CARTA A LOS PADRES DE FAMILIA EN SU DÍA.
POR:
MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
QUERIDÍSIMOS PADRES DE FAMILIA
Hace exactamente un mes celebramos el día de uno de los seres más nobles y abnegadas que hay en este mundo. Nuestra madre.
El ser que nos trajo al mundo y que nos cuidó, nos cobijó, nos
protegió y nos arrulló hasta vernos
convertidos en hombres y mujeres adultos. A esa mujer que en muchas ocasiones la
encontramos sola allá en el rincón de la casa meditando, pensando, rezando por nosotros.
Hoy celebramos un día no menos
importante de ese ser que con su dedicación, su trabajo permitió
que nada nos faltara, además, nos transmitió el temple y la seguridad tan necesarias para crecer,
desarrollarnos y construir nuestra
personalidad. Nuestro padre.
Ese ser que durante muchos años se entregó en
cuerpo y alma para darnos lo mejor y ver
cifrados sus sueños de vernos felices
construyendo nuestro propio destino y acariciando la senda del triunfo.
A esa persona que, sin ser el padre perfecto, luchó junto a nosotros para darnos lo mejor que él pudo, con humildad y con entrega total. Ese es nuestro padre.
Como sabemos todos niños del mundo tienen sus propias
peculiaridades, sus intereses que les son propios. Sin embargo, la mayoría son comunes a todos
los niños del planeta. Todos ellos tienen
necesidad de cariño, comprensión,
afecto y el calor de su padre.
Recordemos las sabias palabras del gran escritor Francés Víctor Hugo “ amigos míos, no olvidéis esto: No existen
malas hierbas ni malos hombres:
únicamente hay malos cultivadores” según Bernabé Tierno en su libro todo lo que necesitas
saber para educar a tus hijos plantea que “el verdadero
protagonista de la educación es el menor que ha de crecer como persona. Estamos ante el niño o la niña que habrá de convertirse en el
mejor bien para sí mismo y para la sociedad en la que se integra . .
. además, sostiene que los seres humanos
venimos, a la vida equipados de nuestra
propia individualidad que nos hace
distintos a cualquier otro ser. Carecemos por completo del sentido
de nuestra propia identidad, pero
podemos ir construyéndola porque disponemos
del potencial suficiente para ello”
para ello se necesita la sabia conducción de los padres que se convierten en el puntal que la pequeña
planta necesita para sostenerse y crecer.
Ellos
necesitan ser respetados, requieren de un trato especial, ser tratados con
ternura, a morosidad, comunicación, disciplina, libertad y confianza.
Es
obvio ninguno de nosotros ha ido a una escuela para ser excelentes padres yo es
estoy claro en eso. Estoy convencido que en esta tarea de educar cometemos
muchos errores por la misma falta de
conocimientos en esa área; nadie ha dicho hasta el día de hoy que la tarea de
educar a los hijos sea fácil sobre todo
hoy que los cambios se van dando con mucha rapidez, el desarrollo de tecnología
digital son cambios que provocan mucha inestabilidad al momento de educar. Los
padres y educadores en general tenemos
miedos, inseguridades, dudas, preguntas
y muy pocas respuestas. Queremos acercarnos a
nuestros hijos y muchas veces
no sabemos cómo. (Ibid.p.59).
Sin embargo, tenemos bajo nuestra
responsabilidad a seres humanos que se
están preparando para encarar la vida de
una manera, más cómoda y menos difícil; pero esa conducción debe de ser una obra
de los padres, con amor, con firmeza y dedicación. Como lo expresaba
Paulo Freire “La educación es un acto de amor, por lo tanto, educar requiere
amar, entender el amor y desarrollar vínculos saludables con los niños”
Mucha de esta responsabilidad la hemos
descargado en los profesores de las escuelas, colegios y Universidades y
esperamos que los maestros nos eduquen a nuestros hijos cuestión que es inexacta. Ya que la educación de nuestros hijos no depende
Únicamente del profesor de la escuela sino en gran parte de nosotros los padres
de familia y del medio en el que nos desenvolvemos, de ahí que los buenos
ciudadanos no se forman en los colegios, las universidades, ahí en el mejor de
los casos les enseñarán una técnica, un oficio que luego recibirán un título
con el que podrán enfrentar la vida de manera un poco suave y decente. Pero los
pilares fundamentales se forman en el hogar, en el núcleo familiar, los valores como el respeto,
el amor al prójimo, la disciplina y la
solidaridad entre otros, esos se adquieren en nuestro ambiente familiar.
La sociedad requiere hombres y mujeres con altos valores éticos y morales, que
contribuyan a forjar una nueva
sociedad en la que prevalezca la unidad,
la armonía, la solidaridad y el humanismo. Pero, además, estar en armonía Dios y
con la naturaleza que nos rodea. Todo
eso es responsabilidad de los padres.
Empero, la educación no viene dada con
palabras, con frases, con llamados de atención, con insultos sino más bien con hechos. La educación que más
cala en lo profundo del corazón de los hijos es el ejemplo y eso creo que nos está faltando. Muchos hombres tenemos muy
internalizado la concepción de que con
darle todo a los hijos el problema se resuelve, pero eso es falso, ya que todos
los seres humanos somos seres de afecto
y los niños mucho más pues ellos están dando sus primeros pasos en este
mundo lleno de incertidumbres.
No es suficiente darles a nuestros hijos todo
a manos llenas, es necesario enseñarles el
arte de conseguir lo que se quiere, luchar por nuestros sueños, pero con
nuestros propios esfuerzos, enseñarles
que en esta sociedad nadie regala nada, que todo lo que se obtiene es fruto del
esfuerzo, la perseverancia y la
dedicación. Es necesario no darles todo,
pero tampoco quitarles todo.
Es necesario que los padres de familia
entiendan de una vez por todas que no es encubriendo los vicios de sus hijos, sus mañas, su compulsión por lo ajeno como los
vamos a educar.
Es
necesario corregir esa conducta para que en el futuro no nos veamos en el duro
caso de llorar por errores que en su momento no pudimos enmendar. Queridos
padres de familia, les deseo un feliz día del padre que lo disfruten junto a
sus hijos e hijas. Termino esta carta
mis queridos padres repitiendo una bella frase del gran filósofo y matemático griego Pitágoras de Samos (572 ac) “Educad a los
niños y no tendréis que castigar a los hombres”
San Salvador, 9 de junio de 2022
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