EL MUNDO DE LAS COSAS Y LA
DESVALORIZACIÓN DEL HOMBRE.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
En la sociedad capitalista en la que hoy vivimos las mercancías valen más que cualquier ser
humano. De igual manera, el hombre ha sido rebajado a la categoría de
objeto, de cosa es decir, se ha
cosificado.
Con justa razón lo decía Marx en los
manuscritos económicos y filosóficos de
1844 “La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la
valorización del mundo de las cosas" (Karl Marx); cada día observamos como
el hombre va perdiendo su característica fundamental que lo hace ser diferente
a las otras especies. El raciocinio.
Cada día los hombres y mujeres actúan
como máquinas, robot que han sido construidos
para funcionar y realizar determinadas operaciones. La vida cotidiana está
llena de ejemplos, usted visita una fábrica de calzado verá como cada
trabajador realiza una única operación, se especializa en ella pero desconoce
todo el proceso. En los bancos, las cajeras realizan una serie de operaciones sin
que ellas o ellos estén plenamente conscientes lo que están haciendo; su
interés se centra en obtener un miserable salario para medio sobrevivir.
Otro ejemplo, es los centros de
comida rápida, (Burger King, McDonald entre otros) en la que los trabajadores
tienen una cadena de operaciones que cumplir durante el proceso de trabajo. Todo esto se convierte en una actividad
monótona sin sentido, nada más con deseos de que se llegue la hora de salida o el día descanso para poder respirar
un poco de libertad.
En este contexto, el trabajo se
convierte en una actividad deshumanizante y enajenante. En la que resulta como
lo planteaba Marx, en los manuscritos económicos y filosóficos “el trabajador sólo se siente libre en sus
funciones animales, en el comer, beber y engendrar... “lo animal se convierte
en lo humano y lo humano en animal”. De una manera similar lo plantea Erick Fromm en
su libro Marx y su concepto de hombre, “la enajenación conduce a la perversión
de todos los valores al hacer de la
economía la ganancia, el trabajo y la
sobriedad”
Ahora bien, sí este fenómeno lo trasladados al
plano educativo se expresa de la misma manera aunque con algunos matices
diferentes. Cuando la práctica educativa, deviene por
parte del docente en un instrumento mecánico, repetitiva y libresca de los textos y cuando los educandos no se les
da la oportunidad de expresar sus ideas, su mundo y cuando los sistemas de evaluación se centran
en la simple medición se embota y se
atrofia el desarrollo de la creatividad
y la lógica del pensamiento. Cuando los curriculun son impuestos por una
autoridad en la que sobrevaloran los aspectos técnicos haciendo caso omiso de
las ciencias humanas la educación se convierte en alienada y alienante.
Cuando a los docentes se les reduce a
llenar papeles y no tienen el espacio para investigar, el docente resulta
alienado. Cuando los salarios que devengan los docentes no logran cubrir las
necesidades básicas, su trabajo deviene en enajenación y no en la realización del docente.
¿Por qué hacemos está aseveración? En
el tomo I del capital en el capítulo de la mercancía Karl Marx plantea que el obrero o trabajador
para elaborar una mercancía invierte su fuerza de trabajo, pone en actividad
sus músculos, sus manos su experiencia y
sabiduría por lo tanto, esa mercancía lleva implícita parte de su vida, su
creatividad y su imaginación.
De todo
ese esfuerzo surgirá una preciosa mesa, una casa o un hermoso auto. No
obstante, cuando esa mercancía sale al mercado adquiere unas cualidades que
deslumbran incluso al mismo productor. En ese sentido la sociedad entera valora
más al objeto que a su creador, a la mercancía le proporciona cualidades hasta
metafísicas pero se olvida que esos objetos han surgido de la inteligencia,
creatividad y esfuerzo del hombre.
La sociedad al olvidar el esfuerzo, la creatividad y las
condiciones en que se produjo el objeto o mercancía, cuando se trasladan esas cualidades a las mercancías, el
hombre se empobrece, se deshumaniza y se transforma en una bestia a la que sólo hay que
darle lo necesario para que medio sobreviva. En este sentido el trabajo se
convierte para el hombre en una pesadilla, en la que hay que hacerlo para no morirse
de hambre pero que él no se realiza como hombre y por lo tanto, el trabajo no
es fuente de su realización sino al contrario es su mayor desgracia.
En este contexto el “trabajo es algo exterior al
trabajador, es decir, algo que no forma parte de su identidad; en que el
trabajador, por tanto, no se afirma en su trabajo, sino que se niega en él, no
se siente feliz, sino desgraciado, no desarrolla al trabajar sus libres
energías físicas y espirituales, sino que, por el contrario, desgasta su cuerpo
y arruina su espíritu.” En conclusión en esto consiste la enajenación del
hombre en la sociedad capitalista. (Marx. Manuscritos económicos y filosóficos
de 1844)
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