sábado, 4 de enero de 2020




EL CASO DE “ANDY LOVOS” Y LA FALTA DE SOLIDARIDAD DE SUS COMPAÑEROS.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
En un artículo que escribí hace algunos años planteaba la siguiente tesis “el fracaso de la educación  es el fracaso de la sociedad”  pues como sabemos es la sociedad la que en última instancia recibe dicho producto. En consecuencia, la sociedad  no puede funcionar bien sí la educación que se le proporciona al pueblo es de baja calidad  o es simplemente una burda instrucción para un empleo.
A lo largo de la historia  del sistema educativo formal en nuestro país  (1832) las clases poderosas organizaron el sistema educativo para preparar mano de obra barata, se empeñaron en formar técnicos, para las fábricas, el comercio y la industria. Pero jamás se  preocuparon en educar,  en formar a un ciudadano con valores, morales, éticos, compañerismo, solidaridad y altruismo.
  Es decir, no hay una educación para la vida sino para el trabajo. De ahí que el sistema educativo prepara hombres y mujeres para la reproducción de las estructuras injustas, la opresión  y la explotación. Es una educación para la sumisión, para el miedo y para la resignación ante los atropellos de las clases dominantes. Es una educación para la adaptación al régimen de opresión y la aceptación dócilmente  de las inequidades que genera el sistema capitalista.
Vivimos en una sociedad pragmática, utilitaria, deshumanizada, en la que se práctica la concepción maquiavélica en la que “el fin justifica los medios”. En una sociedad como la nuestra destrozada por conflictos internos, la envidia, la codicia, la ambición, los intereses de clase,  son factores que  nos llevan a asumir comportamientos insolidarios, faltos de hermandad, compañerismo y humanismo entre nosotros.
El caso del joven Andy Lovos, es un claro ejemplo de ese tipo de educación  que se está brindando  a nuestro país. A los compañeros de la “Banda  El Salvador Grande como su Gente” no les importó en absoluto al joven ANDY, pudieron más sus intereses mezquinos, egoístas  y arribistas que la solidaridad con él.  Este caso es el mejor ejemplo de esa calidad de educación que le estamos  entregando a la sociedad. Es una educación perversa y pervertida, alienada y alienante.
Es una educación para el encubrimiento, la mentira  y la corrupción, se les enseña probablemente desde  el hogar y la escuela a mentir, porque esos son los valores que están recibiendo. 
Con este tipo de educación estamos contribuyendo como decía Tomás Hobbes  a que el “hombre se convierta en el lobo para el hombre”; pero dejemos a un lado el caso de ANDY y veamos la cuestión más de cerca ¿Qué podemos decir de muchas  generaciones  de profesionales corruptos como  muchos que en el pasado y hoy en el presente  son funcionarios públicos? que se han llenado los bolsillos sin importar que miles de personas no tengan acceso a los servicios de salud, educación, vivienda, empleo digno y seguridad. Claro que el caso que en estos momentos es el de la “banda de El Salvador grande como su gente”; pero no hay que olvidar  de estos casos hay muchos en todas las instituciones de gobierno, en las Universidades en las que ya no se  puedes pensar un poco diferente al jefe  porque  a partir de ahí serás  su enemigo  y te hará la vida de cuadritos.
 Por otra parte, la educación que necesita el país no debe estar supeditada a los intereses económicos de las clases poderosas que dominan el aparato financiero, la  política e ideológicamente a la  sociedad, debe ser una educación que responda a los  valores, aspiraciones y sueños de toda la sociedad. Tiene que ser una educación que contribuya a la transformación de las estructuras injustas que subyacen en la sociedad nuestra. Tiene que ser una educación crítica  y liberadora.
No olvidemos esta sentencia de Pitágoras: “Educa al niño de hoy y no castigarás al hombre del mañana.”

SAN SALVADOR, 04 DE ENERO DE 2020




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