LAS DOS GRANDES TEORÍA QUE ABORDAN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
Para explicar la realidad social es necesario comprender que existen dos
grandes corrientes filosóficas del
pensamiento, que nos guían para tener
una mejor comprensión de los fenómenos sociales. Estas dos corrientes son: Idealismo y
materialismo. La manera como nos apropiamos del conocimiento tiene mucho que
ver con la concepción teórica y práctica que cada uno asuma al momento de
explicar un determinado fenómeno.
El idealismo con sus respectivas variantes;
positivismo, funcionalismo, estructuralismo, escepticismo, pragmatismo y
neo-liberalismo. Para la corriente filosófica del idealismo la realidad social
ha sido creada de una vez y para siempre por lo tanto, lo único que tiene que
hacer el hombre es irle haciendo los ajustes necesarios para que funcione.
Por su parte, el funcionalismo como teoría
sociológica trata de explicar la realidad social como un conjunto de variables interrelacionadas
que forman una estructura a la que únicamente hay que hacerle cambios para que
el sistema siga funcionando. Por ejemplo: Reformar el sistema educativo,
reformar el sistema de salud, el sistema de
administración de justicia entre otros. Como ya se decía antes el
positivismo, el escepticismo, el pragmatismo, el estructuralismo son
variantes que al final responden a una
misma concepción del mundo.
ESTRUCTURAL –FUNCIONALISMO.
Según
el estructural – funcionalismo, lo que se debe estudiar de los fenómenos
sociales no son sus causas sino los efectos. Por lo tanto, lo importante es describir el comportamiento de
las variables que intervienen en su accionar. De ahí que la sociología de la
comunicación desde esta
perspectiva se concreta en analizar los efectos que esta tienen en la
población sobre todo en las masas poblacionales.
EL MATERIALISMO HISTÓRICO DIALÉCTICO.
Esta corriente es lo opuesto a la anterior en
tanto que, analiza al mundo a la
sociedad en un constante devenir, cambio y transformación pero que dichas
transformaciones se realizan como fruto de las contradicciones que están
implícitas en cada fenómeno de la realidad.
El materialismo parte de la tesis de que el
universo obedece a sus propias leyes que no han sido creadas por ningún ser
superior; que las causas de los problemas sociales no hay que buscarlos en la
cabeza de los seres humanos sino en las condiciones históricas que vive la sociedad.
Por
ejemplo. La pobreza, la delincuencia, el
hambre, la miseria, la falta de acceso a los servicios de salud, educación,
vivienda digna, bajos salarios etc. Todas estas son contradicciones sociales
que se les debe buscar una explicación
causal en la manera como la sociedad está organizada para producir y reproducir
su propia existencia.
En la medida en que los recursos o medios de
producción sean apropiados por un pequeño grupo de personas vamos a tener en el
otro extremo una gran cantidad de población que sólo tiene para subsistir su
fuerza de trabajo que se convierte de ese modo en una mercancía más dentro de
la lógica del sistema capitalista.
En ese sentido los medios de comunicación al
estar en manos de un pequeño grupo responden a los intereses de esa clase que
los posee. En consecuencia, los medios de comunicación no son neutrales ni
apolíticos sino que responden a
determinados intereses; quien escribe en los medios escribe desde determinada
concepción del mundo por lo tanto, expresa
los valores, la ideología y sus creencias que defiende. Cabe aclarar que en las
condiciones socio-históricas en que se mueve la sociedad actual también hay
medios alternativos que no responden a la lógica del capital sino a las
características de una nueva sociedad.
Como
puede verse esta teoría no se queda simplemente con conocer los efectos sino
que busca las causas, en el entendido de que la ciencia no tiene verdades
absolutas ni definitivas pues la ciencia es un conjunto de conocimientos en
desarrollo permanente es decir, que cada momento se está actualizando con los
nuevos aportes de las diferentes disciplinas científicas.
Por otro lado, para la teoría del materialismo histórico dialéctico
no le es suficiente con examinar los efectos
de los fenómenos si no que busca explicar de manera científica los
condicionamientos que genera el hecho de
que la población en su mayoría no tenga
acceso a los medios masivos de comunicación
y como esa realidad se distorsiona, se manipula para ponerla en función
de los intereses de las clases dominantes.
Según Leonardo Acosta[1]
la expresión “medios masivos de comunicación” – surgida en los Estados Unidos –
esconde una trampa, o acaso varias. En primer lugar, tales medios no constituyen realmente un
vehículo de comunicación humana, pues la comunicación implica dialogo,
intercambio, y los mass media hablan, pero no admiten respuesta. Son en todo
caso, son medios de “transmisión, o de difusión”. En segundo lugar, los
términos “masivo”, “masa” empleados por la sociología funcionalista son conceptos
abstractos, imprecisos y
equívocos. Así la referencia a “medios masivos” sugerir el empleo, por
parte de las masas populares, de ciertos
vehículos transmisores de mensajes, lo cual
no ocurre en la sociedad
capitalista. Pero además, sí se trata de
medios de difusión, debemos saber a qué fines están destinados, y quién o
quiñes están en disposición de utilizar esos medios de acuerdo con los fines establecidos.
Hay que destacar que, la comunicación no es
un acto aislado, utilizando técnicas cada vez más sofisticadas, sino un “hecho
social total” como sostiene Marcel Maus,
sociólogo y antropólogo de origen
Francés, graduado en la Universidad de Burdeos, sobrino y discípulo de Emilio Durkheim.
Quién comunica qué, Cómo y a quién? Es un flujo permanente, pero
dialéctico y orientado por las desigualdades sociales existentes. En este sentido nos debe
quedar claro que estamos ante un fenómeno social que no admite la neutralidad
mucho menos la apoliticidad.
Ante lo planteado por estas dos corrientes
caben por consiguiente dos posiciones extremas. La primera es dejar las cosas
como están y la segunda rechazarlo y
contribuir a transformar la realidad.
San Salvador, 18 de diciembre de 2017
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