miércoles, 20 de diciembre de 2017

CARL MARX HA MUERTO PERO YA ESTÁ NUEVAMENTE CON LA CLASE TRABAJADORA, EXPLOTADA Y ASALARIADA. POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.



CARL MARX HA MUERTO PERO YA  ESTÁ NUEVAMENTE  CON LA CLASE TRABAJADORA, EXPLOTADA  Y ASALARIADA.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
BREVE INTRODUCCIÓN.
Primeramente quiero hacer una aclaración que la considero pertinente y necesaria. El texto que se está reproduciendo, es un resumen de un capítulo del libro de “Con Sangre en las  Venas” del investigador y docente de la Universidad de Buenos Aíres Argentina. Néstor Kohan. El titulo lo he modificado con el propósito de hacerlo más atractivo a la percepción de los lectores.
Por otra parte,  tomé la decisión de digitar este texto porque considero necesario que las nuevas generaciones conozcan el verdadero Marx no el que les venden los medios de comunicación burguesa, pero además, asimilen un marco teórico conceptual científico para comprender e interpretar la realidad actual.
Por otro lado, que las generaciones de jóvenes, profesionales de todas las disciplinas estudien el monumental aporte dado por Marx a la Ciencia  y la cultura universal.
Pero estudiar a Marx no es suficiente examinarlo como un revolucionario sino como: científico, filosofo, político, revolucionario, teórico pero además, como una persona humana, noble y con un alto nivel de ética y moralidad. De él es una frase. “Soy un hombre, nada humano me es ajeno"
DESARROLLO.
Melena blanca, bigote negro, traje oscuro así vestía Carlos Marx.  En la penumbra gris  y opaca  del anochecer, sólo se alcanzaba a vislumbrar el contorno de su barba blanca y su espeso bigote negro. Su larga cabellera se mantenía medio despeinada. Parecía exhausto, agotado, casi desilusionado. Estaba muy sólo  y bastante triste. 
Vestía un saco antiguo, totalmente fuera de moda, de colores oscuros.  Tenía apoyada la mano en el estómago y, sobre ella, un pequeño reloj con cadena. Permaneció sentado sobre una silla  de madera, tieso, con una mirada enigmática, como preguntándose.  Así quedó, petrificado, cuando la noche  se volvió oscura.
Paulatinamente corrió el rumor. Era el año 1989, Muchos  lo dieron por muerto. Como tantas otras veces. Habían esperado ese momento desde un tiempo sin memoria. Festejaron con un entusiasmo desbocado  y grosero. ¡A hora sí!, se codeaban mutuamente, mientras acariciaban, entre risotadas  y exabruptos, sus tarjetas  de crédito  y sus acciones  bursátiles. Estos años inmediatos fueron crueles, despiadados e inmorales. Ellos no tuvieron escrúpulos. Ni una pizca de lastima. Los aprovecharon bien, con una obscenidad y un cinismo sin límites. 
Pero al rato regresó. Estaba anonadado. Aunque los conocía  de cerca,  porque los había estudiado durante décadas, le costaba asimilar la tremenda frivolidad  de sus enemigos.
Ahora ya no estaba en penumbras. Se le veía sonriente, enérgico, decidido.  Como quién retorna en la mañana con ganas de  recuperar   el tiempo perdido. Venía caminando con movimientos rápidos  y pasos cortos. Tampoco estaba sólo. Lo acompañaban muchos jóvenes, un nutrido racimo de muchachos  y muchachas  de diversas nacionalidades  y culturas, vestidos  de una manera  muy distinta  a la suya. Sus peinados contrastaban con la larga cabellera  canosa del viejo. Conversaban animadamente  sobre las nuevas estrategias  del capital, la globalización  y la lucha contra el imperialismo.
Él les hablaba gesticulando, enfatizando cada palabra con un movimiento  de la mano. Ellos interrogaban  y escuchaban sus respuestas con atención.  Lo observaban con una expresión  de asombro  que no terminaba  nunca  de apagarse. Estaban impresionados. Después de casi dos décadas de discursos  fragmentarios, monocordes y “realistas”  volver a encontrarse  con los conceptos totalizantes  del viejo  generaba  una emoción  difícil de disimular.
Sus preguntas siempre apasionadas provocaban  una inmediata  aceleración  de las palpitaciones.
Cuando lo vieron aparecer de nuevo, asomando su melena  blanca  en medio de tantos jóvenes, sus enemigos no lo podían creer. Se les cayó la mandíbula. ¡Era imposible que el fantasma hubiera resurgido  de las cenizas!
Tratando de explicar  ese repentino regreso, durante el año de 1989  la BBC News  On line de Londres  realizó una votación  por internet  en la que preguntaba quiénes eran “ los diez  pensadores más grandes  del milenio” el resultado confirmaba  lo que  se temía. Estos jóvenes  no se habían equivocado. Marx había vuelto.
La compulsa de la BBCA culminó  de la siguiente manera: Carlos Marx, segundo Albert Einstein, tercero Isaac Newton, cuarto Carlos Darwin, quinto Santo Tomás de Aquino. . . decimo Federico Nietzsche.   Con la boca abierta  y sin argumentos, algunos periodistas de los medios de comunicación “ independientes”  y “ serios”  sólo atinaron a explicar  el sorprendente  resultado  de la encuesta  británica  afirmando que “ Fidel  Castro ordenó  votar por internet a todos los cubanos  y por eso ganó  Marx . . . “ fue cómico y también patético.
El moro (como le cómo lo llamaban cariñosamente  su familia  y sus amigos) dejó una obra monumental. Por el contenido, por el brillo  y también por el tamaño. Todavía hoy en la madrugada del siglo XXI, restan  materiales  de Marx que no han sido traducidos al castellano, nuestro idioma.  Sus papeles  y manuscritos  póstumos son casi extensos  como los libros editados en vida. Muchos de esos papeles vieron la luz gracias  a su inseparable  amigo  y compañero Federico Engels. Otros fueron publicados por  hacia fines del siglo XIX por la socialdemocracia  alemana, corriente que le introdujo no pocos cortes  y mutilaciones. Más tarde, durante el primer tercio  del siglo  XX, la edición estuvo a cargo  de uno  de los máximos estudiosos  mundiales del marxismo, conocido por el seudónimo de David Riazanov.  Un entrañable compañero, trágicamente asesinado en tiempos de Stalin.
De esa impresionante acumulación de escritos, a los que Marx subordinó  su felicidad personal, el bienestar de su familia  y hasta su salud física, El Capital sigue siendo una obra fundamental.  “Un cañonazo”  “un misil contra la burguesía”, como lo describió su autor sin haber exagerado en lo más mínimo. ¿Por qué: Lenin, Fidel, el Che  y otros más han dedicado  tiempo y esfuerzos, a pesar de las condiciones tan poco propicias, a la lectura y el estudio  de esta obra tan compleja? ¿Y nosotros? ¿No tenemos acaso otras demandas más urgentes? En nuestra opinión no todo lo que hay que saber en la vida se encuentra en EL Capital.
Grave equivocación de aquellos que nos sugieren leer únicamente textos Marxistas  y dejar de lado el resto del pensamiento social, clásico y contemporáneo.
Sin embargo, si uno pretende acompañar  y legitimar la rebelión  cotidiana contra el modo  de vida capitalista con herramientas  teóricas  y conceptuales  conviene no  desconocer  ni olvidar EL Capital. En esta obra de escandalosa actualidad, Marx hunde el cuchillo de la crítica en el corazón  del modo de producción capitalista. No le tiembla el pulso  ni la mano. Allí descubre un entramado  de relaciones sociales  en el cual  la explotación  viene entrecruzada por relaciones de dominación. De ahí que el marxismo debe ser entendido como teoría crítica  y no como razón del Estado, concebido como filosofía de la praxis  y no como una cosmología evolucionista que tiene mucho que ofrecer a los jóvenes  de hoy. ¿Tiene entonces sentido insistir, una vez más, con el viejo de la melena blanca, bigote negro  y traje antiguo? creemos que sí. Vale la pena hacer el esfuerzo por desaprender los lugares comunes, bastardeados hasta el límite, que hasta ayer nomás monopolizaban la palabra en el campo revolucionario.  Carlos Marx, Viejo pero joven, canoso pero enérgico, critico pero entusiasmado, con el pesimismo de su reflexión  pero con el optimismo  de su voluntad, seguirá dando batallas junto a nosotros.  Y nosotros junto a él.



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