LOS
HOMBRES SON SÚBDITOS: EL DIRERO ES EL REY.
POR:
MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
En la sociedad en la que vivimos, al menos se observan tres características
sobresalientes: El desencanto, la desesperanza y el poder implacable del dinero.
El dinero es sin lugar a dudas la medida de todas las cosas. Con él se compra y
se vende, por él hay guerras, invasiones, suicidios, violaciones, masacres,
poder y soberbia. Es como dicen algunos pensadores de hoy y de antaño. La
ramera Universal.
El
dinero a ha arrastrado al hombre desde hace muchos siglos hacia los más
execrables actos de barbarie; el dinero mueve los mercados, con el dinero se
compran voluntades, se compra conocimiento, ciencia y como dice el dicho
popular “el dinero empareja hasta barrancos”.
En la
sociedad en la que vivimos todo se transforma en mercancía, todos somos mercancías que tienen un valor de uso y
un valor de cambio. En la sociedad
capitalista las mercancías tienen valor, los seres humanos somos basura, las
mercancías se personifican y adquieren valor, los hombres objetos desechables. Las
relaciones humanas se transforman en relaciones entre cosas, entre objetos, las
personas valen por lo que llevan puesto, la marca del pantalón, la camisa, los
zapatos, la casa que habitan, el carro
que manejan, el lugar de residencia, el Colegio y la Universidad donde estudian
tus hijos . Ósea valemos por las apariencias, por lo externo y no por la
esencia que nos hace hombres.
Como
podemos observar cada día este diabólico fenómeno, (Dinero) nos atormenta, nos angustia y nos desespera, se ha apoderado de la humanidad entera, transformándolos en seres pesimistas, llenos
de incertidumbre, miedo y angustia, que lleva aparejado la pérdida de ideales, de sueños en las
presentes generaciones y como
consecuencia el arraigo del egoísmo e individualismo, la cultura del facilismo; los cuales se han
elevado a la categoría de máximos valores.
Los cuales hay que seguir porque son las
leyes que dicta el mercado, las que resultan incuestionables. El poder del dinero
arrastra al hombre a la concentración de la riqueza cada día, pero profundiza la miseria, el
hambre, la pobreza y las inequidades
humanas. Aumentan los marginados, los
excluidos, los desempleados, los sin techo, los descalzos y los mendigos
en las calles. Pero son menos los que
acaparan la riqueza del mundo.
Dicho en palabras de Eduardo Galeano, se ha
concentrado la riqueza pero se ha globalizado la pobreza.
El dinero vuelve a las personas ambiciosas
pero a la vez conformistas, pesimistas,
indiferentes e insensibles. En pocas palabras deshumaniza al hombre.
El dinero
hace perder la ilusión, la esperanza, lo vuelven duro, le rinden culto al
dinero, porque ese es su Dios. Al igual que para los millonarios,
su Dios está en la bolsa de valores, en sus negocios, en el lavado de dinero,
en el narcotráfico, no en las Iglesias.
El
capitalismo es una sociedad organizada para destruir, toda clase de vida, es decir de todas las especies que hay en el
planeta. Por lo tanto, es un sistema perverso, hostil al hombre que urge
cambiarlo para devolverle la verdadera dignidad al hombre. Es un sistema que su
única lógica es la ganancia, la explotación
y la concentración de riquezas.
Vivimos en un mundo totalmente desigual, en
la que unos pocos tienen mucho y muchos no tienen nada, se vive el más
deplorable darwinismo social, en la que los más fuertes se comen a los más
pequeños, es una lucha sin cuartel en donde la vida humana no tiene ningún
valor, es una lucha como diría Tomás Hobbes es una lucha en la que “el hombre es el lobo
del hombre”. Porque el valor lo poseen los objetos, las cosas, las mercancías, se es más por lo que se tiene y no por lo que se es, las cosas dominan
al hombre, no el hombre a las cosas; el hombre se ha cosificado, es decir, se ha vuelto
cosa, pero además, ha cosificado todas sus relaciones, pues son las
cosas las que median y que hablan por él y no él por las cosas,
se valora a la persona por lo que
tiene, no por lo que es; todo se ha
invertido, tus mismas amistades están estructuradas proporcionalmente, es
decir, según tus pertenencias, según tus bienes
o como dice el dicho acuñado en el capitalismo “ tanto tienes tanto
vales” si no tienes nada no vales nada. En
este tipo de relaciones, el pobre, el excluido, el marginado son piezas
desechables, inservibles, pues no son sujetos de nada y en el mejor de los
casos son un estorbo para el “desarrollo del capitalismo”, pues de una manera u
otra tienen que invertir.
El capitalismo pretende hacernos creer que para
sobrevivir hay que competir y por lo tanto, sobrevive el más apto, el más inteligente, es un sistema
que promueve el individualismo, la inequidad, el egoísmo, el oportunismo y el arribismo. Es la cultura del más fuerte sobre el más
débil. Para sobre
vivir en este sistema todos sin
excepción debemos someternos a las leyes sagradas del mercado.
En el mercado encuentras lo que quieras, el
sistema produce mercancías como hongos
en las plantas, la publicidad las promueve las veinticuatro horas del día el consumismo, nos venden mercancías
superfluas e innecesarias pero nos hacen
creer que son importantes porque nos dan caché
y nos hacen sentirnos grandes señores.
De ahí que la medida de todas esas mercancías es el dinero,
los hombres somos sus súbditos, el
dinero lo sabe todo, los puede todo, lo transforma todo.
Carl Marx cita en el tomo I del capital un
pasaje la obra de Shakespeare el poder
del dinero que dice:
“¿Oro? ¿Oro precioso, rojo y fascinante? Con él se torna blanco el negro, y el feo
hermoso: Virtuoso el malvado; el anciano,
mancebo, Valeroso el cobarde y noble el
ruin. El oro… desplaza al sacerdote del
altar Y retira la almohada a quien yace
enfermo. Este esclavo dorado ata y desata Vínculos consagrados; bendice al maldito; Hace amable la lepra; honra al ladrón Y le da
rango, pleitista e influencia. En el
consejo de los senadores; conquista pretendientes. La viuda
anciana y encorvada; Oh, maldito metal, Vil ramera de los hombres!"
Término este breve articulo diciendo en el
capitalismo el dinero es el rey y los hombres somos sus súbditos que nos
postramos a su servicio e inclinamos la frente para adorarlo y bendecirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario