jueves, 11 de septiembre de 2025

 

LA OTRA EDUCACIÓN: FAMILIA, MAESTROS Y ESTADO COMO PILARES DE LA FORMACIÓN INTEGRAL

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN:

Más allá de los libros y las aulas

La educación es, en toda sociedad, el motor que impulsa la transformación cultural, política y económica. No obstante, pocas veces se reconoce con suficiente énfasis que su esencia trasciende los muros de la escuela. La película La otra educación abre una ventana crítica hacia esta dimensión olvidada, recordándonos que el verdadero acto de educar es un proceso integral donde confluyen la familia, los maestros y el Estado. Este triángulo constituye el soporte vital de toda sociedad, pero también su mayor debilidad cuando alguno de sus vértices se rompe.

En el contexto latinoamericano, y particularmente en El Salvador, la educación ha sido históricamente víctima de la negligencia estatal, del debilitamiento de la familia por la pobreza y la violencia, y de la desvalorización social de los maestros. Cada una de estas falencias se manifiesta en aulas deterioradas, estudiantes desmotivados y sociedades que reproducen desigualdades en lugar de superarlas. La obra fílmica nos recuerda que la escuela no es suficiente por sí misma: si no hay disciplina en casa, compromiso en los docentes y políticas públicas coherentes, la educación se convierte en una promesa incumplida.

Como lo advertía Paulo Freire (1970/2012), la educación no es un acto neutro: “nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo” (p. 85). Esto significa que el proceso educativo no puede limitarse a un espacio cerrado ni a una sola institución. Es una construcción colectiva que abarca al hogar, al aula y al Estado como garante de derechos.

En esa línea, La otra educación critica frontalmente las visiones reduccionistas que confunden instrucción con formación integral.

Además, la obra subraya la importancia de la disciplina como eje transversal. Sin disciplina no hay aprendizaje posible, ni en el hogar, ni en la escuela, ni en la sociedad. Pero se trata de una disciplina con sentido, que forma hábitos, constancia y respeto mutuo, y no de una imposición autoritaria. Este planteamiento resulta crucial en países como El Salvador, donde el desorden, la violencia y la falta de responsabilidad han erosionado los cimientos de la convivencia social.

 EN este ensayo, desarrolla cinco ejes principales que emergen de la película:

·         La familia como primera escuela y formadora de valores.

·         Los maestros como mediadores entre el conocimiento y la vida.

·         La disciplina como columna vertebral de la formación.

·         El Estado como garante o ausente del derecho educativo.

·         La tríada necesaria entre familia, escuela y Estado para alcanzar una educación integral.

El análisis se plantea desde una perspectiva sociológica y pedagógica, fundamentada en autores como Durkheim, Bourdieu y Freire, y con referencias al contexto histórico latinoamericano. La intención es clara: no solo interpretar la película, sino extraer de ella una crítica profunda a la realidad educativa y social salvadoreña, mostrando la urgencia de repensar la educación como un proyecto colectivo de dignidad y justicia. Hay que destacar que el ensayo está basado en la película titulada” la otra educación” La otra educación forma parte de la trilogía “La buena educación de la Fundación Trilem” las personas interesadas pueden verla en youtube con el título “la otra educación”

1. LA FAMILIA: PRIMERA ESCUELA Y FORMADORA DE VALORES

1.1 El hogar como raíz de toda educación

La familia es, antes que cualquier institución, la primera escuela de la vida. La película lo enfatiza con fuerza: los padres y madres no pueden delegar por completo la formación de sus hijos a la escuela, pues son ellos quienes transmiten los primeros valores de respeto, solidaridad y responsabilidad. En el hogar se aprende a convivir, a compartir, a reconocer límites y a asumir deberes. Sin este pilar, la educación escolar se convierte en un edificio sin cimientos.

Durkheim (1922/1996) señalaba que la educación es un proceso de socialización que moldea al individuo de acuerdo con las exigencias de la sociedad. En esa lógica, la familia cumple un papel esencial: inicia al niño en las normas básicas de conducta y en los hábitos de disciplina que más tarde se consolidarán en la escuela. Un hogar que enseña respeto y orden crea condiciones favorables para el aprendizaje; en cambio, un hogar indiferente genera desarraigo y desorientación.

1.2 EL EJEMPLO COMO PEDAGOGÍA SILENCIOSA

La pedagogía familiar no se reduce a consejos verbales, sino que se ejerce de manera silenciosa a través del ejemplo. Un padre que miente enseña a mentir, aunque proclame lo contrario. Una madre que respeta la dignidad ajena educa en valores con mayor fuerza que cualquier sermón. Como subraya la película, los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan.

Aquí radica la fuerza —y al mismo tiempo la debilidad— de la educación familiar: cuando el ejemplo es positivo, los hijos crecen con referentes sólidos; cuando es negativo, se internalizan conductas destructivas. No es casual que muchas problemáticas juveniles en El Salvador, como el abandono escolar o la adhesión a pandillas, estén vinculadas a hogares fragmentados, marcados por la violencia doméstica o por la ausencia de figuras paternas y maternas responsables.

1.3 CARENCIAS FAMILIARES Y FRACTURAS SOCIALES

La película denuncia, con un tono crítico, la negligencia de muchas familias que, atrapadas en la lógica del consumismo o debilitadas por la precariedad, delegan toda responsabilidad en la escuela. Esta ausencia se traduce en indisciplina, falta de compromiso y apatía hacia el aprendizaje. El resultado es una niñez que llega al aula con vacíos afectivos y éticos que los maestros difícilmente logran llenar.

En términos sociológicos, Bourdieu (1970/2000) explicaba que el capital cultural de la familia determina en gran medida las posibilidades educativas de los hijos. Un hogar que carece de estímulos intelectuales, de hábitos de lectura o de disciplina cotidiana, condena a los niños a enfrentar desventajas desde sus primeros años. La película refleja esta realidad al mostrar cómo la indiferencia familiar repercute directamente en el rendimiento escolar y en la conducta social.

1.4 LA FAMILIA Y LA DISCIPLINA COMO HERENCIA FORMATIVA

Un aspecto central del film es el vínculo entre familia y disciplina. La disciplina no es vista como castigo, sino como herramienta de formación del carácter. Cuando los padres acompañan las tareas, establecen horarios, fomentan el respeto por los demás y enseñan a cumplir responsabilidades, transmiten un legado que facilita el aprendizaje en la escuela y la convivencia en sociedad.

Por el contrario, la falta de disciplina familiar genera niños sin hábitos de estudio, incapaces de controlar impulsos y proclives a la indisciplina social. En sociedades como la salvadoreña, donde la violencia juvenil ha alcanzado niveles alarmantes, esta carencia constituye una de las raíces del problema.

1.5 CRÍTICA ENÉRGICA A LA INDIFERENCIA FAMILIAR

La película no se queda en la simple descripción, sino que denuncia la irresponsabilidad de ciertos padres que reducen su papel a enviar a los hijos a la escuela, sin acompañar su proceso educativo. Esta actitud, que combina indiferencia y comodidad, equivale a renunciar al deber más elemental: ser los primeros educadores.

Aquí cabe hacer una crítica enérgica: mientras los padres exigen resultados de los maestros y culpan al Estado por las fallas del sistema, pocos asumen que la primera responsabilidad comienza en el hogar. La niñez necesita afecto, acompañamiento y disciplina, no excusas ni abandono.

2. LOS MAESTROS: MEDIADORES DEL SABER Y MODELOS DE VIDA

2.1 El maestro más allá de la transmisión de contenidos

En La otra educación, la figura del maestro aparece con una doble dimensión: como portador de conocimientos y como ejemplo de vida. La película denuncia que en muchos casos el rol docente ha sido reducido a la simple función de transmitir información, convirtiendo al maestro en un repetidor de programas oficiales, desconectado de la realidad de sus estudiantes. Sin embargo, el verdadero educador trasciende este papel: es mediador entre el saber acumulado de la humanidad y las experiencias vitales de los niños.

Freire (1997) advertía que enseñar no consiste en transferir conocimientos, sino en crear posibilidades para la producción y construcción del conocimiento. Un maestro que solo dicta contenidos sin generar reflexión convierte la educación en un ejercicio vacío; en cambio, aquel que inspira, cuestiona y dialoga con sus estudiantes abre las puertas hacia el pensamiento crítico y la autonomía.

La película enfatiza que la niñez aprende tanto de lo que el maestro dice como de lo que hace.

Su conducta, su disciplina y su compromiso ético tienen un impacto profundo, muchas veces mayor que cualquier lección académica. En este sentido, el maestro encarna la posibilidad de convertirse en un referente positivo que oriente a los niños hacia el respeto, la responsabilidad y la superación personal.

2.2 Vocación y compromiso ético

Uno de los ejes críticos del film es la falta de vocación de algunos docentes. La rutina, la precariedad laboral y la ausencia de formación continua han convertido a ciertos maestros en funcionarios desmotivados que ven la docencia como una carga más que como una misión. La película no duda en cuestionar este fenómeno, pues un maestro sin vocación es incapaz de inspirar a sus alumnos.

Aquí es necesario ser enérgicos: un educador sin compromiso ético no puede llamarse maestro. Freire (1997) lo plantea con claridad: enseñar exige coraje, esperanza y amor por la vida. Cuando el docente se limita a cumplir horarios y a aprobar o reprobar exámenes, pierde de vista que su tarea es formar seres humanos y no simples receptores de datos.

Al mismo tiempo, no puede ignorarse que los maestros en América Latina, y especialmente en El Salvador, han sido históricamente desvalorizados. Sueldos bajos, condiciones precarias de infraestructura y falta de reconocimiento social han debilitado su papel. Sin embargo, esto no justifica la mediocridad: la educación exige un compromiso que trasciende las circunstancias. El maestro que realmente cree en su misión busca alternativas, innova, y aun en condiciones adversas, procura inspirar a sus estudiantes.

2.3 El maestro como constructor de ciudadanía

El film también plantea una visión más amplia: el maestro no solo debe transmitir conocimientos académicos, sino formar ciudadanos críticos y responsables.

Esta idea conecta con la pedagogía crítica de Freire (1970/2012), quien sostenía que la educación es un acto político que puede servir para domesticar o para liberar.

En sociedades marcadas por la desigualdad, los maestros tienen la posibilidad —y la responsabilidad— de fomentar en los niños la conciencia social y la capacidad de cuestionar la realidad. El aula no puede ser un espacio aislado de la vida, sino un lugar donde se reflexiona sobre la justicia, la solidaridad y la dignidad humana.

En este sentido, la figura del maestro trasciende la enseñanza de materias específicas y se convierte en un agente de cambio. La disciplina, el pensamiento crítico y los valores que el maestro inculca son herramientas que preparan a los estudiantes no solo para aprobar exámenes, sino para enfrentar la vida con dignidad.

2.4 Crítica a la mediocridad docente

La película no duda en señalar la mediocridad de ciertos maestros que se limitan a repetir programas oficiales sin conexión con la realidad social de los niños. Esta actitud es, en última instancia, una forma de violencia educativa: se priva a la niñez de una formación que le permita comprender y transformar su mundo.

Desde una perspectiva crítica, es necesario denunciar que el maestro que no inspira, traiciona su vocación. Su labor no puede reducirse a calificar tareas ni a imponer disciplina mecánica; debe ser un orientador que abra caminos hacia la creatividad, la libertad y la responsabilidad.

El problema no es nuevo: desde principios del siglo XX, ya se hablaba en América Latina de la necesidad de maestros transformadores, capaces de unir la instrucción con la educación moral y cívica. Sin embargo, la falta de políticas de formación docente, la ausencia de evaluación seria y el clientelismo político en la contratación han perpetuado la mediocridad.

2.5 El maestro entre la esperanza y la adversidad

Pese a las críticas, el film también muestra ejemplos de maestros que, con disciplina y afecto, logran inspirar a sus estudiantes. Son aquellos que, aun en aulas deterioradas, sin recursos suficientes y con salarios bajos, se convierten en referentes de superación. La historia educativa salvadoreña recuerda a docentes que enseñaban en ranchos improvisados, pero que marcaron la vida de generaciones enteras gracias a su pasión y compromiso.

Aquí radica la paradoja: aunque el Estado ha sido negligente, y aunque la familia muchas veces no cumple su papel, siempre han existido maestros que, con esfuerzo personal, sostienen la esperanza de la educación. Estos maestros encarnan la idea de que la docencia es más que un empleo: es una vocación de servicio a la sociedad.

3. LA DISCIPLINA: COLUMNA VERTEBRAL DE LA EDUCACIÓN

3.1 La disciplina como condición del aprendizaje

En La otra educación, la disciplina se presenta como un hilo conductor que atraviesa el hogar, la escuela y la sociedad. El film plantea una verdad que incomoda, pero es innegable: sin disciplina no hay educación posible. La disciplina no es sinónimo de represión ni de castigo, sino de orden, constancia y respeto mutuo. Representa el cimiento sobre el cual se construyen los hábitos de estudio, la responsabilidad y la convivencia.

En el hogar, la disciplina se refleja en el cumplimiento de horarios, el acompañamiento de las tareas y la formación de rutinas. En la escuela, se manifiesta en la atención, la puntualidad y el respeto hacia maestros y compañeros. En la sociedad, la disciplina se convierte en la capacidad de cumplir normas, asumir deberes ciudadanos y respetar el bien común.

Durkheim (1922/1996) ya afirmaba que la disciplina es un mecanismo de socialización que permite la cohesión social. Sin ella, los individuos actúan de manera aislada y caótica, incapaces de integrarse en una colectividad. La película confirma esta tesis: en contextos donde no existe disciplina, prevalecen la apatía, la violencia y el fracaso escolar.

3.2 Disciplina no como autoritarismo, sino como libertad responsable

El error histórico de muchas sociedades ha sido confundir disciplina con autoritarismo. En el pasado, la disciplina escolar se ejercía mediante castigos físicos y humillaciones públicas. Lejos de formar carácter, este tipo de prácticas generaban miedo, resentimiento y sumisión. La película advierte que la disciplina verdadera no oprime, sino que libera, pues dota al estudiante de herramientas para ser dueño de su tiempo, de sus hábitos y de su destino.

La disciplina auténtica consiste en aprender a postergar la gratificación inmediata, en reconocer que los logros requieren esfuerzo sostenido y en respetar las reglas que hacen posible la convivencia. De esta manera, la disciplina no anula la libertad, sino que la enmarca en la responsabilidad. Kant (1785/2003) lo expresaba en términos filosóficos: la libertad solo es posible bajo la guía de la razón práctica, que establece límites y deberes.

En este sentido, La otra educación se convierte en un alegato contra el caos y la improvisación que caracterizan a buena parte del sistema educativo latinoamericano. Sin disciplina, ni el mejor programa académico ni los más capacitados maestros pueden formar ciudadanos íntegros.

3.3 La disciplina frente a la violencia social

En el caso salvadoreño, la falta de disciplina educativa ha tenido consecuencias fatales. Jóvenes que crecieron sin normas claras en el hogar y sin hábitos de estudio en la escuela terminaron engrosando las filas de la violencia social, particularmente en el fenómeno de las pandillas.

La película insinúa esta conexión al mostrar cómo la ausencia de disciplina escolar no solo afecta el rendimiento académico, sino que abre la puerta al desorden y a la criminalidad.

La disciplina, por tanto, debe ser entendida como un mecanismo preventivo frente a la violencia. Cuando los niños aprenden a cumplir responsabilidades, a respetar la autoridad legítima y a esforzarse por metas a largo plazo, se construyen ciudadanos menos proclives al delito y más inclinados a la cooperación.

La UNESCO (2015) ha señalado que la educación con valores y disciplina es una de las herramientas más efectivas para reducir la violencia juvenil en América Latina. No se trata de militarizar la escuela ni de imponer obediencia ciega, sino de formar en el respeto, la constancia y la responsabilidad.

3.4 Crítica al relativismo y la permisividad

Uno de los males que denuncia la película es la permisividad con que muchos padres y maestros abordan la disciplina. Bajo el argumento de evitar traumas o de fomentar la “libertad”, se ha confundido educación con complacencia. El resultado es una generación que carece de límites claros y que enfrenta la vida con una noción distorsionada de la libertad.

Ser enérgicos en este punto es necesario: la falta de disciplina no forma personas libres, sino esclavos de sus impulsos. Un niño sin normas se convierte en un adulto incapaz de respetar a los demás, de asumir compromisos o de construir proyectos de vida. La película retrata esta situación en personajes infantiles que, por falta de disciplina en el hogar y en la escuela, desarrollan conductas caóticas y destructivas.

Frente a ello, la crítica debe ser contundente: ni la familia ni la escuela pueden abdicar de su función de formar en la disciplina. No hacerlo equivale a condenar a la niñez a un futuro de frustración y desorden.

3.5 DISCIPLINA COMO EJE TRANSVERSAL DE LA TRÍADA EDUCATIVA

Finalmente, la disciplina aparece en La otra educación como el elemento que unifica a los tres pilares de la educación. La familia enseña disciplina mediante el ejemplo y las rutinas cotidianas. Los maestros la refuerzan a través de la exigencia académica y el respeto en el aula. El Estado, por su parte, debe institucionalizarla mediante políticas educativas que promuevan la responsabilidad ciudadana y la cultura del esfuerzo.

En esta tríada, la disciplina no es un accesorio, sino la columna vertebral que sostiene la formación integral. Si falta en alguno de los tres ámbitos, el edificio educativo se resquebraja. Con disciplina, en cambio, la educación se convierte en una herramienta de emancipación personal y colectiva.

4. EL ESTADO: GARANTE PRESENTE O CÓMPLICE AUSENTE

4.1 El deber indelegable del estado

El Estado, en cualquier sociedad, tiene una responsabilidad indelegable: garantizar el derecho a la educación como un bien público y universal. No se trata de una concesión política ni de un favor a la ciudadanía, sino de una obligación constitucional y ética. La película La otra educación denuncia que, en muchos contextos, el Estado ha abandonado esta tarea, dejando a las familias y a los maestros la carga de sostener un sistema educativo debilitado y sin recursos suficientes.

En El Salvador y en gran parte de América Latina, la historia de la educación está marcada por promesas incumplidas y políticas improvisadas. A pesar de que organismos internacionales como la UNESCO (2015) insisten en que la inversión educativa debe ser prioritaria para alcanzar el desarrollo sostenible, los gobiernos han reducido el tema a discursos vacíos mientras destinan presupuestos insuficientes.

Cuando el Estado no invierte en infraestructura, formación docente y programas de apoyo a la niñez, no solo incumple un deber legal, sino que traiciona el futuro de las nuevas generaciones. La película lo deja claro: sin la acción responsable del Estado, los esfuerzos de padres y maestros quedan debilitados.

4.2 Crítica a la ausencia estatal

La película retrata la ausencia del Estado como un problema estructural. Escuelas deterioradas, falta de materiales, maestros mal pagados y programas sin coherencia reflejan una realidad que va más allá de la ficción. En muchos países latinoamericanos, el abandono estatal ha condenado a miles de niños a recibir una educación de baja calidad, profundizando la brecha entre ricos y pobres.

Bourdieu y Passeron (1970/2000) advirtieron que, en lugar de ser un instrumento de igualdad, la escuela muchas veces reproduce las desigualdades sociales. Cuando el Estado se desentiende de la educación pública, los hijos de las familias pobres quedan atrapados en un círculo de exclusión, mientras los sectores privilegiados acceden a instituciones privadas con mejores recursos. La película evidencia esta injusticia al mostrar cómo los niños de contextos vulnerables son los que más sufren por la falta de inversión estatal.

La crítica debe ser contundente: un Estado ausente en materia educativa es cómplice de la desigualdad y la exclusión social. No basta con inaugurar escuelas o repartir libros de manera propagandística; se necesita una política integral, coherente y sostenida en el tiempo.

4.3 EL ESTADO COMO GARANTE DE POLÍTICAS PÚBLICAS COHERENTES

El papel del Estado no se limita a financiar infraestructura. También debe diseñar políticas educativas que promuevan la calidad, la equidad y la pertinencia social. Esto implica garantizar la formación continua de los maestros, crear programas de apoyo a las familias y asegurar que los contenidos escolares respondan a las necesidades de la sociedad.

La educación no puede ser vista como un gasto, sino como una inversión estratégica para el desarrollo nacional. Diversos estudios han demostrado que la relación entre inversión educativa y crecimiento económico es directa: sociedades con mayor acceso a educación de calidad alcanzan niveles más altos de productividad y cohesión social (Hanushek & Woessmann, 2015).

La película hace un llamado implícito a que los Estados dejen de improvisar y asuman su responsabilidad como garantes de futuro. Si el Estado cumple su papel, los esfuerzos de la familia y los maestros pueden multiplicarse; si no lo hace, la educación seguirá siendo un privilegio y no un derecho.

4.4 Entre el discurso y la realidad

Uno de los aspectos más críticos que plantea La otra educación es la brecha entre el discurso oficial y la realidad educativa. Mientras los gobiernos proclaman que la educación es una prioridad nacional, en la práctica los presupuestos asignados siguen siendo insuficientes y las políticas carecen de continuidad.

En El Salvador, por ejemplo, durante décadas los planes educativos han cambiado con cada administración, sin una visión de largo plazo. Esta discontinuidad refleja que la educación ha sido usada como herramienta de propaganda electoral más que como una política de Estado. La película cuestiona este doble discurso, mostrando que los niños son los principales perjudicados cuando el Estado actúa de manera irresponsable.

La crítica debe ser enérgica: no hay nada más perverso que convertir la educación en un botín político. Hacerlo equivale a hipotecar el futuro de la nación en nombre de intereses partidarios.

4.5 El Estado como articulador de la tríada educativa

Finalmente, la película sugiere que el Estado debe funcionar como articulador entre familia y escuela.

No basta con entregar recursos; debe promover la participación de los padres, apoyar a los docentes y generar programas que integren la disciplina y los valores en la formación escolar. Solo así podrá garantizarse una educación integral que no se limite a transmitir conocimientos, sino que forme ciudadanos críticos y responsables.

En este sentido, el Estado no puede ser neutral. Debe tomar partido a favor de la niñez y en contra de todo aquello que debilite su formación. Como señala Freire (1970/2012), la educación es siempre un acto político: o libera, o reproduce la opresión. El Estado que decide invertir en educación de

5. LA TRÍADA NECESARIA: FAMILIA, ESCUELA Y ESTADO EN ARMONÍA

5.1 La interdependencia de los tres pilares

La otra educación transmite un mensaje claro: ninguno de los tres pilares educativos —familia, escuela y Estado— puede funcionar por sí solo. La familia sin escuela se queda en la transmisión de valores básicos, pero carece de las herramientas académicas para la formación integral. La escuela sin familia pierde raíces y acompañamiento en el hogar. Y el Estado, sin la interacción con ambos, se convierte en un aparato burocrático distante, incapaz de garantizar aprendizajes significativos.

La educación auténtica requiere de esta tríada armónica. Si uno de los pilares falla, el edificio entero se resquebraja. La película nos muestra, con escenas sencillas pero poderosas, cómo la ausencia de cualquiera de estos actores genera vacíos irreparables en la vida de los niños.

5.2 El hogar y la escuela: alianza necesaria

Un punto fuerte de la obra es su crítica a la falta de comunicación entre padres y maestros. Muchas veces, la familia delega por completo la educación al sistema escolar, mientras los docentes se quejan de la falta de acompañamiento en casa.

Esta brecha, lejos de resolverse, se profundiza en contextos de pobreza, donde los padres trabajan largas jornadas y carecen de tiempo para involucrarse en la vida escolar de sus hijos.

La película recuerda que educar es un esfuerzo compartido. Cuando familia y escuela trabajan de manera articulada, se refuerzan mutuamente: los valores inculcados en el hogar se consolidan en el aula, y los aprendizajes escolares se fortalecen con el apoyo de los padres.

5.3 El Estado como articulador

El tercer elemento de esta tríada es el Estado, que debe cumplir un papel articulador. No basta con construir escuelas o contratar maestros: debe generar políticas que integren a las familias en los procesos educativos y que fortalezcan la formación docente para enfrentar los desafíos contemporáneos.

El Estado debe asumir que su tarea no es solo administrativa, sino profundamente política: garantizar que la educación sea un derecho humano, accesible para todos y orientado a la justicia social. Como plantea Freire (1997), enseñar exige compromiso con la dignidad humana y la transformación del mundo.

5.4 Educación integral como proyecto de nación

La educación no puede ser vista como un asunto privado de las familias, ni como una carga exclusiva de los maestros, ni como una simple partida presupuestaria para el Estado. Debe ser entendida como un proyecto de nación. Solo así podrá transformarse en motor de cambio social, capaz de combatir la pobreza, reducir la violencia y construir ciudadanía.

La otra educación insiste en que enseñar a leer y escribir no basta. La verdadera educación enseña a vivir en sociedad con responsabilidad, dignidad y solidaridad. Y esa tarea solo puede lograrse si familia, escuela y Estado asumen juntos su rol.

CONCLUSIÓN: LA URGENCIA DE RECONSTRUIR LA EDUCACIÓN

El análisis de La otra educación nos lleva a una conclusión contundente: la crisis educativa no es casual ni inevitable, sino el resultado de fallas estructurales. La familia, muchas veces debilitada por la pobreza y la violencia, no logra transmitir los valores y la disciplina necesarios. Los maestros, atrapados en condiciones precarias y desvalorizados socialmente, luchan por cumplir una tarea que debería estar acompañada de formación continua y respaldo estatal. Y el Estado, históricamente ausente o incoherente en sus políticas, ha fallado en garantizar el derecho universal a la educación.

Ante esta realidad, el reto es reconstruir la tríada educativa sobre tres pilares fundamentales: familias responsables, maestros comprometidos y un Estado garante de derechos. La educación no puede seguir siendo un privilegio para unos pocos, ni un discurso vacío en campañas electorales; debe ser el corazón de un proyecto social que apueste por la dignidad y el futuro de la niñez.

REFLEXIÓN FINAL: EDUCAR ES FORMAR HUMANIDAD

Educar no es solo transmitir conocimientos, sino formar seres humanos con sentido de vida, responsabilidad social y capacidad de transformar la realidad. La película nos recuerda que un pueblo sin educación integral está condenado a repetir sus errores, mientras que un pueblo con familias comprometidas, maestros inspiradores y un Estado responsable puede forjar un futuro distinto.

La reflexión que deja La otra educación es profunda: la verdadera educación no se mide en calificaciones ni en diplomas, sino en la capacidad de formar ciudadanos que respeten la dignidad propia y ajena, que practiquen la solidaridad y que asuman la disciplina como camino hacia la libertad.

La crítica debe ser enérgica y clara: si familia, escuela y Estado no se articulan, la educación seguirá siendo una promesa incumplida. Pero si se logra esa unión, la educación se convierte en la herramienta más poderosa para transformar a El Salvador y a toda América Latina.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

1.       Bourdieu, P., & Passeron, J. C. (2000). La reproducción: Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Madrid: Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1970).

2.       Durkheim, E. (1996). Educación y sociología. Madrid: Akal. (Trabajo original publicado en 1922).

3.       Freire, P. (2012). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1970).

4.       Freire, P. (1997). Pedagogía de la autonomía: Saberes necesarios para la práctica educativa. México: Siglo XXI.

5.       Hanushek, E. A., & Woessmann, L. (2015). The knowledge capital of nations: Education and the economics of growth. Cambridge, MA: MIT Press.

6.       UNESCO. (2015). Educación para todos 2000–2015: Logros y desafíos. París: UNESCO.

 

 

 

 

SAN SALVADOR, 11 DE SEPTIEMBRE DE 2025

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