EDUCACIÓN UNIFORME PARA MENTES DIVERSAS: EL ERROR ESTRUCTURAL DEL SISTEMA EDUCATIVO. (RESUMEN)
POR: MSc. JOSE ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia, la educación ha tenido como
propósito la transmisión del conocimiento y la formación del ser humano en su
totalidad. Sin embargo, con la llegada de la industrialización, este proceso se
deshumanizó: se transformó en un sistema uniforme diseñado para producir
resultados medibles y controlados, olvidando que cada estudiante es un universo
distinto.
Hoy, la escuela moderna sigue midiendo con la misma vara
a mentes profundamente diversas. Ignora las diferencias biológicas, cognitivas,
emocionales y culturales que definen la singularidad humana. Así, el sistema
educativo, en lugar de liberar el pensamiento, lo encierra en moldes que
reproducen obediencia, competencia y frustración.
Como afirmaba Ivan Illich (1971), la escuela moderna “convierte
la educación en una producción en serie, como si las mentes humanas fueran
piezas idénticas que deben salir del mismo molde”. En este error estructural
radica uno de los grandes desafíos del siglo XXI: rehumanizar la educación.
1. UN MODELO NACIDO PARA UNIFORMAR, NO PARA LIBERAR
El sistema escolar que conocemos no fue creado para
desarrollar el pensamiento crítico, sino para formar ciudadanos disciplinados y
trabajadores dóciles. Su estructura jerárquica, sus horarios rígidos, los
uniformes y los programas estandarizados reproducen la lógica de la fábrica.
Michel Foucault (1975) demostró que escuela, cuartel y
fábrica comparten la misma función: vigilar, clasificar y normalizar. Así, la
escuela moderna, lejos de fomentar libertad intelectual, produce cuerpos
dóciles y mentes previsibles.
Este modelo, importado a América Latina durante el siglo
XIX, fue utilizado como herramienta política para “civilizar” y homogeneizar.
Se impuso una única cultura, un solo idioma y una forma estándar de pensar,
negando la diversidad cultural y cognitiva de nuestros pueblos.
2. LA FALSA IGUALDAD: TRATAR IGUAL A LOS DESIGUALES
El discurso oficial proclama la igualdad educativa, pero
lo hace confundiendo equidad con homogeneidad. La verdadera justicia no
consiste en tratar a todos igual, sino en dar a cada quien lo que necesita para
aprender.
Como lo expresó Aristóteles, “la justicia consiste en
tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales en la medida de su
desigualdad”. Sin embargo, la escuela actual hace exactamente lo contrario.
Pierre Bourdieu (1970) demostró que el sistema escolar
transforma las desigualdades sociales en desigualdades de mérito. El estudiante
con capital cultural y recursos familiares tiene ventajas que la escuela
presenta como fruto del esfuerzo individual.
El resultado es una violencia simbólica: se castiga la
diferencia, se premia la conformidad y se convierte el aula en una máquina de
selección social.
3. LAS CONSECUENCIAS DE MEDIR CON LA MISMA VARA
Las repercusiones de esta educación uniforme son
profundas y múltiples:
Psicológicas: destruye la autoestima, genera frustración
y mata la creatividad.
Sociales: reproduce la desigualdad y promueve la
competencia egoísta.
Éticas: enseña que el valor humano depende del
rendimiento, sustituyendo el ser por el tener.
Como advirtió Erich Fromm (1956), “en lugar de enseñar a
ser, enseñamos a tener: a tener éxito, títulos y poder”. La escuela moderna
enseña a obedecer, no a pensar.
4. HACIA UNA EDUCACIÓN PERSONALIZADA Y EMANCIPADORA
El siglo XXI exige una transformación radical. No basta
con reformar currículos o introducir tecnología: hay que cambiar la visión del
ser humano.
Una educación personalizada y emancipadora debe:
Humanizar el aprendizaje, situando la vida y la emoción
en el centro.
Enseñar a pensar, no a obedecer.
Reconocer la diferencia como riqueza, no como obstáculo.
Construir comunidad educativa basada en el diálogo y la
corresponsabilidad.
Usar la tecnología con ética y sentido humano.
Reivindicar al educador como guía moral y constructor de
humanidad.
Como dijo Paulo Freire (1993), “la educación verdadera es
un acto de amor, por tanto un acto de coraje; no teme la diferencia, sino que
se alimenta de ella”.
CONCLUSIÓN
El mayor desafío educativo no es enseñar más, sino
enseñar mejor; no es llenar cabezas, sino despertar conciencias. La uniformidad
ya no puede ser el camino: el futuro de la educación se juega en la capacidad
de reconocer que no existen mentes idénticas.
La escuela del porvenir debe dejar de ser una fábrica de
obediencia para convertirse en un taller de humanidad, donde cada estudiante
aprenda según su ritmo, su historia y su manera de ver el mundo.
Educar es un acto ético, un acto de fe en la humanidad. No
somos copias en serie, sino obras únicas e irrepetibles.
“La educación no debe domesticar la diferencia, sino
hacerla dialogar.
Educar es liberar lo humano que cada ser lleva dentro.”
—José Israel Ventura, 2025
SAN SALVADOR, 5 DE OCTUBRE DE 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario