EL DOLOR DE MI PATRIA
NO SE BORRA CON DISCURSOS VACÍOS.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL
VENTURA.
Cuánto dolor en mi patria…
Cuánto sufrimiento ahogado en los pechos de madres que lloran en silencio,
Cuánta angustia en los rostros de padres que enterraron a sus hijos,
Cuánto luto en las calles, en los campos, en los corazones.
Cuántos hijos asesinados, cuántos desaparecidos arrancados del seno de su
hogar.
Cuántos hermanos forzados a emigrar, huyendo no por sueños, sino por miedo.
Cuánta extorsión, cuántas vidas quebradas por manos criminales que durante
años reinaron con impunidad.
Este es el dolor de mi patria.
No es una narrativa, no es una exageración.
Es una historia escrita con sangre, con lágrimas, con ausencias.
Y frente a esa historia, algunos —con sotana, con trajes políticos, con
discursos calculados— hoy pretenden que miremos hacia otro lado.
Que olvidemos. Que pasemos la página.
Como si el horror vivido fuera un mal sueño, como si la justicia fuera un
capricho.e
El cardenal Rosa Chávez, quien alguna vez fue visto como voz de consuelo y
conciencia, hoy aparece bendiciendo con su silencio y su palabra a quienes
añoran el pasado corrupto.
A quienes quieren retroceder el reloj a los tiempos en que el Estado era
una madriguera de ladrones y asesinos,
a los tiempos en que las pandillas eran gobierno en las calles, y los
políticos sus cómplices en los despachos.
¿Y ahora nos piden que olvidemos?
¿Que perdonemos sin verdad, sin justicia, sin reparación?
¿Que volvamos a entregar el país a quienes lo convirtieron en un cementerio
y un mercado de vidas?
No. No lo aceptamos.
Porque el dolor de nuestra patria no ha cicatrizado.
Porque las heridas siguen abiertas, y sangran cada vez que alguien pretende
relativizar el horror vivido.
Porque aún hay madres buscando a sus hijos.
Porque aún hay familias temiendo una llamada, un cobro, una amenaza.
Porque aún recordamos la angustia de vivir sin Estado, sin ley, sin
esperanza.
Y frente a eso, no hay sotana, ni discurso eclesial, ni líder político que
pueda limpiar el pasado con palabras dulces.
El pueblo ya no se deja engañar por bendiciones que huelen a traición.
El pueblo ya no quiere regresar, quiere sanar, sí, pero con dignidad y
memoria.
Esta es mi patria dolida, desgarrada, pero de pie.
Herida, pero con sed de justicia.
Y aunque aún llora, ya no está dispuesta a callar.
Querida patria: Te vamos a arreglar.
Te vamos a levantar con memoria, con verdad, con justicia.
No con pactos oscuros ni con nostalgias corruptas.
El futuro no puede construirse negando el dolor.
Y nosotros, hijos de este suelo,
no permitiremos que lo borren los que antes te destruyeron con cinismo y hoy
se presentan como salvadores.
No volveremos atrás.
No más luto sin justicia.
No más traición disfrazada de fe.
No más silencio frente al dolor.
Porque este pueblo ha despertado.
Y no lo olvidará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario