¿CRISIS
POLITICA O CRISIS DE PODER EN EL SALVADOR?
POR: MSc.
JOSÉ ISRAEL VENTURA
La manera
como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran
como se presentan la ciencia entera sobraría”.
(Karl Marx) Voy a iniciar esta
reflexión porque me parece que esta frase
nos explica de alguna manera la realidad que estamos viviendo.
Desde hace
algunos meses o quizás para ser más
precisos desde que inició el gobierno
del presidente Nayib Bukele (1 de junio de 2019) se vive una intensa actividad política a
nivel en todos los sectores de la vida del país. Por un lado los grupos de poder representados en las diferentes instituciones
del Estado y por el otro un poder naciente que tiene su expresión en el
poder de las masas, al menos eso es lo
que aparenta.
Es una lucha de
clases desde cualquier ángulo que la queramos ver, es el enfrentamiento
entre la clase poderosa tradicional, los dueños de los medios de producción, de
la industria, el comercio, el transporte, la comunicación entre otros. Sin embargo, lo que el pueblo logra percibir pareciera que es un conflicto meramente
jurídico o resultados de la pandemia del
Covid- 19; y a la vez un problema de legalidad
o de violación a la Constitución de la República. No obstante, el fondo de todo este conflicto es una lucha a
muerte por el poder.
El poder
tradicional jamás, había sido desafiado por gobierno alguno, siempre habían sido dóciles y muy condescendientes con el poder, pero
también el poder había transado recursos económicos para mantener la gobernabilidad. En
consecuencia, estos gobiernos (ARENA Y
FMLN, PCN Y PDC), todo el tiempo gobernaron para las clases dominantes, sin
importar los sufrimientos de las clases desposeídas.
Al contrario
del presidente actual ha invertido esa
práctica habitual y ha puesto el aparato del Estado al servicio y en función de
las necesidades de la mayoría de la
población y probablemente esa sea la razón por la que el actual gobierno goza de un apoyo
increíble e impensable de la población. Pero al mismo tiempo es víctima de los
improperios más viles de sus oponentes
que no encuentran la forma de frenar el respaldo popular del que por hoy goza
el presidente Nayib Bukele.
Apoyo que se puede corroborar con las últimas encuestas
aparecidas en algunos medios de información y de las redes sociales. Hoy todo su gobierno
está trabajando al unísono con el
presidente y junto al pueblo. Cuestión
que gobiernos anteriores su administración se ejecutó desde los escritorios de
la burocracia estatal.
Pero
más allá, de esa aparente crisis
generada por el Covid-19 y el conflicto jurídico entre el poder ejecutivo, legislativo y judicial ¿Qué hay detrás
de todo eso? claro que a los ojos de la gente común es una lucha en la que el
poder tradicional ha perdido terreno y
un desgaste estrepitoso que ha cercenado los cimientos en los cuales tradicionalmente
se sustentaba.
La vieja
oligarquía que desde los años de 1824 había venido
controlando poder económico y político, ve como
de repente se ve amenazado por el
arribo de una nueva clase social que si
bien no tiene el poder económico que la burguesía tradicional posee, pero que se presenta como más progresista y con una
mejor visión de país.
Por otro
lado, la clase burguesa tradicional, representada en la ANEP, FUSADES, los
partidos políticos tradicionales (ARENA, FMLN, PDC Y PCN) y las instituciones políticas y jurídicas
afines (FGR, CSJ, PDHH y la Asamblea Legislativa entre otras. Son parte de esa
superestructura jurídico política de la que echa mano la clase dominante cuando
su “status quo” se encuentra en peligro.
No hay que olvidar la sentencia de Marx “El poder
político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”
ese poder es el poder que durante más de dos siglos ha utilizado la burguesía
para explotar, reprimir y oprimir a la
clase desposeída de los medios de producción. De ahí que su actitud soberbia,
prepotente y arrogante es la
expresión de esa impotencia que los
poderosos sienten que poco a poco les están arrebatando el poder y se están poniendo en peligro sus intereses
de clase.
Además, el
descalabro político de la clase dominante ha sido también por la ambición y la
corrupción desmedida de la que
han practicado en los últimos 30 años en los que 20 le corresponden al partido ARENA Y 10 AL FMLN,
que sin ninguna consideración ética ni moral saquearon las arcas del Estado dejando
a la población en las perores condiciones paupérrimas de vida. Mientras que la clase política del país de daba la gran vida con los
impuestos del pueblo salvadoreño.
Entonces lo
que se tiene en el país, no es un simple conflicto jurídico, ni un enfrentamiento por el Covid-
19; es sencillamente el enfrentamiento entre un poder nuevo que está emergiendo
y otro que está feneciendo o como lo
expresó hace muchos años Bertold Brech “las crisis se producen cuando lo viejo
no termina de morir y lo nuevo no
termina de nacer” y esta crisis ¿Cuándo va a terminar? Sencillamente cuando una de las fuerzas en
contienda venza y se imponga a la otra y esto será en las elecciones del 2021,
aunque hay que decirlo que la lucha continuará sin cesar hasta que una fuerza haya liquidado por
completo a la otra. Pues es aquí en donde se expresa la dialéctica del
movimiento y del cambio, no se puede dar por sentado algo, porque las
contradicciones que son el motor del
cambio continuará su mecha
interminable.
En la
sociedad al igual que en todos los aspectos de la vida, las contradicciones
siempre van a estar presentes y el
cambio queramos o no este siempre se va a producir esto no es un invento sino
que es una ley que ha persistido desde que el hombre tiene conciencia.
Hay que
destacar que la, la crisis es un
fenómeno que invade todos los aspectos
de la vida de una sociedad o de
un sistema ya que al ser parte de esa totalidad todas están interrelacionadas
de modo que no podemos hablar de una crisis
de la economía, la educación, la salud, los valores, la ciencia, la
administración de justicia sino que además está en crisis el poder.
Pero además,
es una crisis de la existencia misma. En esta crisis como podemos observar, hay una lucha entre el
mercado y la vida, los que propugnan o defienden la apertura de la
economía están interesados en sus
negocios, sus ganancias, la vida está en segundo plano, para estos sectores
(Empresa privada) la vida tiene poca o nada de importancia.
Mientras que los que defienden la vida y la colocan por encima de los más altos valores, consideran el dinero en segundo
plano, esto nos puede dar una idea clara que en esas dos concepciones están
implícitos los intereses de clase. Esas
dos maneras de ver el mundo están también en un franco y abierto enfrentamiento que se expresa en la
lucha entre lo viejo y lo nuevo. Pero que tiene como sustento la crisis del
poder político que expresa sin lugar a dudas los intereses económicos de la gran burguesía nacional.
San
Salvador, 24 de mayo de 2020
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