CARL MARX HA MUERTO PERO
YA ESTÁ NUEVAMENTE CON LA CLASE TRABAJADORA, EXPLOTADA Y ASALARIADA.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
BREVE INTRODUCCIÓN.
Primeramente
quiero hacer una aclaración que la considero pertinente y necesaria. El texto
que se está reproduciendo, es un resumen de un capítulo del libro de “Con
Sangre en las Venas” del investigador y
docente de la Universidad de Buenos Aíres Argentina. Néstor Kohan. El titulo lo
he modificado con el propósito de hacerlo más atractivo a la percepción de los
lectores.
Por otra
parte, tomé la decisión de digitar este
texto porque considero necesario que las nuevas generaciones conozcan el
verdadero Marx no el que les venden los medios de comunicación burguesa, pero
además, asimilen un marco teórico conceptual científico para comprender e
interpretar la realidad actual.
Por otro
lado, que las generaciones de jóvenes, profesionales de todas las disciplinas
estudien el monumental aporte dado por Marx a la Ciencia y la cultura universal.
Pero
estudiar a Marx no es suficiente examinarlo como un revolucionario sino como:
científico, filosofo, político, revolucionario, teórico pero además, como una
persona humana, noble y con un alto nivel de ética y moralidad. De él es una
frase. “Soy un hombre, nada humano me es ajeno"
DESARROLLO.
Melena
blanca, bigote negro, traje oscuro así vestía Carlos Marx. En la penumbra gris y opaca
del anochecer, sólo se alcanzaba a vislumbrar el contorno de su barba
blanca y su espeso bigote negro. Su larga cabellera se mantenía medio
despeinada. Parecía exhausto, agotado, casi desilusionado. Estaba muy sólo y bastante triste.
Vestía un
saco antiguo, totalmente fuera de moda, de colores oscuros. Tenía apoyada la mano en el estómago y, sobre
ella, un pequeño reloj con cadena. Permaneció sentado sobre una silla de madera, tieso, con una mirada enigmática,
como preguntándose. Así quedó,
petrificado, cuando la noche se volvió
oscura.
Paulatinamente
corrió el rumor. Era el año 1989, Muchos
lo dieron por muerto. Como tantas otras veces. Habían esperado ese
momento desde un tiempo sin memoria. Festejaron con un entusiasmo desbocado y grosero. ¡A hora sí!, se codeaban
mutuamente, mientras acariciaban, entre risotadas y exabruptos, sus tarjetas de crédito
y sus acciones bursátiles. Estos
años inmediatos fueron crueles, despiadados e inmorales. Ellos no tuvieron
escrúpulos. Ni una pizca de lastima. Los aprovecharon bien, con una obscenidad
y un cinismo sin límites.
Pero al rato
regresó. Estaba anonadado. Aunque los conocía
de cerca, porque los había
estudiado durante décadas, le costaba asimilar la tremenda frivolidad de sus enemigos.
Ahora ya no
estaba en penumbras. Se le veía sonriente, enérgico, decidido. Como quién retorna en la mañana con ganas
de recuperar el tiempo perdido. Venía caminando con
movimientos rápidos y pasos cortos.
Tampoco estaba sólo. Lo acompañaban muchos jóvenes, un nutrido racimo de
muchachos y muchachas de diversas nacionalidades y culturas, vestidos de una manera
muy distinta a la suya. Sus
peinados contrastaban con la larga cabellera
canosa del viejo. Conversaban animadamente sobre las nuevas estrategias del capital, la globalización y la lucha contra el imperialismo.
Él les
hablaba gesticulando, enfatizando cada palabra con un movimiento de la mano. Ellos interrogaban y escuchaban sus respuestas con
atención. Lo observaban con una
expresión de asombro que no terminaba nunca
de apagarse. Estaban impresionados. Después de casi dos décadas de
discursos fragmentarios, monocordes y
“realistas” volver a encontrarse con los conceptos totalizantes del viejo
generaba una emoción difícil de disimular.
Sus
preguntas siempre apasionadas provocaban
una inmediata aceleración de las palpitaciones.
Cuando lo
vieron aparecer de nuevo, asomando su melena
blanca en medio de tantos
jóvenes, sus enemigos no lo podían creer. Se les cayó la mandíbula. ¡Era
imposible que el fantasma hubiera resurgido
de las cenizas!
Tratando de
explicar ese repentino regreso, durante
el año de 1989 la BBC News On line de Londres realizó una votación por internet
en la que preguntaba quiénes eran “ los diez pensadores más grandes del milenio” el resultado confirmaba lo que
se temía. Estos jóvenes no se
habían equivocado. Marx había vuelto.
La compulsa
de la BBCA culminó de la siguiente
manera: Carlos Marx, segundo Albert Einstein, tercero Isaac Newton, cuarto
Carlos Darwin, quinto Santo Tomás de Aquino. . . decimo Federico
Nietzsche. Con la boca abierta y sin argumentos, algunos periodistas de los
medios de comunicación “ independientes”
y “ serios” sólo atinaron a
explicar el sorprendente resultado
de la encuesta británica afirmando que “ Fidel Castro ordenó
votar por internet a todos los cubanos
y por eso ganó Marx . . . “ fue
cómico y también patético.
El moro
(como le cómo lo llamaban cariñosamente
su familia y sus amigos) dejó una
obra monumental. Por el contenido, por el brillo y también por el tamaño. Todavía hoy en la
madrugada del siglo XXI, restan
materiales de Marx que no han
sido traducidos al castellano, nuestro idioma.
Sus papeles y manuscritos póstumos son casi extensos como los libros editados en vida. Muchos de
esos papeles vieron la luz gracias a su
inseparable amigo y compañero Federico Engels. Otros fueron
publicados por hacia fines del siglo XIX
por la socialdemocracia alemana,
corriente que le introdujo no pocos cortes
y mutilaciones. Más tarde, durante el primer tercio del siglo
XX, la edición estuvo a cargo de
uno de los máximos estudiosos mundiales del marxismo, conocido por el
seudónimo de David Riazanov. Un
entrañable compañero, trágicamente asesinado en tiempos de Stalin.
De esa
impresionante acumulación de escritos, a los que Marx subordinó su felicidad personal, el bienestar de su
familia y hasta su salud física, El
Capital sigue siendo una obra fundamental.
“Un cañonazo” “un misil contra la burguesía”, como lo
describió su autor sin haber exagerado en lo más mínimo. ¿Por qué: Lenin,
Fidel, el Che y otros más han
dedicado tiempo y esfuerzos, a pesar de
las condiciones tan poco propicias, a la lectura y el estudio de esta obra tan compleja? ¿Y nosotros? ¿No
tenemos acaso otras demandas más urgentes? En nuestra opinión no todo lo que
hay que saber en la vida se encuentra en EL Capital.
Grave equivocación de aquellos que nos sugieren leer únicamente
textos Marxistas y dejar de lado el
resto del pensamiento social, clásico y contemporáneo.
Sin embargo,
si uno pretende acompañar y legitimar la
rebelión cotidiana contra el modo de vida capitalista con herramientas teóricas
y conceptuales conviene no desconocer
ni olvidar EL Capital. En esta obra de escandalosa actualidad, Marx hunde el cuchillo de la crítica en el
corazón del modo de producción
capitalista. No le tiembla el pulso
ni la mano. Allí descubre un entramado
de relaciones sociales en el
cual la explotación viene entrecruzada por relaciones de
dominación. De ahí que el marxismo debe ser entendido como teoría crítica y no como razón del Estado, concebido como
filosofía de la praxis y no como una
cosmología evolucionista que tiene mucho que ofrecer a los jóvenes de hoy. ¿Tiene entonces sentido insistir, una
vez más, con el viejo de la melena blanca, bigote negro y traje antiguo? creemos que sí. Vale la pena
hacer el esfuerzo por desaprender los lugares comunes, bastardeados hasta el
límite, que hasta ayer nomás monopolizaban la palabra en el campo
revolucionario. Carlos Marx, Viejo pero
joven, canoso pero enérgico, critico pero entusiasmado, con el pesimismo de su
reflexión pero con el optimismo de su voluntad, seguirá dando batallas junto
a nosotros. Y nosotros junto a él.
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