domingo, 5 de noviembre de 2017

Los hombres son Súbditos. El dinero es el Rey.



LOS HOMBRES  SON  SÚBDITOS: EL DIRERO ES EL REY.
POR: MSc.  JOSÉ ISRAEL VENTURA.

En la sociedad en la que vivimos, al menos  se observan tres características sobresalientes: El desencanto, la desesperanza y el poder implacable del dinero. El dinero es sin lugar a dudas la medida de todas las cosas. Con él se compra y se vende, por él hay guerras, invasiones, suicidios, violaciones, masacres, poder y soberbia. Es como dicen algunos pensadores de hoy y de antaño. La ramera Universal. 
 El dinero a ha arrastrado al hombre desde hace muchos siglos hacia los más execrables actos de barbarie; el dinero mueve los mercados, con el dinero se compran voluntades, se compra conocimiento, ciencia y como dice el dicho popular “el dinero empareja hasta barrancos”.
 En la sociedad en la que vivimos   todo se transforma en mercancía, todos  somos mercancías que tienen un valor de uso y un valor de cambio. En  la sociedad capitalista las mercancías tienen valor, los seres humanos somos basura, las mercancías se personifican y adquieren valor, los hombres objetos desechables. Las relaciones humanas se transforman en relaciones entre cosas, entre objetos, las personas valen por lo que llevan puesto, la marca del pantalón, la camisa, los zapatos, la casa que habitan,  el carro que manejan, el lugar de residencia, el Colegio y la Universidad donde estudian tus hijos . Ósea valemos por las apariencias, por lo externo y no por la esencia que nos hace hombres.
 Como podemos observar cada día este diabólico fenómeno, (Dinero)  nos atormenta, nos angustia  y nos desespera,  se ha  apoderado de la humanidad entera,  transformándolos en seres pesimistas, llenos de  incertidumbre,  miedo y angustia,  que lleva aparejado  la pérdida de ideales, de sueños en las presentes generaciones  y como consecuencia el arraigo del egoísmo e individualismo,  la cultura del facilismo; los cuales se han elevado a la categoría de máximos valores.
Los cuales hay que seguir porque son las leyes que dicta el mercado, las que  resultan incuestionables. El poder del dinero arrastra al hombre a la concentración de la riqueza  cada día, pero profundiza la miseria, el hambre, la pobreza y las  inequidades humanas. Aumentan  los marginados,  los  excluidos, los desempleados, los sin techo, los descalzos y los mendigos en las calles.  Pero son menos los que acaparan la riqueza del mundo.
Dicho en palabras de Eduardo Galeano, se ha concentrado la riqueza pero se ha globalizado la pobreza.
El dinero vuelve a las personas ambiciosas pero a la vez conformistas, pesimistas,  indiferentes e insensibles. En pocas palabras deshumaniza al hombre. El dinero hace perder la ilusión, la esperanza, lo vuelven duro, le rinden culto al dinero, porque ese  es  su Dios. Al igual que para los millonarios, su Dios está en la bolsa de valores, en sus negocios, en el lavado de dinero, en el narcotráfico, no en las Iglesias.
 El capitalismo es una sociedad organizada para destruir, toda clase de vida,  es decir de todas las especies que hay en el planeta. Por lo tanto, es un sistema perverso, hostil al hombre que urge cambiarlo para devolverle la verdadera dignidad al hombre. Es un sistema que su única lógica es la ganancia, la explotación  y la concentración de riquezas.  
Vivimos en un mundo totalmente desigual, en la que unos pocos tienen mucho y muchos no tienen nada, se vive el más deplorable darwinismo social, en la que los más fuertes se comen a los más pequeños, es una lucha sin cuartel en donde la vida humana no tiene ningún valor, es una lucha como diría  Tomás Hobbes  es una lucha en la que “el hombre es el lobo del hombre”. Porque el valor lo poseen los objetos, las cosas, las mercancías, se es más por lo que se tiene  y no por lo que se es, las cosas dominan al hombre, no el hombre a las cosas; el hombre se  ha cosificado, es decir, se  ha vuelto  cosa, pero además, ha cosificado todas sus relaciones, pues son las cosas las que  median y  que hablan por él y no él  por  las cosas,  se valora  a la persona por lo que tiene, no por lo que  es; todo se ha invertido, tus mismas amistades están estructuradas proporcionalmente, es decir, según tus pertenencias, según tus bienes  o como dice el dicho acuñado en el capitalismo “ tanto tienes tanto vales”  si no tienes nada no vales nada. En este tipo de relaciones, el pobre, el excluido, el marginado son piezas desechables, inservibles, pues no son sujetos de nada y en el mejor de los casos son un estorbo para el “desarrollo del capitalismo”, pues de una manera u otra tienen que invertir.
El capitalismo pretende hacernos creer que para sobrevivir hay que competir y por lo tanto, sobrevive el  más apto, el más inteligente, es un sistema que promueve el individualismo, la inequidad,  el egoísmo, el oportunismo y el arribismo.  Es la cultura del más fuerte sobre el más débil. Para sobre vivir  en este sistema todos sin excepción debemos someternos a las leyes sagradas del mercado.
En el mercado encuentras lo que quieras, el sistema produce mercancías como hongos  en las plantas, la publicidad las promueve las  veinticuatro horas del día  el consumismo, nos venden mercancías superfluas  e innecesarias pero nos hacen creer que son importantes porque nos dan caché  y nos hacen sentirnos grandes señores.
De ahí que la  medida de todas esas mercancías es el dinero, los hombres somos  sus súbditos, el dinero lo sabe todo, los puede todo, lo transforma todo.
Carl Marx cita en el tomo I del capital un pasaje  la obra de Shakespeare el poder del dinero que dice:
“¿Oro? ¿Oro precioso, rojo y fascinante? Con él se torna blanco el negro, y el feo hermoso: Virtuoso el malvado; el anciano, mancebo, Valeroso el cobarde y noble el ruin. El oro… desplaza al sacerdote del altar Y retira la almohada a quien yace enfermo. Este esclavo dorado ata y desata Vínculos consagrados; bendice al maldito; Hace amable la lepra; honra al ladrón Y le da rango, pleitista e influencia. En el consejo de los senadores; conquista pretendientes. La viuda anciana y encorvada; Oh, maldito metal, Vil ramera de los hombres!"
Término este breve articulo diciendo en el capitalismo el dinero es el rey y los hombres somos sus súbditos que nos postramos a su servicio e inclinamos la frente para adorarlo y bendecirlo.





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