que la historia ya no gira a su alrededor. Lo
que esta oposición representa ya no es diversidad de pensamiento ni lucha
ideológica, sino una patología política profunda, donde el NO es su único
lenguaje, y la envidia su único motor.
EL
SÍNTOMA CENTRAL: NEGARLO TODO, IMPEDIRLO TODO
La
oposición actual no es oposición por convicción, es oposición por frustración.
Niegan todo lo que no lleva su firma, aunque beneficie al pueblo. Se oponen a
nuevas escuelas, nuevos hospitales, mercados modernos, mejoras en seguridad o
infraestructura vial. ¿Por qué? Porque no toleran ver a un gobierno —ni mucho
menos a un pueblo empoderado— avanzar sin su aprobación ni su tutela.
Este
rechazo permanente no tiene fundamento técnico ni moral. Es un síndrome de
negación crónica, una enfermedad que los vuelve incapaces de reconocer la
realidad. Ya no tienen argumentos ni visión, solo tienen rabia. Su política
está enferma, y su verbo favorito es "no": no al desarrollo, no al progreso,
no al pueblo organizado, no a la voluntad popular. A todo dicen que no, porque
internamente ya no tienen nada que ofrecer.
LA
ENVIDIA COMO CÁNCER IDEOLÓGICO
El
resentimiento que cargan no es casual. Es la consecuencia de años de
corrupción, abandono y desprecio al pueblo, que ahora les ha dado la espalda. Y
eso no lo soportan. El éxito del pueblo les arde. El avance de las mayorías les
hiere. Ven al país florecer y se retuercen, porque no son ellos los que están
al frente. Su ego, tan frágil como su memoria histórica, no tolera quedar fuera
del escenario político.
Así,
la envidia se ha convertido en un cáncer que los carcome, que consume sus
discursos, sus alianzas, su voz. Están más preocupados por destruir lo que
existe que por construir algo nuevo. Hablan de democracia, pero no creen en el
voto popular.
Hablan
de derechos, pero ignoran al pueblo que antes explotaron. Hablan de libertad,
pero no toleran que otros piensen distinto. Esa es la doble moral de la
oposición: una mezcla venenosa de arrogancia, nostalgia y desesperación.
EL
RECICLAJE DE LAS MISMAS FIGURAS Y DISCURSOS
Lo
más lamentable es que siguen presentando los mismos rostros, las mismas
promesas vacías, las mismas estrategias gastadas. Cambian de partido, de
colores y de nombre, pero no cambian de esencia. Son los mismos que vendieron
el país, que pactaron con el crimen, que privatizaron hasta el alma de la
nación. Ahora se presentan como víctimas, como mártires, como voces de la
conciencia… pero el pueblo ya no se traga ese cuento.
Su
reciclaje político no es renovación, es repetición patética. Y lo que antes
funcionaba con propaganda y medios comprados, hoy se estrella contra la
conciencia despierta de un pueblo que aprendió a pensar, a cuestionar y a
decidir.
CONCLUSIÓN
La
oposición rancia y reciclada no está enferma de ideología, está enferma de
orgullo. No lucha por el pueblo, lucha por no desaparecer. Pero cuanto más
niega, más se entierra. Cuanto más grita, más se delata. Cuanto más se opone al
bienestar del país, más se aleja del pueblo que alguna vez la escuchó.
Esta
no es una oposición útil ni sana, es una oposición tóxica, resentida, que actúa
como una carga muerta para la nación. Y mientras sigan negando todo, seguirán
cavando su propia tumba política, con cada discurso lleno de odio, con cada
mentira disfrazada de preocupación social, con cada intento desesperado de
frenar el curso de la historia.
REFLEXIÓN
FINAL
La
política no puede seguir siendo un campo de batalla para egos heridos ni un
refugio para los fracasados del pasado. El país necesita propuestas, no
pataletas. Necesita crítica constructiva, no sabotaje disfrazado de democracia.
La verdadera oposición no nace del odio, sino del amor por el país. Y esa,
tristemente, todavía está por aparecer.
Hoy
más que nunca, El Salvador necesita avanzar sin lastres. La historia no va a
detenerse por los que se quedaron atrapados en el pasado. Que se opongan todo
lo que quieran, que digan “no” mil veces más. El pueblo ya dijo sí. Y ese sí
vale más que toda su envidia, su arrogancia y su enfermedad política juntas.
SAN SALVADOR, 17 DE JULIO DE 2025
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