ELEMENTOS DE CIENCIA Y RELIGIÓN
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
ADVERTENCIA:
¿Es usted
una persona religiosa, fanática, obcecada, y poco inteligente, es decir, con
poca capacidad para pensar? Le rogamos que no se tome la molestia de leer estos
renglones ya que se llevará una gran decepción pues aquí no se habla de asuntos
divinos ni milagrosos. Pero sí usted es una persona religiosa pero honesta
consigo misma y abierta a la verdad. Puede con toda confianza leerlo y
reflexionar sobre lo que aquí se plantea. Sin embargo, es usted una persona con
un alto nivel cultural y una sólida formación científica como también abierto a
las nuevas corrientes de pensamiento y además, consciente de que los dioses y
demonios son una creación de los mismos hombres y que cuanta violencia existe
hoy en el mundo no es fruto de ningún dios sino resultado de la maldad que los
hombres han venido acumulando a través de la historia en la que la fuente de
todo es la violencia que las clases en el poder históricamente han impuesto a
las clases desposeídas. Este dominio no sólo ha sido económico, sino político e
ideológico el cual se expresa en la actualidad con los últimos acontecimientos.
Esa violencia que tanto, los grupos terroristas imponen a los pueblos con la
finalidad de atemorizar, amedrentar es lo mismo que el terror impuesto por los
Estados, como el caso de aquellos pueblos a los que Hitler, Stalin, Mosoline y
el que últimamente impone los Estados Unidos (las clases en el poder) a los
pueblos del tercer mundo como método para saquear las riquezas de estos pueblos
y mantener el estado de dominación con lo que los países desarrollados se ven
beneficiados.
Hace
muchísimos años uno de los filósofos griegos Xenpofontes de Colofón decía “si
los bueyes, caballos y leones tuviesen manos y con ellas pudiesen dibujar los
caballos dibujarían la imagen de los dioses semejantes a los caballos, los
bueyes; todos harían cuerpos semejantes a los cuerpos”.
En este
mismo sentido expresaba Epicuro otro filósofo griego... el temor a las
decisiones arbitrarias inquieta y desasosiega a los hombres y les impide
alcanzar la paz. Por eso recomendaba emanciparse completamente de la creencia
en su intervención y providencia, como mejor sistema para llegar a la
felicidad”
Por su parte
Baruch Spinosa de Origen Francés (1632—1677), sostenía que la creencia en Dios
“es prejuicio desastroso que nace, de la ignorancia natural de los hombres y al
mismo tiempo de una actitud utilitarista (...) a la vana aunque
tranquilizadora, ilusión de que todo está hecho para el hombre, se añade la
mentalidad antropomórfica corriente, la cual, interpretándolo todo desde el
modelo artesanal, impide el conocimiento de la necesidad absoluta, induciendo a
sí a la superstición del Dios persona, libre y creador”
De igual
manera, se expresaba el científico Alemán Bertrand Russell, cuando planteaba
que “la fe religiosa es una forma de cobardía intelectual, propia de quienes no
se atreven a ver el mundo tal como es “ por otro lado, sostenía Arthur
Schopenhauer:
Dicen que el
futuro eterno de un hombre depende de sus creencias. Yo lo niego. Una
conclusión a la cual se ha arribado honestamente a través de la mente no puede
ser un crimen; y el hombre que dice que lo es no lo piensa así. El dios que lo
castiga como un crimen es simplemente un tirano infame. En cuanto a mí,
preferiría mil veces ir a mi perdición y sufrir sus tormentos con los grandes y
valientes pensadores del mundo que ir al cielo y tener por compañía a un dios
que condena a sus hijos por una creencia honesta
El hombre en
su infinita pequeñez, en su insignificancia en el universo, y en su deseo de
dar respuestas a muchas preguntas que aún no la tienen, creó a un ser invisible
llamado dios. Este ser fue creado a imagen y semejanza del mismo hombre y no al
contrario. Por esto es que los curas saben como piensa Dios, siendo este dios
(según los cristianos) omnisapiente, omnipresente y omnipotente, y siendo el
hombre el ser mas dañino de la tierra, ya que el hombre, no cansado de atentar
contra la vida de otras especies, continua atentando contra la suya, por
diferencias tan estúpidas como el color de su piel, su sexo o condición social.
Somos hijos
del universo infinito, y ni siquiera, tal vez, él lo sepa.
Unámoslos
por los ideales que realmente nos convienen a todos, hagamos las cosas que nos
nazcan, no actuemos por simple temor de Dios al fin y al cabo se vive una vez
para ser eternamente libre.
El
cristianismo no maneja más que hipocresía, si el cristianismo fuera como dice
ser el mundo no estaría así, la única alternativa es parar este gran negocio y
establecer la libertad de pensamiento humano. (WWW.Google.com. Mauricio
Herrera. El hombre que creó a Dios)
Ahora bien,
si usted es un estudiante con muchas inquietudes, interrogantes, acerca de la
naturaleza, la sociedad y otros problemas. Léalo
Hace varios
años también Fidel Castro en el libro titulado Fidel y la religión expresó:
Hay verdades
que andan ocultas en la madeja tejida por milenios de oscurantismo. Nos casaron
con la mentira y nos obligaron a vivir con ella, y por eso parece que el mundo
se hunde cuando oímos la verdad.
¿CUÁNDO
NACIÓ DIOS?
Hace unos
30, 000 años Dios aún no existía, pero la especie humana llevaba ya más de dos
millones de años enfrentándose sola a su destino en un planeta inhóspito;
sobreviviendo y muriendo en medio de la total indiferencia del universo. Unos
90, 000 años atrás, una parte de la humanidad de entonces comenzó a albergar la
esperanza acerca de una hipotética supervivencia después de la muerte, pero la
idea de la posible existencia de algún dios parece que fue aún algo desconocido
hasta aproximadamente treinta milenios y, en cualquier caso, su imagen,
funciones y características fueron las de una mujer todopoderosa. (Pepe
Rodríguez. Dios nació mujer. P. 7).
En nombre de
Dios, de cualquier dios, se han hecho, y hacen y harán las más gloriosas
heroicidades, pero también las fechorías y masacres más atroces y execrables.
El mundo que
conocemos ha sido modelado por Dios, sin duda alguna, pero la cuestión
fundamental radica en saber sí la obra es atribuible a un dios que existe y
actúa mediante actos de su voluntad consciente, o a un dios conceptual que
adquiere realidad en el hecho cultural de ser el destinatario mudo de las
necesidades y deseos humanos. (Ibid. PS 8 y 9).
Las
religiones, como institución formal, llevan unos pocos milenios publicando la
naturaleza de Dios y hablando en su nombre, pero las formas y atribuciones de
Dios son tan numerosas y diversas y los mandatos divinos que emanan de ellas
son tan variados y contradictorios, que resulta francamente difícil hacerse una
idea de Dios. (Ibid. P.10).
La
confrontación entre pensamiento científico y “fé” es algo que obsesiona al papa
wojtyla y que de hecho, ha llevado a protagonizar una cruzada feroz contra el
pensamiento científico entre sus ataques más duros están: prohibió la reflexión
teológica crítica dentro de la Iglesia, amordazando así a los pensadores
católicos más lúcidos y brillantes de este siglo...el cardenal Ratzinger
manifestó que la “universalidad del cristianismo procede de su pretención de
ser verdad, y desaparece si desaparece la convicción de que la fé es la verdad.
Pero la verdad es válida para todos y el cristianismo es válido para todos
porque es verdadero. (Ibid.13).
Baruch
Espinosa (1632-1677), escribió que el finalismo o teologismo “es un prejuicio
desastroso, que nace de la ignorancia natural de los hombres y al mismo tiempo
de una actitud utilitarista (...) a la vana, aunque tranquilizadora, ilusión de
que todo está hecho para el hombre, se añade la mentalidad antropomórfica corriente,
la cual, interpretándolo todo desde el modelo artesanal, impide el conocimiento
de la necesidad absoluta, induciendo así a la superstición del Dios persona,
libre y creador
“La fe, sin
duda alguna, puede mover montaña, pero jamás podrá explicarnos cómo se formaron
o de qué están compuestas esas montañas que ha logrado desplazar”. (Ibid.
18-19)
“De todos
los primates, los chimpancés son los más próximos a los humanos. Tan iguales
somos que nuestro ADN y el suyo es parecido en el 99% de su estructura.” (Ibid.
p. 37).
“¿Tú crees
en el infierno y en el cielo? ¡Ingenua! Nosotras hemos construido el cielo y el
infierno. Nosotras hemos fabricado los demonios y a los dioses. ¿No sabes que
los dioses han ido cambiando al mismo tiempo que los hombres? ¿ y todavía crees
que fueron ellos quienes nos hicieron a su semejanza? Idiota: los hicimos a la
medida de nuestras necesidades. Y sí los hombres formaron a los dioses, también
pueden violentamente destruirlos”. Para salvar al hombre del tercer milenio,
debemos aceptar que Dios no existe. Y al decir Dios me refiero al de los
católicos, al de los mahometanos, los budistas, los Mazdeistas, los hindúes,
los judíos, los protestantes; a los dioses y a los demonios de la antigua Roma,
a los de Grecia, a los de China y Japón, a los que rigen los destinos de las
pequeña tribus africanas, a los que continúan sembrando el miedo en el espíritu
de las comunidades perdidas en las selvas de América a donde penetró la ponzoña
de la evangelización; a los de hace milenios y a los más recientes, vale decir;
a todos los dioses y demonios hechos por el hombre.
Porque para
establecer una teoría, es decir, la del hombre cósmico, la del ser humano como
energía permanente, es preciso aceptar que a través de los milenios de nuestra civilización,
es el hombre el que ha creado a Dios a su imagen y semejanza. Y es ese mismo
hombre el que ha propiciado y permitido el establecimiento y el auge de la
religión, que nos es otra cosa que la administración del miedo, la explotación
de la angustia y una superchería montada sobre la finitud y la inseguridad de
los seres humanos.
Reconocidas
estas dos verdades: que Dios y el diablo no existen ni han existido nunca; y
que la religión es un sistema de poder temporal utilizado por unos para
explotar y amedrentar a otros, vamos a definir la única verdad:
El hombre
viene de una totalidad de energía cósmica; al vivir, utiliza esa energía; al
morir regresa a ella.
Pero es
preciso aclarar algo: para conservar la energía y reincorporarse a su seno, el
hombre debe guardar un equilibrio de amor a través de su vida. La religión del
miedo no ha servido para evitar la maldad. Entonces, impongamos un ideal de
amor. Mediante el cual, el que odia, el que ejerce la violencia contra los
demás o contra si mismo, el que rompe la armonía universal, se apaga; quema su
energía y se convierte en su sombra, en eco que se dispara, en nada. Únicamente
quienes han ejercido el amor como disciplina existencial, retornan a la energía
y la claridad que son la esencia del universo. La rectitud, la honestidad, la
ecuanimidad y la comprensión, alimentan la energía que nos forma.
No hay más
religión que la propia conciencia de obrar bien. Que nadie nos asuste; que
seamos conscientes de la necesidad de amar, de repartir amor, de propiciar el
amor, de sembrar el amor y de compartir la cosecha del amor.
Porque vivir
es un ejercicio de amor.
Dios una de
las más equivocadas creaciones del hombre, tiene que desaparecer. Para que
logremos afirmarnos como seres humanos, debemos convertirlo en un habitante del
olvido. A todos los dioses y demonios de todas las religiones y de todas las
épocas. El concepto de Dios debe ser superado. Si el hombre lo creó de la nada,
también puede destruirlo reduciéndolo a su nada inevitable. Al desaparecer los
Dioses y los demonios, con ellos se hunden los diversos sistemas religiosos que
no son sino formas organizadas y tiránicas de esclavitud; y así el hombre del
nuevo milenio se afirmará como ser por excelencia. Y encontrará, sin las
amenazas de los Dioses, sin los sobornos de los paraísos artificiales, sin el
lastre de los mandamientos y del concepto de pecado, el camino que lo lleve
hacia su yo supremo, hacia su interior, hacia la verdad de su energía y de su
claridad. Reconocer que Dios y el diablo no existen es encender la antorcha
gracias a la cual empezamos a encontrar el camino. Aceptar que la religión no
es sino una forma de opresión ideológica, es limpiarnos de manchas y prejuicios
y ser por fin nosotros mismos.
La tesis que
hay que sostener siempre es que a Dios y el Diablo los creó el hombre; y que la
religión la inventaron unos más astutos que otros, para conseguir riqueza y
poder.
Una vez
logrado esto, el hombre adquirirá seguridad de si mismo, fe en su destino,
optimismo en el ideal de amor que debe ser su vida. Una vida que es energía
cósmica, que viene desde siempre, y que sólo se apaga para los que no hacen de
su transito por el mundo un ejercicio equilibrado de amor hacia si mismo y
hacia todos los seres vivos e inanimados que forman nuestra casa de la tierra.
Sí la
principal característica del hombre es la posibilidad de comunicarse, ¿Cómo es
que su Dios o su demonio no se habían comunicado con él? Además, desde el
principio del tiempo humano (o desde que el hombre hizo su presencia en el
tiempo) las religiones han sido utilizadas en su contra: para hacerlo doméstico
y manejable, para volverlo apático y resignado frente a la injusticia, para
pintarle un cielo delirante que no le permita ver cómo lo despojan de la
tierra. Y la propuesta era igualmente elemental: el hombre es energía, de ella
viene y a ella vuelve. La vida no es otra cosa que una energía disparada del
nacimiento a la muerte. En el fondo, sólo es un relámpago de la interminable
potencia cósmica. El hombre es energía cundo ama, cuando batalla, cuando
piensa. Esa energía no necesita un Dios que la limite, ni un Demonio que la
altere. Al imponerle al hombre Dioses y demonios, al amarrarlo con las cadenas
de la religión, sólo se está dando la medida de su desgracia. Para afirmar su
condición de ser cósmico, el hombre necesita liberarse de Dios, Demonio y
religión.
El miedo del
hombre ha creado a Dios y como el hombre siempre estuvo asustado, no pudo
quitarse de encima a un Dios que creció a expensas de su temor y de su
cobardía. La primera forma de religión que tuvo el hombre fue el totemismo, en
el período del paleolítico inferior, la cual se afirmó como la debilidad del
grupo frente a los fenómenos de la naturaleza, pues al no comprenderlos lo
obligó a buscar destinatario de su pavor y de sus frustraciones; y como así
mismo, la incertidumbre del mañana, una de las mayores preocupaciones del ser
humano, hizo que el miedo colectivo construyera elementos ajenos asimismo para
liberarse de su incapacidad endosándole a otro. La religión ha ido tomando la
forma y caminos que los hombres quieren. Cuando hubo una clase dominante, ésta
se inventó la otra vida y la recompensa de un cielo, para que los dominados les
dejaran disfrutar en paz la tierra. Así, el Dios creado por los dominadores fue
usado por éstos como un látigo para imponerse.
Por ejemplo,
Dios fue creado por un hombre en caso concreto por Amenofis IV, que mató a
Amon-Ra e inventó su propio Dios, Atón, por conveniencias políticas, y para
frenar el poder desordenado y terrible de la casta sacerdotal. Sin perjuicio de
quienes continuaron en el mando después de su muerte, mataron a Atón y
reestablecieron los plenos poderes de Amon-Ra. Siempre el hombre creando y
destruyendo a sus Dioses que, a su vez, lo han creado y lo han destruido al ser
manipulado por los hombres.
El hombre,
al crear a Dios a su imagen y semejanza, lo hizo pequeño, vengativo, cruel,
inconstante. Porque ese Dios fue fruto del miedo. Ese temor lo llevó al hombre
a olvidar su verdadera esencia: la energía cósmica. Lo hizo perder su verdadera
casa: el cosmos. Lo llevó a dudar de su verdadero poder: el amor.
Dios y el
Diablo, como creaciones del hombre, están presentes en todas partes, y en los
estratos humanos más primitivos. Los caitish, una de las tribus australianas
más elementales, crearon a Atnatu, que es el espíritu celeste; y de inmediato
le enfrentaron a Tuman, que es el espíritu asesino.
Muchos
Dioses tienen una vida efímera, la que le quieren dar sus creadores. Por
ejemplo, el mayor Dios de la polinesia, Tangará, ha sido desplazado por los
Dioses jóvenes, Tanerango, Tu.
En Nueva
Zelanda hay una frase de los sacerdotes que parece hecha para todas las
religiones de todos los tiempos” No se forma al sacerdocio porque sea necesario
servir a las divinidades, sino que a la inversa, los sacerdotes crean las
divinidades y los mitos para servirse de ellos”
¿Cómo
nacieron los Dioses que adoraron nuestros abuelos indios?. Los incas, los
Chibchas o los aztecas construyeron pirámides para acercarse al sol. Y desde
ellas, por las troneras enfocadas al cielo, miraban en las noches la aparición
puntual de las estrellas. Poca a poco fueron trazando entre una y otra línea
imaginarias, y así construyeron animales como el jaguar o elementos como la
Casa de la Luna, a los que después de darles nombres les otorgaron poderes. De
la observación del cielo y de la tierra, los indios de América fueron creando
sus Dioses, y adaptándolos a sus cambios y necesidades. Para los Chibchas,
Chiminigagua, la luz que al devorar la oscuridad inicial fue creando el mundo;
y Bachué, la madre del género humano; y Bochica, y Goranchacha. Para los incas,
Viracocha, que emergió del lago Titicaca para crearlo todo; y Pachamama, la
Diosa madre o Diosa de la tierra; y el sol que daba la vida, Inti; y
mamaquilla, la luna. Para los aztecas el Dios Colibrí, Huitzilopochtli, con
sucesivas y a veces terribles mutaciones; Quetzalcoatl, la serpiente emplumada;
y el más viejo de los Dioses viejos, Huehueteotl, y Tezcatlipoca, el señor del
espejo, el Dios de los contrastes, el hermano enemigo de Quetzalcoatl. Como se
puede apreciar hasta el hombre más elemental y más primitivo creó a sus Dioses;
y en vez de manejar y dominar a sus criaturas, empezó a doblegarse ante ellos y
ellas y les otorgó los poderes de que él mismo carecía. Y esos Dioses y los
Demonios que surgieron como el azogue del espejo, poblaron las cavernas a
través de los relatos en la soledad y el miedo de las noches, y de ahí salieron
más definidos, ya materializados y todopoderosos a llenar los adoratorios y
templos.
LOS MANTENEDORES
DEL OSCURANTISMO
Hace algunos
días leí un documento que por cierto baje de Internet. En este documento un
pastor de nombre Samuel Santana escribió a renglón seguido lo siguiente:
“El
materialismo es el afán de la gente por comprar y tener cosas materiales,
mercancías. Otro religioso siguiendo esta misma lógica decía ese mismo afán por
las cosas es lo que lleva al surgimiento del islamismo”
No hay duda
de que en este planteamiento no sólo hay una crasa ignorancia y una concepción
política e ideológica de quienes así lo interpretan. Sólo dejan ver su
ingenuidad sino que también el desconocimiento de los fundamentos de la ciencia
moderna. Pero además, su torpeza contribuye negativamente a fomentar un
oscurantismo medieval que sólo perjudica a las clases explotadas de estos
países, mientras que potencia a los caifaces del capitalismo. Está claro que
esta runfla de vividores trogloditas de las diversas sextas religiosas, viven a
costa de la ignorancia de la pobre gente que por diversas razones no tuvieron
la oportunidad de recibir una educación adecuada y correcta y por eso son fácil
presa de los vividores de todas las religiones habidas y por haber.
Pero hay un
libro que me agradó mucho porque trata de una serie de curiosidades las cuales
tienen una explicación científica me refiero al libro de Miguel Ángel Sabadell
titulado “el hombre que calumnio a los monos y otras curiosidades de la
Ciencia” que se los recomiendo; pues bien en uno de sus artículos que él titula
“el fin del mundo” expresa lo siguiente, se los voy escribir textualmente y
dice:
“De vez en
cuando llaman a la puerta de la casa, o nos abordan en la calle, los miembros
de alguna secta milenarista atemorizados con la inminente llegada del fin del
mundo. Siempre nos informan de que sólo los justos y buenos se salvarán
(curiosamente, los únicos hombres buenos son, con toda justicia, ellos).
Podemos
dormir tranquilos. No hay ningún motivo para suponer que estos terribles
cataclismos, habitualmente cósmicos, con los que nos pretenden asustar vayan a
suceder en el futuro cercano. Sin embargo, sí es cierto que el fin del mundo
llegará sobre nosotros.
Claro está,
no se trata de algo inminente, sino una hecatombe que tendrá lugar dentro de
6000 millones de años, y el culpable será el mismo que hoy nos da la vida: el
sol.
El sol es
una inmensa bola de gas hidrogeno y helio en cuyo interior se producen
reacciones nucleares de fusión. Este proceso, que se produce en el centro del
sol, libera la energía que lo mantiene estable y permite la vida en la tierra.
Sin embargo, al igual que a un coche se le acaba el combustible, al sol se le
terminará el hidrogeno y esto obviamente ocasionará la muerte del planeta”
Pero lo
anterior expuesto es un planteamiento científico no es una elucubración
producto de la imaginación de algunos; que lo único que pretenden es continuar
engañando a las gentes para que sigamos manteniendo el estado de cosas ya que,
esto favorece indiscutiblemente a las clases poderosas que históricamente se
han mantenido en el poder gracias a la ignorancia de los pueblos.
Refutar a
estos serviles y lacayos del capitalismo no creo que sea importante. Sin
embargo, para fines de dar una correcta orientación a las personas inteligentes
y honradas que no se dejan manipular por todos aquellos que durante muchos años
han vendido la droga que Marx en la sagrada familia calificó como opio de los
pueblos. La religión.
El estudio
de la historia de la familia comienza en 1861, con el derecho materno de
Bachofen. El autor formula allí las siguientes tesis:
1. Primitivamente
los seres humanos vivieron en promiscuidad sexual, es decir, en un heterismo.
2. Tales
relaciones excluyen toda posibilidad de establecer con certeza la paternidad,
por lo que la filiación sólo podía contarse por línea femenina, según el derecho
materno; esto se dio entre los pueblos antiguos.
3. A
consecuencia de este hecho, las mujeres, como madres, como únicos progenitores
conocidos de la joven generación, gozaban de gran aprecio y respeto, que
llegaba según Bachofen, hasta el dominio femenino absoluto (ginecocracia).
4. El paso a la
monogamia, en la que la mujer pertenece a un solo hombre, encerraba la
trasgresión de una antiquísima ley religiosa (es decir, del derecho inmemorial
que los demás hombres tenían sobre aquella mujer), trasgresión que debía ser
castigada o cuya tolerancia se resarcía con la posesión de la mujer por otros
durante determinado periodo.
Bachofen
halló las pruebas de estas tesis en numerosas citas de la literatura clásica
antigua, reunidas por él con singular cuidado.
El paso del
“heterismo” a la monogamia y del derecho materno al paterno se produce, según
Bachofen -- concretamente entre los griegos--, a consecuencia del desarrollo de
las concepciones religiosas, a consecuencia de la introducción de nuevas
divinidades, que representan ideas nuevas, en el grupo de los dioses
tradicionales, encarnación de las viejas ideas; poco a poco los viejos dioses
van siendo relegados a segundo plano por los primeros. Esta situación queda
mejor planteada en uno de los pasajes de la obra de Esquilo (la Orestiada) en
la que se ve claramente la lucha entre el derecho materno agonizante y el
derecho paterno, que nació y logró la victoria sobre el derecho materno. Según
narra Esquilo en su obra,
“llevada de
su pasión por su amante Egisto, Cltemnestra mata a Agamenón, su marido, al
regresar éste de la guerra de Troya; pero Orestes, hijo de ella y de Agamenón,
venga al padre quitando la vida a su madre. Ello hace que se vea perseguido por
las Erinias, seres demoníacos que protegen el derecho materno, según el cual el
matricidio es el más grave e imperdonable de los crímenes. Pero Apolo, que por
mediación de su oráculo ha incitado a Orestes a matar a su madre, y Atenea, que
interviene como juez (ambas divinidades representan aquí el nuevo derecho paterno)
defienden a Orestes. Atenea escucha a ambas partes. Todo el litigio está
resumido en la discusión que sostienen Orestes y las Erinias. Orestes dice que
Clitemnestra ha cometido un crimen doble por haber matado a su marido y padre
de su hijo. ¿Por qué las Erinias le persiguen a él, cuando ella es mucho más
culpable? La respuesta es sorprendente. El asesinato de una persona con la que
no está ligado por lazos de sangre, incluso si es el marido de la asesina,
puede expiarse y no concierne en lo más mínimo a las Erinias. La misión que a
ellas corresponde es perseguir el homicidio entre consanguíneos, y el peor de
estos crímenes, el único imperdonable, según el derecho materno, es el
matricidio. Pero aquí interviene Apolo, el defensor de Orestes. Atenea somete
el caso al areópago, el tribunal jurado de Atenas; hay el mismo número de votos
en pro de la absolución y en pro de la condena; entonces Atenea, en calidad de
presidente del tribunal, vota a favor de Orestes y lo absuelve. El derecho
paterno obtiene la victoria sobre el materno, los “dioses de la joven
generación “, según se expresan las propias Erinias, vencen a estas, que, al fin
y a la postre, se resignan a ocupar un puesto diferente al que han venido
ocupando y se ponen al servicio del nuevo orden de cosas.
(Esquilo citado por Federico Engels, en el
origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. P. 9)
De lo
anterior se puede deducir que una vez operándose el triunfo del derecho paterno
aparece también la concepción religiosa del monoteísmo, es decir, la creencia
en un solo Dios. Pero no significó sólo eso además, trae aparejado el
surgimiento de la propiedad privada sobre los medios de producción, los cuales
ahora estarán garantizados para ser transferidos de padres a hijos. Lo que bajo
el derecho materno no estaba permitido pues los medios de producción
pertenecían a toda la sociedad. En este mismo orden aparece una de las
disciplinas más antiguas como es el derecho que junto al ejército serán los
encargados de velar por los intereses de las clases dominantes. Los amos.
¿POR QUÉ LA
GENTE BUSCA LA RELIGIÓN CUANDO EN REALIDAD DIOS NO EXISTE?
En realidad
sorprende cuanta gente cuando ven alguna causa pérdida en su vida recurren
inmediatamente a buscar un consuelo, en la religión cuando perfectamente ellos
mismos ha experimentado que jamás han encontrado solución alguna para sus
problemas. Por otro lado, la Ciencia, ha demostrado hasta la saciedad de que no
hay detrás de la naturaleza una fuerza superior omnisciente a la que pueda
estar sujeta la naturaleza y la sociedad.
Es muy
importante comprender que el ascenso de la religiosidad está condicionado por
el desconcierto que la misma situación de cambios acelerados que se operan en
la sociedad actual y que el hombre común y aún muchos profesionales no logran
comprender. Por otra parte, los medios de información propiedad de las clases
dominantes promueven todo tipo de mitos y leyendas con el fin de mantener su
dominio para explotar a las clases oprimidas.
Ante una
serie de hechos que en los últimos años se han operado como la caída del
socialismo real, en la Unión Soviética, el ascenso de la hegemonía
imperialista, la invasión contra Irak, Afganistán, el desarrollo de la
microelectrónica, la destrucción de fenómenos naturales, como es el caso del 26
de diciembre en varios países Asiáticos, el ascenso de la pobreza en todo el
mundo etcétera; llevan a la gente a suponer que detrás de todo esto hay una
fuerza superior que dirige los destinos del universo y del hombre mismo. Pero
lo que la gente no logra interrogarse es
¿Por qué los
fenómenos naturales siempre perjudican a los países más pobres? ¿Por qué cuando
sucede un fenómeno natural siempre son los sectores más pobres los que resultan
más afectados? ¿Por qué en los últimos fenómenos naturales como los que se han
dado en los Estados Unidos son pocos los que han resultado muertos y siempre es
la misma gente pobre?
Otro
elemento que lleva a la población a volcarse a la religión es el tipo de
Educación que se imparte en las instituciones escolares. El sistema educativo
no proporciona las bases mínimas ni siquiera los principios científicos
elementales para como la teoría de la evolución y si se imparte algunos
elementos estos son distorsionados que además, por lo general sólo se dan en la
Universidad, cuando por suerte el alumno se encontró con un profesor
consecuente y con conocimiento científico. De ahí en adelante el alumno queda a
merced de la Iglesia que sólo se encarga de inculcar nociones metafísicas,
idealistas y místicas, cuestiones que la propia realidad – la historia y los
conocimientos científicos – desmienten.
Si uno cree
que las fuerzas y poderes míticos (que en la realidad no existen) o un dios
omnisciente, omnipresente y todo poderoso controla el mundo, no puede captar el
mundo tal y como es ni transformarlo completamente. La religión en general
contribuye a mantener los sistemas de opresión, mientras que la Ciencia
coadyuva a desarrollar la capacidad de pensamiento y al proceso de liberación
de los hombres. Para que la gente pueda dejar de seguir explicándose el mundo a
partir de mitos y leyendas (Biblia) debe de ampararse en la Ciencia, es decir,
en el conocimiento científico.
¿Cuál debe
ser nuestra posición ante la religión y los creyentes religiosos de varios
tipos? En primer lugar debemos buscar la unidad, a los niveles que sea posible,
con todos aquellos a quienes sus creencias religiosas los llevan a ponerse de
lado de las clases oprimidas contra los opresores. Por otro lado, debemos
oponernos firmemente a quienes sus creencias religiosas los llevan a ponerse
del lado de los opresores y a ser los apologistas y capataces del orden
reaccionario y sus crímenes. Debemos además, de rechazar la doctrina religiosa
– toda doctrina religiosa – por la simple razón de que no es verdad. Debemos
rechazar su afirmación de que es la verdad revelada por dios, porque eso no
existe. (w. W, w. Google.con. htt: //rwor. Org.)
En este
mismo orden de ideas Karen Armstróng, en su libro la historia de Dios, hace un
estudio de las religiones monoteístas más importantes – cristianismo, judaísmo
e Islam -- y su desarrollo histórico, ella sostiene que en toda la historia
humana, desde las primeras sociedades humanas (incluyendo las sociedades
comunales en las que no existían clases sociales ni la división social del
trabajo entre la mujer y el hombre), se encuentran indicios de creencias
religiosas por lo que ella sostiene que los seres humanos son animales
espirituales. Por otra parte, Armstróng, reconoce que la religión es
pragmática, pues todas las religiones cambian y evolucionan; de no hacerlo se
volverían obsoletas. Ante la afirmación de Armstrong, de que los seres humanos
son animales espirituales, Federico Engels, sostiene que hasta este punto del
desarrollo humano ha habido un consenso general entre los pueblos de la tierra
de que existen fuerzas sobrenaturales y dioses (o un Dios), aunque eso no es
prueba de la existencia de dioses ni de una “necesidad interior” de los seres
humanos de creer en dios. Más bien es una manifestación del hecho de que hasta
la época actual, los seres humanos y la sociedad humana no habían llegado a
donde fuera posible una concepción del mundo y metodología científica que
permitieran conocer las fuerzas motrices de la naturaleza y la sociedad.
Además, Engels, señala, ya se ha llegado a ese punto: esa concepción y
metodología ya existen, y están desarrollándose. Esa concepción del mundo y esa
metodología son la nueva sociedad. (Federico Engels, por w.w, w. Google.con.
htt: //rwor. Org.)
¿POR QUÉ HA
PERSISTIDO LA RELIGIÓN, HASTA HOY EN DÍA, CUANDO SE HA PROBADO QUE SUS
PLANTEAMIENTOS SON ERRÓNEOS Y FALSOS?
Probablemente
hay dos razones poderosas:
1. Las clases
políticas reaccionarias han reconocido la importancia de la religión para
mantener su orden opresivo, y han utilizado todos los medios a su disposición –
entre ellos el poder político y el control de los medios de información – para
fomentar y promover alguna forma de religión.
2. En una
sociedad en la que las relaciones sociales son antagónicas, se genera
espontáneamente un “impulso religioso” ¿Qué es este “impulso religioso”? es
buscar una ayuda sobrenatural para lidiar con las fuerzas al parecer
abrumadoras. Es buscar consuelo en tiempos de desesperación, ayuda en tiempos
urgentes, firmeza en tiempos de inseguridad e inestabilidad. Es la vaga
sensación de “vacío espiritual” que sobreviene cuando uno adquiere riquezas de
manera parasitaria. Es buscar consuelo en las condiciones de opresión o ayuda
para luchar contra tales condiciones – ayuda más allá de las limitaciones
humanas. La sed de sustento espiritual en un mundo que parece frio. La
necesidad de encontrar escape a la frustración, o de una transformación
momentánea de angustia en alegría, por fugas que sea. . . la sociedad humana
sólo podrá superar esta limitación hasta que transite por una sociedad en la
que prevalezcan relaciones sociales no antagónicas, hasta que se eliminen la
explotación y opresión; hasta que la organización social y las relaciones
sociales humanas ya no oculten la realidad de las fuerzas que operan en la
naturaleza y la sociedad ya no obstaculice a sus miembros a captar y responder
a las verdaderas fuerzas motrices de la naturaleza y la sociedad.
EL FACTOR
DIOS
JOSÉ
SARAMAGO
En algún
lugar de la India. Una fila de piezas de artillería en posición. Atado a la
boca de cada una de ellas hay un hombre. En primer plano de la fotografía, un
oficial británico levanta la espada y va a dar orden de disparar. No disponemos
de imágenes del efecto de los disparos, pero hasta la más obtusa de las
imaginaciones podrá 'ver' cabezas y troncos dispersos por el campo de tiro,
restos sanguinolentos, vísceras, miembros amputados. Los hombres eran rebeldes.
En algún
lugar de Angola. Dos soldados portugueses levantan por los brazos a un negro
que quizá no esté muerto, otro soldado empuña un machete y se prepara para
separar la cabeza del cuerpo.
Esta es la
primera fotografía. En la segunda, esta vez hay una segunda fotografía, la
cabeza ya ha sido cortada, está clavada en un palo, y los soldados se ríen. El
negro era un guerrillero.
En algún
lugar de Israel. Mientras algunos soldados israelíes inmovilizan a un
palestino, otro militar le parte a martillazos los huesos de la mano derecha.
El palestino había tirado piedras.
Estados
Unidos de América del Norte, ciudad de Nueva York. Dos aviones comerciales
norteamericanos, secuestrados por terroristas relacionados con el integrismo
islámico, se lanzan contra las torres del World Trade Center y las derriban.
Por el mismo procedimiento un tercer avión causa daños enormes en el edificio
del Pentágono, sede del poder bélico de Estados Unidos. Los muertos, enterrados
entre los escombros, reducidos a migajas, volatilizados, se cuentan por millares.
Las
fotografías de India, de Angola y de Israel nos lanzan el horror a la cara, las
víctimas se nos muestran en el mismo momento de la tortura, de la agónica
expectativa, de la muerte abyecta.
En Nueva
York, todo pareció irreal al principio, un episodio repetido y sin novedad de
una catástrofe cinematográfica más, realmente arrebatadora por el grado de
ilusión conseguido por el técnico de efectos especiales, pero limpio de
estertores, de chorros de sangre, de carnes aplastadas, de huesos triturados, de
mierda.
El horror,
escondido como un animal inmundo, esperó a que saliésemos de la estupefacción
para saltarnos a la garganta. El horror dijo por primera vez 'aquí estoy'
cuando aquellas personas se lanzaron al vacío como si acabasen de escoger una
muerte que fuese suya. Ahora, el horror aparecerá a cada instante al remover
una piedra, un trozo de pared, una chapa de aluminio retorcida, y será una
cabeza irreconocible, un brazo, una pierna, un abdomen deshecho, un tórax
aplastado.
Pero hasta
esto mismo es repetitivo y monótono, en cierto modo ya conocido por las
imágenes que nos llegaron de aquella Ruanda- de-un-millón-de-muertos, de aquel
Vietnam cocido a napalm, de aquellas ejecuciones en estadios llenos de gente,
de aquellos linchamientos y apaleamientos, de aquellos soldados iraquíes
sepultados vivos bajo toneladas de arena, de aquellas bombas atómicas que
arrasaron y calcinaron Hiroshima y Nagasaki, de aquellos crematorios nazis
vomitando cenizas, de aquellos camiones para retirar cadáveres como si se
tratase de basura.
Siempre
tendremos que morir de algo, pero ya se ha perdido la cuenta de los seres
humanos muertos de las peores maneras que los humanos han sido capaces de
inventar.
Una de
ellas, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es
aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, manda
matar en nombre de Dios.
Ya se ha
dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido para
aproximar y congraciar a los hombres; que, por el contrario, han sido y siguen
siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas
violencias físicas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos
capítulos de la miserable historia humana.
Al menos en
señal de respeto por la vida, deberíamos tener el valor de proclamar en todas
las circunstancias esta verdad evidente y demostrable, pero la mayoría de los
creyentes de cualquier religión no sólo fingen ignorarlo, sino que se yerguen
iracundos e intolerantes contra aquellos para quienes Dios no es más que un
nombre, nada más que un nombre, el nombre que, por miedo a morir, le pusimos un
día y que vendría a dificultar nuestro paso a una humanización real.
A cambio nos
prometía paraísos y nos amenazaba con infiernos, tan falsos los unos como los
otros, insultos descarados a una inteligencia y a un sentido común que tanto
trabajo nos costó conseguir.
Dice
Nietzsche que todo estaría permitido si Dios no existiese, y yo respondo que
precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido y
justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y
cruel.
Durante
siglos, la Inquisición fue, también, como hoy los talibán, una organización
terrorista dedicada a interpretar perversamente Links sagrados que deberían
merecer el respeto de quien en ellos decía creer, un monstruoso connubio
pactado entre la Religión y el Estado contra la libertad de conciencia y contra
el más humano de los derechos: el derecho a decir no, el derecho a la herejía,
el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la palabra herejía
significa.
Y, con todo,
Dios es inocente. Inocente como algo que no existe, que no ha existido ni
existirá nunca, inocente de haber creado un universo entero para colocar en él
seres capaces de cometer los mayores crímenes para luego justificarlos diciendo
que son celebraciones de su poder y de su gloria, mientras los muertos se van
acumulando, estos de las torres gemelas de Nueva York, y todos los demás que,
en nombre de un Dios convertido en asesino por la voluntad y por la acción de
los hombres, han cubierto e insisten en cubrir de terror y sangre las páginas
de la Historia.
Los dioses,
pienso yo, sólo existen en el cerebro humano, prosperan o se deterioran dentro
del mismo universo que los ha inventado, pero el `factor Dios, ese, está
presente en la vida como si efectivamente fuese dueño y señor de ella.
No es un
dios, sino el `factor Dios el que se exhibe en los billetes de dólar y se
muestra en los carteles que piden para América (la de Estados Unidos, no la
otra...) la bendición divina. Y fue en el `factor Dios en lo que se transformó
el dios islámico que lanzó contra las torres del World Trade Center los aviones
de la revuelta contra los desprecios y de la venganza contra las humillaciones.
Se dirá que
un dios se dedicó a sembrar vientos y que otro dios responde ahora con
tempestades. Es posible, y quizá sea cierto. Pero no han sido ellos, pobres
dioses sin culpa, ha sido el `factor Dios, ese que es terriblemente igual en
todos los seres humanos donde quiera que estén y sea cual sea la religión que
profesen, ese que ha intoxicado el pensamiento y abierto las puertas a las
intolerancias más sórdidas, ese que no respeta sino aquello en lo que manda
creer, el que después de presumir de haber hecho de la bestia un hombre acabó
por hacer del hombre una bestia.
Al lector
creyente (de cualquier creencia...) que haya conseguido soportar la repugnancia
que probablemente le inspiren estas palabras, no le pido que se pase al ateísmo
de quien las ha escrito. Simplemente le ruego que comprenda, con el
sentimiento, si no puede ser con la razón, que, si hay Dios, hay un solo Dios,
y que, en su relación con él, lo que menos importa es el nombre que le han
enseñado a darle. Y que desconfíe del `factor Dios. No le faltan enemigos al
espíritu humano, mas ese es uno de los más pertinaces y corrosivos. Como ha
quedado demostrado y desgraciadamente seguirá demostrándose.
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