“CRÍTICA AL MODELO
DE DOCENCIA DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR”
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN.
El propósito de este ensayo es
cuestionar el paradigma educativo
dominante en la universidad de El Salvador que desde luego se replica también
en las Universidades privadas.
El paradigma dominante hoy en todo el sistema educativo continúa siendo el
de la educación bancaria como en su
momento la llamó el gran pedagogo Brasileño Paulo Freire.
En contraposición al paradigma mencionado se plantean otros
modelos de práctica educativa que
probablemente podría ser reconfortante para las aspiraciones de una Universidad
como la UES, que de ser conciencia
crítica de la sociedad.
Por otro lado, es necesario y urgente
romper con un modelo de docencia basado
en la memorización mecánica, en la práctica educativa libresca, seca e
irracional. Una práctica basada en la repetición, sin sentido que lo único que
logra es mutilar el desarrollo del pensamiento lógico de los educandos.
Sin embargo, para lograr dicho
cometido es necesario que los docentes
cualquiera que sea su disciplina que imparta, debe tener un sólida formación
pedagógica, didáctica, sociológica y
psicológica.
Otro de los grandes problemas que
enfrenta el modelo de docencia universitaria es su divorcio entre los libros y
la vida práctica. Libros que son escritos en otras latitudes sin embargo son
utilizados para explicar nuestra realidad. Por otra parte, se argumenta que
queremos formas hombres y mujeres con pensamiento crítico pero seguimos
realizando la misma práctica docente, aquí se aplica bien el planteamiento de Albert
Einstein “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo. Locura es
hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes” y eso es sencillamente lo que nos está
pasando en la UES.
Otro de los grandes objetivos de este
ensayo es destacar el compromiso que los
docentes tenemos como profesionales de la educación, con el análisis objetivo y
racional de la realidad económica política y social; como docentes no podemos ser indiferente ante
los graves problemas que hoy enfrenta nuestra sociedad. De ahí que el docente debe de hacerse las
siguientes preguntas: ¿A favor de quién educo? ¿A favor de la justicia? ¿A
Quién beneficia mi labor docente? ¿A los pobres? ¿A los ricos? ¿A la
trasformación de la sociedad? ¿Es neutral mi práctica pedagógica? ¿Cuál es el
proyecto de Sociedad que defiendo?
Finalmente el ensayo pretende abrir
un espacio para el debate, la discusión
con el propósito de reflexionar sobre nuestra práctica docente y nuestro
quehacer académico y los problemas de la Universidad.
Debo aclarar también que el documento
no tiene la pretensión en absoluto de ser la verdad concluyente al contrario es
un documento para analizarlo, interpretarlo
y enriquecerlo. De igual manera, no es un cuestionamiento hacia los
docentes sino a una práctica docente que
está muy arraigada en nuestro ejercicio profesional como docente y que está causando mucho daño a la formación
de las nuevas generaciones.
DESARROLLO.
Siempre he considerado que educar es
algo más que transmitir un cúmulo de conocimientos ya hechos a las nuevas generaciones. Educar es más
trascendente que informar, educar es para mí sacar de lo más hondo del interior de cada persona las virtudes que subyacen en cada individuo y
transformarlo en un verdadero hombre en un verdadero ser humano.
La misión de la enseñanza ha de ser “transmitir, no el saber puro, sino una
cultura que permita comprender nuestra condición y ayudarnos a vivir; al mismo
tiempo ha de favorecer un modo de pensar abierto y libre." (Edgar Morin.
La cabeza bien puesta.p.23) tenía rezón Chateau de Montaigne citado por Edgar
Morín “"Es mejor una mente bien ordenada que otra repleta”
La mayor parte de actividades los seres
humanos las hacemos por una mera rutina.
Lo hacemos porque vemos a otros que lo hacen o porque así nos lo
enseñaron. Sin embargo, eso en ningún momento significa que todo lo que hacemos está bien.
Saben realmente los padres de familia
¿Por qué mandan a sus hijos a la escuela? ¿Cuáles son sus motivaciones? Lo
único que saben los padres de familia es que llegado un determinado
momento el niño o la niña deben de
asistir a una escuela o colegio.
Los padres de familia saben que a la
escuela se va a educar. Pero ¿saben el verdadero significado de
educar? Educar no significa simplemente aprobar exámenes para que en el futuro
puedan lograr un encumbrado puesto en el Gobierno o la empresa privada. Educar es algo más que eso.
Si realmente somos observadores y volvemos la vista por un momento al mundo
que nos rodea veremos que muy pocos tienen mucho que comer y muchos no tienen nada y pasan su vida
añorando un pedazo de tortilla, vemos además, a muchos niños y niñas durmiendo
en los portales, escudriñando los basureros para sobrevivir. Por otro lado,
también observamos que algunos viajan en lujosos automóviles y otros colgados de los hierros mohosos de
los buses.
En la sociedad está la clase de los
ricos y la clase de los pobres; los ricos pueden asistir a curarse a buenos
hospitales, estudiar en Universidades del primer mundo, vivir en las mejores
Colonias del país. No obstante, la mayoría no tiene ni un metro para construir
una champa. Muchos de estos tienen que vivir debajo de los puentes o en las
barrancas de los ríos.
Los estudiantes deberían reflexionar
sobre estas cosas mientras son jóvenes. Pero es la escuela, el Colegio y la
Universidad la llamada a educar a los jóvenes en la reflexión, en el análisis,
la crítica y el pensamiento crítico.
Pero ni la escuela ni la Universidad
están interesadas en los problemas de las mayorías porque sus autoridades, sus
funcionarios están casados consciente
o inconscientemente con el poder hegemónico.
La educación no está sólo para
capacitar a las personas para que puedan conseguir un empleo ni para servir al
aparato productivo de un país; la educación debe servir para ayudar a las
personas a prepararlas para encarar de mejor forma la vida.
Los estudiantes podrían convertirse en
excelentes, contadores, administradores de empresa, excelentes ingenieros,
abogados etc., pero ¿eso es lo esencial
de la vida? .La vida es un todo complejo, una diversidad de fenómenos que
ameritan conocerse para comprender su lógica y contribuir a transformarlos. Por
lo tanto, la educación no se reduce a darle de terminada información al
estudiante para que se la aprenda de
memoria; la educación debe de ayudarnos para que vivamos una vida en armonía,
con la sociedad y la naturaleza. Sin embargo, la sociedad actual basada en las
leyes del mercado ha reducido la vida humana
a la condición de animal: trabajar, comer, dormir y reproducirse.
El hombre es la criatura más
inteligente que existe en el planeta, empero el sistema capitalista lo ha
reducido simplemente a una cosa a un objeto que se puede manipular y hacer con él lo que se quiera. Bajo esta
concepción mezquina, el ser humano es visto como una máquina, como una pieza
más del engranaje del sistema de producción que reproduce todas las inequidades, prejuicios
y perjuicios de la sociedad.
La vida es todo eso y muchas cosas
más, pero ni el alumno ni el sistema educativo están preparados para
comprenderlo porque los profesores en las
escuelas, los Colegios y Universidades sólo están interesados en que los
alumnos y alumnas aprueben los exámenes.
Dentro de esta concepción de “educación” se tiene la
idea de que al educando entre más información se entregue más eficientes
profesionales serán. Pero esta lógica está equivocada, ya que lo que importa es lo cuantitativo
(positivismo) abandonando la parte más importante que es lo cualitativo del ser
humano. Son sus sentimientos los que se tienen educar, sus valores, es volver
al hombre y mujer seres humanos.
En las escuelas, los colegios y Universidades son raros y contados quienes
hablan un poco acerca de los problemas
sociales que pasan en la sociedad; los alumnos están preocupados más por las
notas que por aprender y saber porque hay pobreza, hambre, desnutrición,
delincuencia y corrupción.
Bajo esta concepción transcurre la
“educación en las aulas Universitarias” que es desde luego el espacio que mejor
conozco pues más de la mitad de mi vida le he pasado en la Universidad. Con frecuencia en la Universidad se hacen
intentos por cambiar los curriculas, las metodologías, las técnicas y la aplicación de nuevas tecnologías pero que al fin se termina
haciendo más de lo mismo.
En otras palabras se práctica la
filosofía del no cambio, es decir, hacer algo para no hacer nada. Por otra
parte, se trata de lograr objetivos diferentes, metas distintas pero haciendo
siempre lo mismo. Por eso Albert Einstein, nos corregía la palana “Sí buscas resultados distintos, no hagas siempre
lo mismo”. Por otro lado, mientras tengamos una educación basada en el miedo,
en la amenaza, en la represión y en la
incultura de los profesores no podremos aspirar a construir una mejor sociedad
y por lo tanto, no estaremos educando sino domesticando, idiotizando o bobalizado.
De modo que la educación no consiste meramente
en atiborrar la mente con información
sino en ayudar al estudiante a comprender sin miedo esta gran complejidad de la
vida.
Aunque no estemos enterados nuestras
vidas han sido moldeadas por el miedo
desde la infancia hasta que morimos, estamos atemorizados. Miedo a que nos
reprueben, miedo a lo que los demás van a decir de nosotros, miedo a perder
nuestro empleo, miedo a que mis padres me castiguen etc.
Traslademos, este miedo al escenario
de los estudiantes. El aula. Cuando los estudiantes tienen miedo se produce un
bloqueo mental y todo su cerebro se ve
imposibilitado a pensar con certeza y creatividad. Se genera una indisposición
para aprender, para asimilar etc.
El sistema educativo en su totalidad
se mueve bajo el concepto del miedo, muchos docentes en la escuela como en la
Universidad utilizan la amenaza como recurso para atemorizar a los alumnos y
alumnas; pero con este recurso los profesores esconden sus debilidades, su
incapacidad y mediocridad.
Una educación basada en el miedo, la
amenaza, la trampa no se le puede llamar educación ya que la educación
verdadera debe buscar sacarnos de la
oscuridad para llevarnos a la luz.
El miedo embota nuestras mentes, mutila
nuestro pensar, contribuye a la oscuridad y bajo esta concepción no podremos
construir una sociedad más humana, más equitativa y con menos inequidades.
Pero para lograr una educación diferente es necesario
establecer una relación de amor, comprensión y tolerancia. Implica aceptar al
educando tal y como es, es ayudarle para que logre descubrir y descubrirse
asimismo, es despertarle su mundo interior para que pueda con inteligencia
comprender el entorno donde él vive.
Como sostiene Freire, en su libro
titulado cartas a quién pretende enseñar “la tarea de enseñar es una tarea
profesional que exige amorosidad, creatividad, competencia científica, pero
rechaza la estrechez cientificista, que exige la capacidad de luchar por la
libertad sin la cual la propia tarea perece.” (Paulo Freire. Cartas a quién
pretende enseñar. P. 9).
Pero hay que destacar también que la
finalidad intrínseca de la educación es enseñar a pensar, es decir, con rigor
lógico, pues como sabemos todos pensamos independientemente de cual sea el
nivel académico sin embargo pensar científicamente es un proceso que debe
iniciarse en los primeros niveles escolares y continuar en la Universidad.
Este es uno de los aspectos en que
debe estar centrada la preocupación de la Universidad, pues la institución
llamada a preparar a los entes pensantes que a futuro habrán de asumir la
responsabilidad de conducir los destinos de la sociedad y evitar que la
sociedad caiga en manos de personas irresponsables y legas en materia de
educación.
Pues como bien lo expresó hace muchos
años el Rector de la Universidad de El Salvador, Serbelio Navarrete, en una
conferencia que brindó el 15 de febrero de 1934. En esa oportunidad manifestó
que:
“la Universidad es, ante todo, el
superior plantel educativo de la nación. Su misión no es solamente hacer
médicos e ingenieros, químicos, farmacéuticos,
dentistas y abogados; no solamente garantizar la competencia y honestidad de
quienes se dedican al ejercicio de esas profesiones. Su más importante misión
es dar a la patria hombres cultos en la genuina significación del vocablo:
hombres de verdadera cultura moral e intelectual que irán a formar en primera
fila entre las clases directoras y deberán poner el caudal de sus conocimientos
especialmente al servicio del pueblo. (Serbelio Navarrete. En los jardines de
academo. Ps. 23 -24).
En consecuencia la Universidad debe
ser el crisol donde se templan los mejores hombres y mujeres, con los pensamientos más nobles que
habrán de enaltecer la cultura de la sociedad. Empero hay que destacar a la vez
que ese hombre con esos altos valores al que se aspira formar no es un ser aséptico como lo plantea Francisco
Gutiérrez “ese hombre que tenemos que formar
no es un ser abstracto e incontaminado que se ha venido formando hasta ahora. El hombre que debemos de
formar es ese ser relacional,
condicionado política, social y
económicamente por una sociedad llena de
contradicciones” (Francisco Gutiérrez. La educación como praxis política. p.9).
De manera que, pensar la formación de un profesional neutral es una postura
inconsecuente y enajenante de la realidad social. Pues por cualquier ángulo que
veamos la educación jamás será neutra, ya que cualquier acto educativo nos puede conducir
por dos caminos: el de la luz o el de la oscuridad, convertirlos en hombres
libres o en esclavos.
Como se puede apreciar en cualquier práctica educativa siempre está
presente una concepción política e
ideológica la cual orienta el proceso de enseñanza aprendizaje. En
consecuencia, cualquier docente que asuma la tarea de enseñar debe responder
ineludiblemente a las siguientes interrogantes:
¿A favor de quién educo? ¿A favor de la
justicia? ¿A Quién beneficia mi labor docente? ¿A los pobres? ¿A los ricos? ¿A
la trasformación de la sociedad? ¿Es neutral mi práctica pedagógica? ¿Cuál es
el proyecto de Sociedad que defiendo? ¿Por qué es necesario aclarar estas interrogantes?
En primer lugar porque cuando
asumimos la tarea de educar lo hacemos desde una concepción del mundo y la
concepción que asumimos no es neutral ni apolítica, se educa para algo, para un
proyecto, para una clase social en particular no hacemos docencia en el vacío;
todos los docentes o al menos los que estamos involucrados en la enseñanza
tenemos una ideología que expresa de una manera u otra los intereses de una
clase en particular.
Nuestra practica pedagógica quiérase o no, seamos conscientes o no de ello,
siempre que como docentes analizamos la
realidad lo hacemos desde una determinada concepción del mundo, la cual está
impregnada de nuestros valores, creencias, cultura, aspiraciones, motivaciones
y los intereses que defendemos; por eso resulta hasta cierto punto de vista
hipócrita aquellos docentes que se jactan de ser neutrales y apolíticos, pues su misma actitud ya es política y por lo
tanto, no es neutral.
En este mismo orden de ideas la
Universidad tiene que ser la institución por excelencia la defensora de la vida
y la justicia dado que estos son valores universales los cuales están
estrechamente ligados a la formación democrática que en ella debe imperar.
No obstante, su defensa la tiene que
hacer tomando como fundamento: la Ciencia, la razón y la cultura. Como
expresión genuina de su razón de ser.
Sin embargo, pensar esta Universidad
en estos términos significa al mismo tiempo preguntarnos ¿De qué Universidad
hablamos? Lo que nos lleva sin duda alguna a plantearnos la necesidad de
historizar la Universidad es decir, ajustar su concepto al momento histórico
que vive la sociedad en general y en particular.
No cabe duda que la sociedad está
pasando por un proceso de metamorfosis y por ende la Universidad es expresión
de ella; lo cual no significa seguir los mismos derroteros de la sociedad, de
manera dócil, obediente y sometida a los designios de las clases dominantes.
Hacerlo sería negar su razón de ser. Es decir, dejar de ser la conciencia crítica
de la sociedad.
Empero, tampoco se puede caer en el
paradigma de que a todo hay que decirle no, porque, del mismo modo se pondría
en entre dicho su criticidad. Se caería en el dogmatismo que es peor o igual
que trasformar la Universidad en simple apéndice del poder económico.
La Universidad para que pueda cumplir
hoy con su misión debe ser más crítica que antes, más tolerante y más
inteligente lo que no significa convertirse en un instrumento de alienación y
dominación de clase. El vertiginoso desarrollo de la Ciencia y la tecnología le
están planteando un reto, a la Universidad para que echando mano de toda la
inteligencia que ella posee de una respuesta contundente a dicho desafío.
Cuando se plantea el desafío que
tiene la Universidad es porque cada día los recursos tecnológicos están
tecnocratizando la institución, lo que hace que ella (La Universidad) se aleje
cada vez más de las necesidades de la sociedad y responda a las leyes del
mercado.
En consecuencia, una vez la
Universidad atrapada por ese paradigma tecnocrático abandona su verdadera
esencia y se adhiere a la lógica del mercado como cualquier otra institución
privada, en la que sólo impera la obtención de ganancia. Además, pierde su
carácter humanista que históricamente le caracterizado.
Los procesos sociales que hoy se
están viviendo son mucho más complejos que los que vivimos cuando éramos
estudiantes, por ejemplo, cuando muchos de nosotros ingresamos a la Universidad
teníamos bien claro cuál era nuestra meta y nos centrábamos en ella, sin
embargo, el joven de hoy además, de que la mayoría ingresa demasiado inmaduro
psicológicamente hablando, pues son víctimas de una sociedad consumista,
alienada e inmediatista que le presenta la realidad de manera ficticia en la
que cavilan sus inquietudes y sus sueños pero sin la posibilidad de
alcanzarlos.
Ante esta realidad se hace necesario
reorientar la práctica docente para que coadyuven a orientar a los estudiantes de tal
manera que les permita incorporarse adecuadamente al proceso formativo que la
Universidad exige como institución de Educación Superior. De igual manera, es
necesario que los docentes hagan un uso correcto de la tecnología para encausar
el proceso enseñanza aprendizaje. Y no asuman la creencia de que entre mayores
recursos tecnológicos utilicemos en nuestras clases la educación es de calidad.
Lo anterior implica una mejor
preparación pedagógica y didáctica de todos los docentes independientemente cual
sea la disciplina que ejerce y cual sea el dominio que él tenga de la misma. En
este sentido Amparo Ruiz del Castillo, puntualiza muy bien el hecho de que “no
basta con aspirar a una formación académica de gran calidad para conseguir tal
objetivo sí se descuida el aspecto didáctico en la formación de los profesores.
Tampoco es suficiente impulsar los estudios de posgrado para considerarlos como
punto de referencia o sinónimo de calidad” (Amparo Ruiz del Castillo y Raúl
Rojas Soriano. Vínculo docencia – investigación. P. 19)
En este mismo orden otros teóricos de
la educación sostienen que” saber la materia que se va a impartir, sí bien es
absolutamente necesario, pero no es condición suficiente para lograr el
aprendizaje del alumnado” (Fernando Hernández y Juana María Sancho. Para
enseñar no basta con saber la asignatura. P. 25)
Esto nos viene a confirmar la
necesidad de la formación didáctico – pedagógica para mejorar la calidad de la
enseñanza y no como nos quiere vender la idea los promotores del neoliberalismo.
En la que se hace énfasis de manera burda la aplicación de la informática para
decir que la educación es de calidad. Olvidando que la tecnología solamente es
un soporte audiovisual para hacer más dinámica la clase pero jamás la clave
para superar la crisis de la educación.
Pero quiero además, destacar algunos
aspectos que vengo detectando desde hace algunos años, lo he vivido en
seminarios, talleres, capacitaciones y discursos populistas. Hay algo en lo que
todos los docentes coinciden es “la necesidad del cambio” y todos reniegan a
cada instante de que las cosas no cambian como sí el cambio va a surgir de un
mecía que por arte de magia nos va resolver los problemas.
Por otro lado, cuando ha pasado la
euforia de la actividad, todos los docentes con raras excepciones mejoran la
práctica Pedagógica en el aula. No obstante, la mayoría continúa haciendo lo
mismo. Tratando al estudiante como sí este fuera su hijo de dominio, en la que
la única palabra que vale es la que sale de sus labios, se impone de ese modo”
la cultura del silencio en la que el mejor docente es aquel que mantiene
callados a los alumnos y alumnas. Ellos hablan cuando el maestro les da
permiso, hacerlo antes es someterse a las consecuencias de un acto
disciplinario” (Internet http: //Diana Gómez, “el niño y la dictadura del
silencio. P.1).
Hay que destacar que lo planteado
anteriormente es válido para todos los niveles educativos incluyendo la
Universidad. Con raras excepciones desde luego. En contra de este tipo de
prácticas pedagógicas “Daisaku Ikeda, se pronuncia señalando que:
“los maestros deberían descender del trono en
el que se han encaramado, como si fuesen objetos de culto, para actuar como
servidores públicos” (Daisaku Ikeda. El nuevo humanismo. 87.) o como Franz
Kafka caracteriza a la Universidad “como una institución de burócratas
mediocres y vanidosos” (Franz Kafka citado por Heinz Dieterich en Identidad
Nacional y Globalización. P. 10.)
No cabe ninguna duda de que los
docentes debemos de actuar con mucha humildad hacia el alumno y con todas las
personas con las que nos relacionamos pues el buen sentido de la palabra somos
eso. Servidores públicos.
Ahora bien, debemos preguntarnos los
docentes ¿Por dónde debe empezar el cambio? ¿Por los alumnos y alumnas? ¿Por
los Docentes? ¿Por las autoridades?
Es obvio si realmente queremos que la
Universidad cambie debemos empezar por nosotros mismos, debemos de cambiar de
actitud aunque estoy consciente que no solamente es un problema de actitud pero
sí es el primer paso para romper con un paradigma obsoleto que subyace en
nuestra sociedad.
No puede haber desarrollo del
pensamiento crítico donde no se cultiva el dialogo, la discusión, el debate de
las ideas y la argumentación científica. Entonces pensar una Universidad
crítica pasa por romper las cadenas del autoritarismo que mantienen aún muchos
docentes que se creen los dueños absolutos del conocimiento y la verdad.
Pero ¿Cuál es el significado con el
que históricamente siempre se ha reconocido a la Universidad? Revisemos algunos
conceptos que nos proporciona Carlos de la Isla en su artículo la Universidad:
Conciencia crítica. Dentro de las definiciones se destacan las siguientes:
“la Universidad es la comunidad de
estudiantes y profesores que se reúnen para pensar” (Cardenal Newman). (Cardenal
Newman). “la Universidad está hecha para hombres capaces de dudar” (Jean Paúl
Sastre). La Universidad es el espacio recogido para meditar los problemas
intelectuales del mundo” (Robert Hutchins).
Como puede verse todos coinciden en
que la Universidad es el sitio por excelencia para que juntos estudiantes y
docentes mediten piensen y tomen acciones concretas para contribuir a la
transformación de la sociedad. Sin embargo, ¿Cuánto meditamos, pensamos y
reflexionamos con los estudiantes?
Pero hay un atributo que nos puede
definir sin andar con tanta vuelta, y que no contradice en nada las
definiciones anteriores. La Universidad es conciencia crítica de la sociedad y
como tal no podemos ni debemos reducirla al pensamiento único como pretende la
pedagogía neoliberal.
Según Carlos de la Isla, “la
conciencia crítica de la Universidad significa que su misión es pensar (la
investigación no es otra cosa que pensar el mundo y a nosotros en el mundo),
enseñar a pensar (y esta es la esencia de la educación universitaria),
transmitir y acrecentar la el pensamiento en esto consiste la extensión de la
cultura.
La Universidad como conciencia
crítica de la sociedad debe conocer la realidad social en su totalidad, ésta es
la materia de su pensamiento; pero esta acción reflexiva sobre la sociedad no
termina en el pensamiento, ha de juzgarla y con actitud crítica, denunciar,
anunciar, inventar”. La Universidad no se puede entonces concebir como una
institución doméstica al servicio de las leyes del mercado ni mucho menos para
hacerle proselitismo político a partido alguno.
La Universidad debe ser libre, porque
sólo siendo libre puede asumir una posición crítica ante las injusticias,
arbitrariedades y desmanes de los gobiernos que llegan a dirigir a la sociedad.
Por otra parte, se ha dicho con
coherencia que para que el hombre disfrute el tiempo libre debe él mismo ser
libre. No cabe la esquizofrenia del hombre enajenado en el trabajo y libre en
los tiempos y espacios aledaños al trabajo.
El mismo planteamiento es válido para la Universidad;
sí ha de educar en la libertad y para la libertad debe ser ella misma libre. A
sí el compromiso ineludible de la Universidad es ser conciencia crítica de la
sociedad y por tanto, elucidante y liberadora.
Por eso, la Universidad traiciona su compromiso
social cuando deja de ser el baluarte en contra de la dominación y termina ella
misma dominada y aún dominadora. Esto sucede cuando, de conciencia crítica de
la sociedad, de inteligencia lúcida que analiza, cuestiona, denuncia y anuncia
se convierte en apéndice del sistema. Lo que resulta más grave cuando el
sistema enferma. La dictadura más implacable es la del pensamiento, y la
Universidad hace este papel de dictadora en forma totalitaria cuando dicta
impone las ideas, lo que equivale a la dictadura de la existencia (http: //.
Carlos de la Isla. Responsabilidad social de la Universidad. P. 2)
No cabe la menor duda de que los
docentes ya no podemos ni debemos continuar dictando clases desarrollando los
paquetes que ya vienen hechos o están hechos pero que ya no responden a la
realidad nuestra.
Es menester abandonar las prácticas
pedagógicas verticales, unilaterales y memorísticas que lo único que producen
son alumnos dóciles, sumisos y repetidoras, que son el vivo ejemplo del
dictador. La Universidad que queremos y por la que debemos luchar no es esa,
pero tampoco es la Universidad don reine la anarquía, sino una Universidad que
su esencia sea enseñar a pensar y su función sea estar al servicio de la
sociedad no al servicio de los intereses del mercado.
¿QUÉ SIGNIFICA SER DOCENTE?
Según el origen etimológico del
término docencia se deriva del latín enseñar, trasmitir conocimientos, formar,
educar. La docencia es un proceso que incluye a dos sujetos, uno que enseña y
otro que aprende, pero de lo anterior no se puede deducir que los docentes son
los únicos que enseñan y el alumno es el único que aprende, ya que en el
proceso tanto aprende el alumno como el docente, obviamente visto desde el
paradigma de la pedagogía crítica.
Ahora bien, sí este mismo fenómeno se
analiza desde la pedagogía tradicional o bancaria como diría Freire, la
cuestión es diferente pues bajo esta concepción el docente es el centro del
proceso por lo que el educando se convierte en una vasija que hay que llenar.
Para lo cual está el docente que es el que sabe, el que planifica, el que
ordena lo que el alumno y la alumna de be hacer.
Desde este paradigma no hay espacio
para que el alumno pregunte, cuestione, problematice la realidad, pues su única
misión es la simple memorización y repetición mecánica de conceptos de libros
que no son expresión de nuestra realidad.
Mientras en el paradigma de la
pedagogía crítica hay un proceso de comunicación dialógica, en la que el alumno
y alumna puede interactuar con el docente en una relación horizontal bajo el
paradigma tradicional la comunicación es vertical.
Según Paulo Freire, “quien forma se
forma y reforma al formar y quien es formado se forma y forma al ser formado.
En este sentido enseñar no es transferir conocimientos, contenidos, ni formar
es la acción por la cual un sujeto creador da forma, estilo o alma a un cuerpo
indeciso y adaptado. En consecuencia, continúa Freire, no hay docencia sin
discencia, (Paulo Freire. Pedagogía de la autonomía. P. 25)
Es necesario comprender la docencia
no como se nos ha enseñado tradicionalmente, en la solamente bastaba con
extraer de un libro para luego repetirla, esto probablemente ha sido factor que
determinado el descrédito de la docencia a nivel Universitario ya que la
docencia por la docencia misma no tiene sentido tampoco puede conducirnos a
desarrollar y enriquecer la producción de conocimiento científico. Es necesario
que la docencia esté vinculada con la investigación científica, de otra manera
la Universidad seguirá siendo la institución formadora de profesionistas
únicamente para el mercado laboral lo cual no es su papel ni su verdadera
esencia.
Por eso me parece bastante acertada
la crítica que hace Raúl Rojas Soriano, en su libro formación de investigadores
educativos cuando señala que la docencia:
“se lleva a cabo como una transmisión
mecánica de las verdades científicas que no requieren someterse a discusión por
lo que el alumno se vuelve un ser pasivo y receptivo, mientras que el profesor
se convierte en la autoridad debido a sus conocimientos y experiencia,
correspondiéndole la parte activa del proceso enseñanza aprendizaje. Así, el
alumno repite lo que aprende sin una reflexión pues se queda con la información
obtenida como algo, dada, incuestionable. No participa, en la construcción del
conocimiento.” De igual manera, plantea que la práctica docente que predomina
actualmente se orienta sólo al manejo de los resultados que han obtenido otras
personas en su actividad científica. Es, pues, una práctica muerta que se
resiste a ser enterrada. (Raúl Rojas Soriano. Formación de investigadores
educativos. P. 24 y 25).
No hay duda que el ejercicio de la
docencia requiere mucha dedicación, entrega, pasión, amor al saber. Por eso
quienes se dediquen a esta noble labor deben estar dispuestos a profundizar
cada día en la esencia de los fenómenos, ya que de esa manera se está innovando
y construyendo nuevo cocimiento para la formación del estudiante. Pues la razón
de ser de la docencia son los estudiantes; no los contenidos de la asignatura.
Tampoco se debe interpretar como que el docente se dedique a otra cosa y
descuide el desarrollo los contenidos, tampoco es así. Lo que aquí se pretende
plantear es que los sujetos más importantes dentro del proceso de enseñanza
aprendizaje son los estudiantes, pues sólo en relación con los estudiantes el
docente puede existir. Entonces el principio esencial de la relación alumno
maestro es la docencia.
En este contexto el docente no puede
limitar su actividad a transferir conocimientos y vigilar el cumplimiento de
los contenidos desarrollados. El docente debe enseñar Cómo interrogar, Cómo
argumentar, Cómo demostrar, debe enseñar a buscar nuevas respuestas que den
origen a nuevas preguntas. Lamentablemente sostiene José Iván Bedoya que la
forma de enseñanza actual:
se enseña no para pensar, para ayudar a
pensar, sino para evitar pensar, sólo para recibir informaciones, para recoger
datos o conocimientos elaborados por otros, sin exigir, para que se dé la reopción, el esfuerzo de pensarlos, de
reflexionarlos ( en el sentido de volver sobre ellos para examinar su contenido
o estructura, o de volver sobre sí mismo para analizar qué es lo que está
haciéndole alumno o cómo está procediendo al actuar como discente” ( José Iván
Bedoya M. Pedagogía. ¿Enseñar a pensar?. P. 83.)
Aunque parezca trillado y
probablemente suene hasta necio pero hay que decirlo sin temor y con toda
nuestra fuerza que una de las limitaciones que más daño están haciendo a la
docencia universitaria es la insuficiente preparación pedagógica, de sus
docentes enseñamos como nos enseñaron cuando éramos estudiantes y creemos tan
firmemente en ese paradigma que nos resistimos hoy en día abandonarlo por otros que nos
puedan dar mejores resultados. Pero como dice el dicho popular “el hábito se
vuelve ley” y esto es lo que ha pasado nos hemos acomodado, pero también la
institución tiene mucha responsabilidad al no haber capacitado a su personal
docente para orientar su práctica pedagógica a un mejor sitial que el que
tenemos hoy. Los docentes deben estar en una permanente reflexión sobre su
propia práctica docente para irla actualizando y poniendo en correspondencia
con los momentos históricos que viven las sociedades.
Hay que destacar que “enseñar y
educar en sociedades como las latinoamericanas desgarradas por la miseria, el
hambre, la falta de oportunidades , la violencia y los gobiernos tiranos que
prevalecen aún en pleno siglo XXI; el profesional no puede asumir una actitud
indiferente, acomodaticia, pues tiene ante sí una realidad que lo golpea sin
clemencia, que lo arrastra a vivir una situación miserable y como tal padece
las injusticias que se producen como resultado de la desmedida concentración de
la riqueza” (Paulo Freire. La educación como práctica de la libertad. 17)
En este sentido le cabe asumir un
compromiso y una opción por aquellos sectores que son duramente golpeados por
las iniquidades del sistema. En consecuencia, el papel del docente debe ser el
de un profesional conciente que denuncia y anuncia algo nuevo para su pueblo.
Cuando el 28 de diciembre de 1959, la
Facultad de Pedagogía de la Universidad de San Tiago de Cuba entregó al Dr.
Ernesto Guevara de la Cerna, el “doctorado Honoris causa” en esa ocasión se
formuló una interrogante ¿Qué tengo que decirle a la Universidad como artículo
primero, como función esencial de su vida? Le tengo que decir que se pinte de
negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre
los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo,
porque la Universidad no es patrimonio de nadie pues pertenece al pueblo. . .
porque para llegar al pueblo hay que sentirse pueblo, hay que saber qué es lo
que quiere, qué es lo que necesita y que es lo que siente el pueblo ( Google.
com. discurso pronunciado por Che Guevara al recibir el Doctorado Honoris causa
en 1959).
En este mismo orden Salvador Allende
en un discurso pronunciado en la Universidad de Guadalajara México decía “ es
necesario que los estudiantes de medicina carguen aunque sea algunos metros el
fardo que los campesinos llevan a cuesta muchos kilómetros para que comprendan
plenamente por qué y de qué se enferman nuestros campesinos, así como los
trabajadores en general que son los que constituyen la mayoría de la población
del país” ( Salvador Allende citado por Raúl Rojas Soriano en Crisis de la salud
y práctica Médica. P. 154)
De igual manera, es necesario que”
los que se comuniquen erradiquen todo prejuicio o rol de superioridad”
(Marisela Rodríguez Rebustillo, Eduardo Moltó Gil et all. Formación de
conocimientos científicos en los estudiantes. P. 2.) Ya que la teoría critica
de la educación así lo demanda en tanto que debe haber una relación horizontal
en la que el docente aprende del alumno y el alumno aprende del docente, con lo
que estaríamos superando la concepción tradicional de la educación en la que el
docente es el depositario de la cultura y el conocimiento y el alumno el
recipiente en el que hay que vaciar la información.
En este mismo orden los mismos
autores sostienen que” en el caso del proceso de enseñanza aprendizaje, el afecto
real entre el profesor y los estudiantes y la valoración que estos hacen de sus
profesores, son esenciales en el sentido que una asignatura tiene para ellos.
Esto influye notablemente en el aprendizaje de los conocimiento,
instrumentaciones, actitudes y valores que se pretenden formar en los
estudiantes” (Ibíd.).
Tomando como base las consideraciones
anteriores, expondré una experiencia que me parece muy alentadora en términos
de que sí lo pretendemos es mejorar la calidad de la educación no simplemente
debemos de partir solo de actualizar los contenidos de la curricula
universitaria, más bien debemos de mejorar la calidad de relación de los
docentes con los alumnos y alumnas.
El dominio del contenido es
importantísimo y tiene que ser tratado con todo el rigor científico, sin
embargo, si no hay una plena disposición para el aprendizaje por parte del
alumno, nuestras clases pueden resultar las más brillantes, pero tendríamos
pocos resultados satisfactorios.
El primer reto que me propongo cuando
inicio con un grupo nuevo es ganarme su confianza, no regalando nada, pero sí
exigiendo trabajo, eso sí con respeto, con cariño, compresión. Haciéndolos
sentir que son personas y que son importantes, que en ellos se cifran las
esperanzas de este país cuando sean profesionales, por eso deben formarse con
disciplina, esfuerzo y perseverancia.
Otro elemento importante es que el
docente no se dedique solamente a dictar sus clases, es necesario conversar con
ellos contarles algunas anécdotas que estén relacionadas con su vida y su
proceso de formación. Por ejemplo, durante varios ciclos que he trabajado con los jóvenes de
economía hemos reflexionado sobre la casa en llamas, una anécdota muy
interesante en la que analizamos la indiferencia de los jóvenes de hoy en día
ante la situación que vive el país, otra fue el carpintero en la que se plantea
la calidad con que construyan su propia casa así será la calidad con que
vivarán en el futuro. Sí bien es cierto son metáforas pero que sirven para
estimular el aprendizaje con esmero, esfuerzo y dedicación. El buen docente no
debe de olvidar de que vivimos en una sociedad asediada permanentemente por la
publicidad alienada y alienante, la cual genera distorsión de su realidad, un
sistema educativo que no contribuye a desalienar a los jóvenes sino por el
contrario promueve la incultura y la falta de toma de conciencia. Por eso el
desafío más grande que tienen los docentes universitarios independientemente de
su profesión es orientarlos correctamente hacia la formación de verdaderos
ciudadanos y luego a que sean excelentes profesionales.
No obstante, si juzgamos el trabajo
docente por lo que vemos, oímos y observamos cabe decir con mucha franqueza que
la mayoría de docentes se dedican a medir el conocimiento, fenómeno que está
haciendo excesivo daño al profesional que egresa de la Universidad. Pues no
existe preocupación del docente por formar valores en los alumnos y alumnas.
Hemos caído en una concepción pragmática de la educación y estamos respondiendo
únicamente a la lógica que impone la globalización neoliberal.
A preparar mano de obra calificada
para que se incorporen al mercado laboral, pero sin que este ciudadano
profesional se le haya desarrollado la sensibilidad social, mucho menos los
sentimientos de solidaridad para con los más pobres de los pobres de este país.
Nos hemos olvidado de aquella
sentencia expresada por aquel pensador Hindú Vivekanenda citado por el Rector
Serbelio Navarrete “Mientras vivan millones de pobres en el hambre y la
ignorancia, a todo aquél que haya recibido educación a sus expensas le
consideraré como un traidor si no se preocupa por ellos” (Ibíd. P. 24). Pero
para cumplir cabalmente con el oficio de docente universitario se requiere
además de las características de ser un buen planificador, tener rigor
científico y dominador del contenido debe estar dispuesto también a
transformarse en una aprendiz, es decir, a aceptar con humildad que él al igual
que el alumno y la alumna están aprendiendo, aunque desde luego en un nivel
diferente.
En este mismo orden se pronuncia
Paulo Freire en torno a esta situación cuando dice
“mi intención en este texto es
mostrar que la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la
vez exigente. Exige seriedad, preparación científica, preparación física,
emocional, afectiva. Es una tarea que requiere, de quién se compromete con
ella, un gusto especial de querer bien, no solo a los otros sino al propio
proceso que ella implica. . . es preciso continua diciendo Freire atreverse en
el sentido pleno de esta palabra hablar de amor sin temor de ser llamado
blandengue, o meloso, acientífico si es que no anticientífico” (Paulo Freire.
op.citp. P.8)
En consecuencia, hacer docencia
implica una buena dosis de humildad, es decir, aceptar que lo poco que sabemos
es casi nada en relación con lo que tenemos que aprender cada día, partiendo
también del vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología, por esa razón
debemos ser muy comedidos con nuestros planteamientos cuando estamos exponiendo
una clase, no aparecer ante los alumnos y alumnas como que somos lo sabelotodo,
ya que deja en el ambiente una estela de negatividad para nosotros los
docentes. Es preferible que sea el alumno o la alumna las que comenten de lo
bien que trabaja x o y docente. Pero también esa actitud debe ser sincera y no
superficial.
Por eso es importante retomar las
enseñanzas del gran filósofo griego. Sócrates. Cuando el Oráculo de Delfos le
dieron el calificativo del más sabio de Grecia porque de todos los ciudadanos
más influyentes de esa época fue el único que aceptó que no sabía nada, de ahí
la gran frase que se escribió para la eternidad “yo solo se que nada sé”. Con
ello estaba aceptando sus propias limitaciones.
“Humildad no significa de ningún modo
falta de respeto hacia nosotros mismos, ánimo acomodaticio o cobardía. Al
contrario, humildad exige valentía, confianza en nosotros mismos, respeto hacia
nosotros mismos y hacia los demás (Ibid. P. 60)
Como se puede ver estos son recursos
didácticos de los que el docente se puede valer para realizar su actividad
docente con calidad y eficiencia. Obviamente sin abandonar el desarrollo
científico de la materia, pues esos son los conocimientos que él o ella llevará
para comprender y hacer la correcta lectura de la realidad. Pero también, hay
que destacar que juega un papel importante los valores que el docente transmita
hacia sus educandos, ya que la formación no sólo se valorará por el cúmulo de
conocimientos que haya atesorado, pues es más importante los cambios operados
de su comportamiento, los cuales no se pueden medir con un test de medición no
obstante, sí podemos observar. Por ejemplo, para mí el mejor gesto de ese
comportamiento logrado por los estudiantes es la solidaridad que ellos me
expresaron los días que estuve incapacitado por motivos de un accidente, buena
parte de alumnos y alumnas me visitaron en la casa, me hablaron por teléfono,
me enviaban mensajes de solidaridad al celular. Estos comportamientos jamás los
podremos medir a través de un examen. Sin embargo, es lamentable que la mayoría
de docentes de la Universidad se dedican hacer exámenes, cuando sabemos que los
exámenes por muy bien que estén estructurados nunca miden lo que los
estudiantes han aprendido, y es que tenemos un concepto demasiado reducido de
aprendizaje, creemos que aprender es sinónimo de repetir, pero si consultamos a
un diccionario pedagógico o cualquier teoría del aprendizaje moderno nos
daremos cuenta de que el aprendizaje es una construcción del sujeto que está
aprendiendo desde luego guiado por un docente que posee más experiencia.
Entonces ¿Cuándo podremos decir que un alumno ha aprendido? Podremos afirmar
que ha aprendido cuando él o ella es capaz de elaborar, un cuestionamiento, una
explicación científica sobre un determinado fenómeno de la realidad. Cuando es
capaz de encontrar los nexos, relaciones internas y externas de los fenómenos.
Empero hay que mencionar que es un
proceso que probablemente empieza con migo pero que continúa con los demás.
Ahora bien, el problema se presenta cuando el nuevo profesor no toma en cuenta
los conocimientos previos que el alumno o alumna trae de ciclos anteriores,
entonces se pierde continuidad y el proceso se anula no en su totalidad pero si
en buena parte.
REFERENCIAS BIBLIGRAFICAS.
1. Paulo Freire. Cartas a quién Pretenda enseñar. Editorial
Siglo XXI.
2. Serbelio Navarrete. En los Jardines
de Academo. Editorial Universitaria.
3. Fernando Hernández y Juan María
Sancho. Para enseñar no basta saber la asignatura. Editorial Paidos.
4. Daisaku Ikeda. El nuevo humanismo.
Editorial Fondo de Cultura Económica.
5. Franz Kafka citado por Heinz
Dieterich, en identidad y globalización. Editorial Siglo XXI.
6. Paulo Freire. Pedagogía de la
Autonomía. Editorial Siglo XXI.
7. Raúl Rojas Soriano. Formación de
investigadores educativos. Editorial Plaza y Valdés.
8. José Iván Bedoya. Enseñar a pensar.
Editorial Ecoe ediciones Bogotá Colombia.
9. Amparo Ruiz del Castillo. y Raúl Rojas Soriano. Vinculo de la Docencia
–e investigación. Editorial Plaza y Valdés.
10. Marisela Rodríguez Rebustillo y y
Eduardo Moltó. La formación de conocimientos científicos en los estudiantes.
11. Internet. Carlos de la Isla. Artículo
sobre la Universidad como conciencia crítica.
12. Internet. Carlos de la Isla
Responsabilidad social de la Universidad.
13. Internet. Diana Gómez. artículo “ el niño y la dictadura del silencio”
14. Internet. Discurso Pronunciado por el
Che en la entrega del doctorado Honoris causa en la Universidad de las Villas
Cuba.
15. Internet. Discurso pronunciado por
Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara en el año de 1952 citado por
Raúl Rojas Soriano en Crisis de la Salud y Práctica médica.
16. Fernando Savater. El valor de educar.
Editorial Ariel.
17. Francisco Gutiérrez. La educación
como praxis política. Editorial Siglo XXI.
18. Paulo Freire. La educación como
práctica de la libertad. Editorial Siglo XXXI.
19. Edgar Morin. La cabeza bien puesta.
Editorial Nueva Visión.
20. Edgar Morin, Emilio Roger Ciurana et
all. Educar en la era planetaria. Editorial Gedisa.
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