LA CARA OCULTA DE EVALUACIÓN EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
Todos los
que de alguna manera u otra estamos involucrados en el quehacer educativo tenemos una idea de la evaluación. Bien o mal esta idea orienta los procesos de evaluación en
correspondencia con ese marco de ideas, valores, creencia y experiencias que cada uno ha ido asimilando
de la misma.
En nuestros
días en casi todo el sistema educativo se desarrolla una práctica inexacta de la evaluación. La mayor parte de docentes
confunde los términos medir con evaluar
y como resultado de eso se genera un conflicto entre docente y alumnos. Conflicto que a pesar de que es ya bastante antiguo sobre todo en las Universidades sigue
teniendo mucha vigencia. Más que todo en los periodos de finalización de ciclo
en el que los docentes determinan quién aprueba o reprueba el ciclo.
Empero en
este artículo no se abordará la polémica
de la evaluación del aprendizaje en la
Educación Superior sino más bien develar el lado oscuro, enigmático y
pérfido de las prácticas evaluativas que a menudo se desarrolla en la
Universidad,
Hay que
destacar que las prácticas evaluativas no tienen nada de inocentes a no ser por los que las llevan a cabo y
quienes las reciben; por lo demás, es toda una estrategia que se oculta para
calificar a unos y descalificar a otros, para incluir a unos y excluir a otros.
De ahí que
por más neutrales que nos la quieran presentar, la evaluación es un instrumento
que tiene un alto contenido económico,
político, social, psicológico e
ideológico. A este respecto plantea Francisco Gutiérrez[1]
“los exámenes –en variedad incalculable—no son sino instrumentos legalizados de
selectividad. . . en la larga historia
de la educación, los estudiantes son probados, medidos, analizados,
clasificados y segregados.
Este es en
concreto el objetivo primordial de los exámenes cualquiera que sea su modalidad
y propósito. En este mismo orden de ideas Gutiérrez[2]
plantea que lo importante respecto a la selectividad escolar no en tanto comprobar; por lo
tanto, los exámenes no son más un
instrumento donde se promueven a los más aptos
y se desechan a los más débiles.
Por otro
lado, la evaluación del aprendizaje es al mismo tiempo un recurso que emplean
muchos docentes para evitar ser cuestionados por los estudiantes o para ocultar su incapacidad en el dominio de
la asignatura que imparte ósea es un instrumento de represión que de cualquier
manera condiciona la conducta del alumno o alumna.
Pero más
allá de la selectividad, exclusión
y los
grados de segregación que produce la evaluación del aprendizaje en la Universidad.
Se han preguntado los docentes de la
Universidad de El Salvador ¿Cuál es el contenido ideológico, social,
psicológico, pedagógico y técnico de la evaluación que ellos desarrollan en el
aula con sus alumnos y alumnas? Veamos algunos elementos.
LO
IDEOLOGICO.
Evaluar significa valorar, emitir un juicio de acuerdo con un marco de valores
que lejos de ser objetiva y neutral está
impregnada de los valores y la cultura de la clase que ostenta el poder económico,
político e ideológico de la sociedad.
Por otro lado, las prácticas evaluativas se
inscriben además, en un marco teórico concreto que refleja y responde a los
intereses de la clase social que ha organizado la sociedad con ese
poder que ellos ostentan. En este caso el marco teórico desde donde se abordan todas las
prácticas evaluativas es el marco teórico del positivismo – funcionalismo que
trasladadas al plano educativo se transforman en: conductismo, neo conductismo,
reforzamiento, condicionamiento operante, premio y castigo etc., Ahora bien, ¿Cómo se expresa en la práctica esta teoría en las
prácticas evaluativas? En primer lugar
hay un extendida tendencia a cuantificar
el rendimiento académico de los alumnos y alumnas en la que después de
impartido determinados contenidos necesariamente
hay que realizar un examen y verificar cuantos aprobaron y cuantos reprobaron;
esta práctica que es común en la Universidad busca medir la cantidad de
conocimientos adquiridos de ese fragmento de la realidad estudiada. Además, de
que es una evaluación fragmentada, es superficial y se queda en el primer nivel de conocimiento
sin trascender a nivel lógico ni cualitativo del conocimiento como lo es la
construcción de conceptos, categorías y
teorías científicas. Esta concepción de evaluación olvida que toda evaluación se inscribe dentro de una
totalidad y como tal tiene dos facetas:
una cuantitativa y una cualitativa; no obstante, dichas prácticas se quedan
nada más a medir, cuantificar datos que por sí solos no reflejan el progreso o retroceso de los
estudiantes.
Por lo tanto, la única función del docente es
la de medir, cuantificar los porcentajes de conocimiento adquirido por los
alumnos y alumnas. Ahora bien, sí el
docente sólo se queda a medir y observar la conducta de los educandos ¿Qué sucede
con la conducta no observable de los estudiantes? ¿Cómo puede saber el docente
cuanto han aprendido acerca de los principios, valores que es quizás lo más
importante para la educación y sociedad? Al dejar de lado estos aspectos se
está ocultando el verdadero significado de la evaluación y por ende se impide el conocimiento de la
realidad como un todo.
LO SOCIAL.
La
evaluación no la podemos analizar al margen de los problemas del fracaso
académico, la deserción de los estudiantes
de la Universidad y la migración a otras Universidades tiene mucho que
ver cómo se lleva a cabo el proceso de
evaluación del proceso de enseñanza aprendizaje.
Hay que
destacar que la Universidad como
institución históricamente acreditada tiene un enorme poder ya que aquellos
sujetos que no han logrado coronar una carrera se ven imposibilitados para
ascender en la escala social y por lo
tanto, son segregados, marginado y lanzados a la calle a su propia suerte.
Cuando
en la Universidad hay altos
porcentajes de alumnos, alumnas reprobadas
y tasas elevadas de deserción; las autoridades deberían de preguntarse
¿Quién ha fracasado? ¿Los alumnos y alumnas?
¿Los alumnos menos aptos? ¿La
Universidad como institución responsable? ¿La sociedad que ha delegado en la
Universidad la responsabilidad de formar hombres y mujeres educados en el buen
sentido de la palabra? ¿Ha triunfado la Universidad como institución selectiva?
¿Los alumnos no sirven para la Universidad
o la Universidad no sirve para los alumnos y la sociedad?
Cuándo hay
altos porcentajes de reprobados en la Universidad ¿Han fracasado los alumnos y
alumnas o han fracasado los docentes? Habría que preguntarse sí los docentes están
preparados científica y pedagógicamente bien para asumir el papel de docentes
de la Educación Superior.
Es necesario que la Universidad se someta a un análisis serio y responsable sobre
las curriculas de cada una de las Facultades (La formación de los docentes, Estrategias
docentes, organización del proceso enseñanza aprendizaje, sistemas de
evaluación, etc.,)
PSICOLOGICO.
La
experiencia de muchos años me ha servido para lograr comprender que las
prácticas evaluativas que se realizan en la Universidad son clasificadoras y etiquetadoras. Por un lado están los alumnos buenos y por el
otro están los malos. Consciente o inconscientemente los maestros clasificamos
a los alumnos sin percatarnos del daño psicológico que se les causa a los estudiantes. De manera, inconsciente los docentes aplican
el darwinismo social en la que el más apto sobre vive en detrimento del más
débil.
Pero lo más, pérfido de tal cuestión es que en
la mayoría de los casos se etiquetan a los estudiantes sin tener la suficiente
información para ello o a veces sólo porque
no es del agrado del docente. Conozco un
caso en el que el docente le dice al alumno “Tú te vas a quedar aplazado, el
alumno pregunta por qué profesor,
responde el docente, porque me caes mal, así que es mejor que retires la materia”.
Este
ejemplo, es común en casi todas las Universidades, pareciera que esa es específicamente la única función de los docentes. Se olvidan que
nuestra misión es ayudar a que el alumno salga adelante, tanto, a
los brillantes como a los que lo son.
Los que en
alguna medida hemos estudiado un poco de psicología en las respectivas carreras
estamos conscientes de la importancia que tienen para todos los seres humanos
el concepto que los demás tengan de nosotros. Esto mismo ayuda a que nosotros
mismos tengamos un auto -concepto positivo para lograr las metas que nos
proponemos.
Esta
situación sucede en el hogar, si los padres al niño o niña le repiten todos los
días que son tontos, ellos terminarán
aceptando que lo son. Nada más dañino y perjudicial para el alumno y alumna que los docentes basen
su metodología en la discriminación y el
etiquetamiento de los alumnos.
Por otro lado, hay que mencionar que
desde fases muy tempranas los niños y niñas tienen la necesidad de
llevar acabo sus metas y la educación
como tal debe posibilitar el desarrollo
de esas realizaciones, conocerse a sí mismo
y de esa manera ir configurando
su propio auto concepto y su propia autoestima.
Sin embargo, este proceso sólo se puede lograr en la medida en que la
educación y la evaluación creen las condiciones necesarias para lograr esos
objetivos.
Ahora bien,
se ¿han preguntado los docentes de la Universidad el daño que les causan a los
estudiantes cuando la evaluación la basan prácticas discriminadoras,
etiquetadoras y excluyentes? Esto nos debe llevar a tomar consciencia que
asumir el papel de docentes no es una tarea sencilla como muchos creen, pues la
sociedad le ha dado la responsabilidad a la Universidad no sólo de formar hombres y mujeres técnicamente bien preparados sino
hombres y mujeres cultos, educados y
comprometidos con la transformación de la sociedad. En este contexto los
docentes como empleados de la Universidad debemos asumir una conducta más
humana y más consciente del papel que nos toca desempeñar y la responsabilidad para con la sociedad.
LO
PEDAGÓGICO.
Sabemos que
la evaluación es uno de los aspectos más álgidos del proceso de enseñanza
aprendizaje. Que es el punto de desencuentro entre los docentes y alumnos, que
es sin lugar a dudas el eterno enfrentamiento entre docentes y alumnos, y que
se debe de buscar una estrategia para superar un fenómeno que ya se ha vuelto
crónico en todas las instituciones del sistema educativo.
No cabe la
menor duda que la educación y la evaluación se inserta en un proyecto educativo que responde a unos
determinados intereses de un sociedad
concreta. Hay que destacar que en nuestro sistema educativo incluyendo la
Universidad los alumnos y alumnas sólo
aprenden aquello que se habrá de examinar, es decir, datos de modo que, los
demás aspectos del conocimiento no tienen mayor importancia. Obviamente esto
tiene mucho que ver con la forma o manera como está organizado el currículo de
cada carrera y el perfil de hombre y
mujer que se desee formar. Desde esta
perspectiva tanto los docentes como los alumnos terminan en un círculo vicioso,
en la que lo único que interesa es la
calificación que los acredita o
promueve a otro nivel.
El
desconocimiento de la evaluación por parte del docente lo lleva a realizar una práctica evaluativa que la mayoría de los
casos las utiliza como recurso de amenaza, represión y para ocultar la mediocridad.
LO TÉCNICO
DE LA EVALUACIÓN.
Nadie duda
de la necesidad de la evaluación en el proceso de enseñanza aprendizaje, pero
la evaluación no como instrumento punitivo, castigador sino como un medio para
determinar los progresos, avances, las dificultades y retrocesos de los alumnos en su proceso de
formación.
Estamos
conscientes de la importancia de los
diferentes instrumentos técnicos que deben utilizarse para medir los avances y
alcances del aprendizaje adquiridos por los alumnos y alumnas. Sin embargo,
dichos instrumentos deben ser acreditados, discutidos, consensuados y confiables a la hora de administrarlos. Para
que dicha acreditación sea confiable es necesario que participen los
directamente involucrados en el proceso de enseñanza aprendizaje. En este caso
los alumnos y los docentes. Obviamente existen una infinidad de instrumentos
técnicos de los que se puede apropiar el docente para volver más eficiente el
proceso de aprendizaje de los alumnos (Exámenes, listas de cotejo, trabajos ex
– aula, ensayos, monografías etc., entre otros); sin embargo, en la actualidad
el recurso más utilizado es el examen. El cual por más rigurosamente elaborado
que esté no resuelve el problema de la calidad de la educación.
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