LA
OPOSICIÓN EN EL SALVADOR: ENTRE LA MENTIRA Y EL CINISMO
POR: MSc.
JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En El Salvador
estamos siendo testigos de un fenómeno lamentable: una oposición política que
ha perdido el rumbo y que, en lugar de construir y proponer, se dedica a
sembrar mentiras, miedo e incertidumbre. Hablan de perseguidos políticos, de
falta de libertad de expresión, de un pueblo atemorizado y de un éxodo de
periodistas, pero no presentan pruebas ni datos concretos. Sus palabras están
llenas de cinismo, porque gritan “dictadura” mientras gozan de todas las
libertades que niegan. Este artículo expone con claridad y firmeza la
incoherencia de esa oposición que ya no tiene argumentos ni moral para hablar
en nombre del pueblo salvadoreño.
¿PERSEGUIDOS POLÍTICOS O PERSEGUIDOS POR LA JUSTICIA?
En El Salvador,
hay algo que no se puede seguir callando: la incoherencia y el cinismo de una
oposición que no representa a nadie, que no propone nada y que lo único que
hace es repetir discursos vacíos para tratar de engañar a la población y a la
comunidad internacional. Veamos con calma sus “grandes denuncias” y cómo caen
por su propio peso, porque se basan en puras mentiras o medias verdades que no
aguantan el más mínimo análisis.
Primero, la
oposición grita a los cuatro vientos que en nuestro país hay perseguidos
políticos. Pero uno se pregunta: ¿quiénes son esos supuestos perseguidos?
¿Dónde están? ¿Cuándo se ha visto un caso concreto, con pruebas, con hechos
claros? Lo único que vemos es que algunos de los que se dicen perseguidos son
personajes que lo que tienen son cuentas pendientes con la justicia, por actos
de corrupción, por robarle al pueblo, o por haber apoyado a las estructuras
delincuenciales que tanto daño hicieron durante años. ¿Acaso es persecución
política exigir cuentas a quienes robaron, a quienes pactaron con las maras o
se enriquecieron a costa del sufrimiento del pueblo? Eso no es persecución
política; eso es justicia. El problema
es que esta oposición confunde la ley con persecución porque siempre estuvo
acostumbrada a vivir por encima de la ley.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN: LA FARSA DE LOS QUE GRITAN PARA
DECIR QUE NO PUEDEN HABLAR
Luego, repiten
una y otra vez que no hay libertad de expresión en El Salvador. Y aquí es donde
el descaro llega al máximo. ¿Cómo se puede decir que no hay libertad de
expresión en un país donde día y noche insultan al presidente, al gobierno y a
las instituciones? Los vemos en entrevistas, en redes sociales, en artículos,
en comunicados. Y lo hacen con una libertad absoluta, sin consecuencias.
Gritan, ofenden, difaman, acusan sin pruebas y hasta amenazan. ¿Dónde están los
presos por opinar? ¿A quién han metido a la cárcel por decir lo que piensa? A nadie. Lo que pasa es que quisieran tener derecho a insultar y a
calumniar sin que nadie les responda ni los desmienta, pero eso no es libertad
de expresión, eso es libertinaje. Hoy hay más libertad de expresión
que nunca; lo que pasa es que ya no tienen el monopolio de la opinión como lo
tenían antes.
EL PUEBLO RESPALDA A SU FUERZA ARMADA Y POLICÍA, NO LES
TEME.
Otro de sus
cuentos es que el pueblo le tiene miedo a la Fuerza Armada y a la Policía
Nacional Civil. Dicen que el país está bajo un supuesto “régimen de terror”.
Pero cualquiera que recorra los barrios, colonias y las comunidades sabe que
eso es falso. Hoy la gente vive más tranquila. Hoy los niños pueden salir a
jugar sin temor a que una bala perdida los mate. Hoy las familias pueden abrir
sus negocios, caminar de noche, visitar a sus parientes sin miedo de cruzar
territorio de una pandilla a otra. Y cuando el pueblo ve pasar a los soldados y
a los policías, no les tiene miedo: les agradece, los aplaude, les da
comida y agua. Porque saben que gracias a ellos hoy El Salvador respira paz
después de décadas de terror de las maras. Solo los delincuentes y los que vivían
de su sombra pueden tenerles miedo a los que hoy defienden al pueblo.
¿ÉXODO DE PERIODISTAS? OTRA MENTIRA SIN PRUEBAS
También nos
vienen con el cuento del “éxodo masivo” de periodistas y líderes sociales.
Pero, ¿dónde están las cifras? ¿Quiénes son? ¿Cuántos son? Porque hablar es
fácil, pero lo que no presentan son datos concretos. No hay listas, no hay
nombres, no hay casos reales que prueben que en El Salvador se persigue a los
periodistas o a los líderes que realmente trabajan por el bien de la gente. Lo
que sí es cierto es que hay algunos que, bajo el disfraz de periodistas o de
activistas, lo que hacían era servir a intereses oscuros y ahora que se les
acabaron los privilegios prefieren irse para no responder por lo que hicieron.
Eso no es persecución; eso es rendir cuentas.
UNA OPOSICIÓN SIN MORAL, SIN PROPUESTAS Y SIN PUEBLO
Entonces, la gran
pregunta es: ¿qué clase de oposición tenemos en el país? Pues una oposición sin
propuestas, sin ética, ni moral, sin vergüenza y sin respeto por la verdad. Una
oposición que solo sabe destruir y criticar, pero que no ofrece soluciones a
los problemas reales de la gente. Una oposición que vive de hacer ruido, de
mentir, de tratar de confundir, pero que ya nadie escucha porque la población
está cansada de los mismos de siempre. Una oposición que, en lugar de renovarse
y aportar, se dedica a proteger a los corruptos y a los delincuentes. Y lo peor
es que quieren que el pueblo olvide quiénes fueron ellos: los que entregaron el
país a las maras, los que saquearon las arcas del Estado, los que gobernaron
para sus bolsillos y no para la gente.
Hoy el pueblo
salvadoreño ya no se deja engañar. Hoy la población tiene claro que no se trata
de apoyar ciegamente a un gobierno, sino de reconocer que las cosas están
cambiando y que el país va por un rumbo mejor. Lo que necesitamos es una
oposición seria, que de verdad quiera construir, que de verdad quiera el bien
del país y no que solo esté al servicio de intereses oscuros. Pero para eso,
esa oposición tiene que empezar por algo muy sencillo: hablar con la verdad.
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