jueves, 27 de noviembre de 2025

 


LA UES ENTRE EL DISCURSO Y LA REALIDAD: CRÍTICA, HEGEMONÍA Y DECADENCIA INTELECTUAL”

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA. 

INTRODUCCIÓN

Durante décadas, la Universidad de El Salvador (UES) ha cargado con etiquetas solemnes y prestigiosas: popular, librehumanista, plural, emancipadora y critica. Estos adjetivos se repiten como un mantra institucional, casi como si nombrarlos fuera suficiente para convertirlos en realidad. No obstante, como suele ocurrir en muchas instituciones de América Latina, la distancia entre el discurso universitario y su práctica diaria es profunda, dolorosa y evidente.

Este ensayo recoge mi reflexión producto de 34 años de experiencia laborando como docente de la Facultad de Odontología y de otras facultades en las que también presté mis servicios.
Esa experiencia no solo da legitimidad al documento, sino que otorga una perspectiva privilegiada para comprender cómo la universidad, que debería ser un santuario de pensamiento crítico y científico, ha caído repetidamente en el dogmatismo, la hegemonía ideológica y la superficialidad analítica.

Los que hemos leído un poco la historia de la Universidad de El Salvador, sabemos que surgió como una institución al servicio del pueblo, abierta a todas corrientes del pensamiento y defensora   de la autonomía y la libertad acadèmica.

Sin embargo, la narrativa romántica de la universidad pública ha ido quedando reducida a un eslogan vacío mientras, en silencio, crece una cultura interna que contradice sus principios más fundamentales:
 una cultura que ahoga la pluralidad,
que ridiculiza el pensamiento diferente, que utiliza la autonomía como escudo político,  que confunde crítica con activismo emocional, y que ha abandonado la ciencia como fundamento para opinar, protestar o transformar.

El ensayo que aquí se presenta no busca destruir a la universidad ni unirse al coro de voces que la atacan sin comprender su misión. Por el contrario, pretende revitalizar el concepto auténtico de crítica universitaria, recordar su sentido histórico y señalar con firmeza los riesgos de una Universidad que se deja capturar por grupos minoritarios, por consignas vacías o por la repetición mecánica de ideologías sin estudio.
Una universidad que no piensa se convierte en un templo del fanatismo. Una universidad que no investiga se convierte en una fábrica de consignas. Una universidad que no debate se condena a la irrelevancia.

La UES no merece ese destino. El país tampoco. Por ello, desde mi experiencia hago este planteamiento.

En este ensayo analiza, cuestiona y propone rutas para reconstruir una universidad que sea realmente crítica, científica y plural. 

I. LA UTOPÍA DISCURSIVA: UNA UNIVERSIDAD QUE SE PROCLAMA, PERO NO SE PRACTICA

Durante la década de los ochenta, la UES se autodefinió como popular, libre y humanista.  

Tales calificativos, más allá de la intención política del momento, describían un ideal universitario profundamente valioso: una institución abierta al debate, defensora de la libertad académica y promotora del pensamiento crítico.
Pero, de acuerdo con mi experiencia ese ideal terminó siendo un discurso trillado, repetido sin conciencia ni autenticidad.

La pregunta que siempre me he formulado es: ¿Cómo se pasa de ser una universidad que aspiraba a iluminar el pensamiento nacional, a convertirse en un terreno de luchas ideológicas sin rigor? La respuesta está en la distancia entre la retórica institucional y la práctica real de sus actores internos.

En teoría:
– la UES es un espacio plural;
– en la práctica, la hegemonía ideológica controla los organismos clave (CSU, AGU, fiscalías internas, asociaciones estudiantiles).

En teoría:  la libertad de pensamiento es un derecho, en la práctica, quien piensa distinto es etiquetado de reaccionario, pro-gobierno, retrógrado o traidor.

En teoría: – la universidad es crítica; en la práctica, la crítica se ha convertido en una caricatura política sin fundamentos. Este fenómeno no es exclusivo de la UES, pero en ella se expresa con especial crudeza.

Cuando un ideal se reduce a propaganda, termina destruyendo su propio significado. Y cuando el dogmatismo se normaliza, la universidad deja de ser faro intelectual para volverse escenario de pugnas estériles.

II. HEGEMONÍA IDEOLÓGICA: LA PLURALIDAD EXCLUIDA

 La experiencia de haber estado en organismos como la AGU y el CSU me valio para comprender la presencia de varios grupos que se autodenominan marxistas, maoístas, guevaristas, y trotskistas, y que reclaman para si autoridad moral de representar la “critica universitaria”

El problema no es que existan esas corrientes —al contrario, su presencia debería enriquecer el debate— sino que se conviertan en hegemonía, en árbitros absolutos de lo que se puede pensar, decir o enseñar.

Cuando un grupo, cualquiera que sea, controla los espacios de poder académico: elimina la diversidad, intimida el pensamiento libre,
y convierte la universidad en un territorio de obediencia, no de pensamiento.

Esta hegemonía no solo excluye voces distintas, sino que impide el desarrollo científico, porque la ciencia requiere duda, contraste, debate y posibilidad de error.
El dogmatismo, en cambio, exige obediencia y castigo para el disidente.

Así, la UES, que debería ser el laboratorio más grande de pluralidad, cae en la contradicción de predicar libertad mientras practica exclusión.

III. LA BANALIZACIÓN DE LA CRÍTICA: ACTIVISMO SIN CIENCIA

Sin lugar a dudas, el fenómeno se ha vuelto dolorosamente común: la crítica universitaria se ha reducido a activismo emocional, consignas sin fundamento, marchas sin estudio y discursos reciclados.
Se ha instalado la idea equivocada de que “ser crítico” equivale a protestar ruidosamente, destruir propiedad, incendiar vehículos, pintar paredes,  o repetir slogans memorísticos.

Pero la crítica auténtica —la que define la esencia de la academia— requiere:
 lectura seria,
 investigación,– argumentación, – capacidad de dudar, y evidencia científica.

No basta con declararse marxista; hay que estudiar a Marx.
No basta con citar autores; hay que comprender sus textos.
No basta con indignarse; hay que sustentar.

La universidad pierde su brújula cuando sustituye datos por consignas.
Sin evidencia, la crítica se convierte en espectáculo.
Sin ciencia, se convierte en fanatismo.
Si la UES quiere ser crítica, debe abandonar la versión caricaturesca de la protesta y recuperar la crítica fundamentada, la que ilumina problemas en lugar de crear conflictos vacíos.

IV. EL ABANDONO DE LA INVESTIGACIÓN: UNA UNIVERSIDAD SIN MÉTODO

La crítica universitaria exige metodología.
Cualquier opinión sobre economía, ambiente, salud pública, educación o política debe sostenerse con datos verificables. Pero lamentablemente la investigación ha sido relegada por la militancia.

Ejemplos mencionados:
Opinar sobre economía sin estudios serios, denunciar contaminación sin análisis químicos, repetir discursos políticos sin leer fuentes primarias.
Este déficit metodológico es devastador:

1.     Reduce la universidad a opinión emocional.

2.     Debilita su aporte al país.

3.     Genera profesionales que no saben investigar.

4.     Convierte la crítica en teatro, no en ciencia.

Una universidad que renuncia a la investigación se condena a vivir en la superficie de los fenómenos, incapaz de comprender su esencia. Y una crítica superficial jamás transformará un país.
V. LA CRISIS ÉTICA: CONSIGNAS SIN RESPONSABILIDAD

En mi humilde opinión, destruir propiedad privada no es crítica; insultar no es argumentar; marchar sin fundamentos no es investigar; y repetir ideologías sin estudio no es pensamiento crítico.

 La crítica auténtica es un acto ético.

Implica:
– responsabilidad intelectual,
– compromiso con la verdad,
– disciplina,
– humildad,
– rigor conceptual.

Una universidad que confunde crítica con violencia simbólica o material pierde la posibilidad de convertirse en guía moral de la sociedad.

VI. HACIA UNA CRÍTICA UNIVERSITARIA AUTÉNTICA: RUTAS NECESARIAS

La UES aún puede recuperar la esencia de la crítica científica si decide replantear su cultura interna. Este ensayo propone rutas concretas:

1. Recuperar la investigación como eje central

Sin laboratorios, sin proyectos, sin publicaciones de calidad, no hay crítica.

2. Garantizar pluralidad real

Ningún grupo debe imponerse como dueño de la verdad.
La universidad no es una secta ideológica.

3. Formar pensamiento propio

Se necesita enseñar a los estudiantes a leer, argumentar, cuestionar y contrastar teorías.

4. Separar militancia de ciencia

La política es legítima, pero no puede sustituir la investigación.

5. Restaurar la autonomía como responsabilidad, no como excusa

La autonomía universitaria no es un escudo para la mediocridad, sino una obligación para la excelencia.

6. Evaluar críticamente a quienes ocupan espacios de poder interno

La universidad no puede seguir secuestrada por minorías ruidosas.

CONCLUSIÓN

La Universidad de El Salvador se encuentra ante una encrucijada histórica. Puede continuar alimentando un discurso vacío sobre crítica, libertad y pluralidad mientras reproduce prácticas dogmáticas, improvisadas y anticientíficas; o puede reconstruirse desde sus fundamentos, recuperando la esencia de la investigación, el debate auténtico y la responsabilidad intelectual. — evidencia que la distancia entre el ideal y la realidad es profunda--

Pero también demuestra que la crítica verdadera sigue viva en quienes, desde dentro, se atreven a cuestionar la cultura dominante. La universidad debe decidir si quiere ser templo de consignas o laboratorio de pensamiento
Si quiere ser escenario de fanatismo o cuna de ciencia.
Si quiere seguir mirando el pasado o comenzar a iluminar el futuro del país.

El pensamiento crítico no se grita: se construye.
La crítica no destruye: edifica.
La universidad no adoctrina: forma.

La UES aún puede transformarse. Pero primero debe atreverse a verse en el espejo.

REFLEXIÓN FINAL

Este ensayo no es un ataque a la UES. Es un llamado urgente a rescatar su misión. El país necesita una universidad pública fuerte, rigurosa, plural y profundamente científica. Una universidad que piense, que investigue, que forme ciudadanos libres.
La crítica que nace del estudio transforma.
La crítica que nace del fanatismo destruye.

Hoy, más que nunca, la UES debe decidir en cuál de los dos caminos quiere situarse. Porque una universidad sin pensamiento crítico auténtico deja de ser universidad, y un país sin universidad crítica deja de tener futuro.

 

SAN SALVADOR, 27 DE NOVIEMBRE DE 2025

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario