lunes, 6 de octubre de 2025

 


                                 RESUMEN DEL ENSAYO “LA EDUCACIÓN ACTUAL Y EL MUNDO DE LA                                                                               PSEUDOCONCRECIÓN”

Por: MSc. José Israel Ventura

El ensayo plantea una reflexión profunda sobre la crisis espiritual, moral y cognitiva de la educación contemporánea, inspirándose en el pensamiento dialéctico de Karel Kosík. El autor parte de una constatación contundente: nunca antes la humanidad tuvo tanto acceso a la información y, sin embargo, nunca estuvo tan confundida y superficial. En este contexto, la educación ha dejado de ser un instrumento de liberación para convertirse en un mecanismo de adaptación al sistema económico, político y mediático que domina la conciencia social.

Según Kosík, la pseudoconcreción es el mundo de las apariencias: las cosas parecen concretas y reales, pero en verdad son falsas concreciones que ocultan las estructuras profundas de la realidad. En ese sentido, la escuela moderna vive atrapada en la superficie del fenómeno educativo: enseña datos, habilidades y competencias, pero no forma pensamiento crítico ni conciencia histórica. El conocimiento se reduce a información fragmentada y la reflexión cede su lugar a la repetición mecánica.

La dialéctica de lo concreto, núcleo del pensamiento kosikiano, propone comprender la realidad en su movimiento, en sus contradicciones y totalidad. Aplicada a la educación, implica ir más allá de lo inmediato y visible para descubrir la esencia humana y social del aprendizaje.

 Sin embargo, la pedagogía actual, dominada por la lógica del mercado y la tecnología, se ha convertido en una vitrina brillante pero vacía: una educación sin pensamiento, una enseñanza sin conciencia y un aprendizaje sin comprensión.

El autor denuncia que el sistema educativo ha sustituido la formación del ser por la producción del “recurso humano”. La escuela ya no educa para la libertad, sino para la funcionalidad. Los estudiantes son vistos como consumidores de contenidos y los docentes como simples ejecutores de programas.

 La tecnología educativa y las modas pedagógicas —como la gamificación o las competencias del siglo XXI— son, en muchos casos, simulacros que aparentan modernidad, pero ocultan una profunda crisis de sentido.

En este mundo de apariencias, los estudiantes viven bajo la ilusión del conocimiento inmediato. Saturados de datos y estímulos, confunden información con sabiduría y opinión con pensamiento.

La sociedad del espectáculo (Debord) y la sociedad del cansancio (Byung-Chul Han) los transforman en espectadores pasivos que aprenden a obedecer más que a comprender. La educación, lejos de emancipar, termina domesticando conciencias, como advirtió Paulo Freire, convirtiéndose en un aparato ideológico que reproduce la estructura del poder.

El fenómeno de la intoxicación informativa es otro signo del mundo pseudoconcreto: abundan los mensajes, pero escasea la comprensión.

Los medios y las corporaciones tecnológicas —siguiendo el análisis de Chomsky— fabrican consenso, moldean la opinión pública y producen una ignorancia planificada. La escuela, en lugar de resistir este dominio simbólico, muchas veces lo reproduce, alineando sus programas con los intereses del mercado y los poderes fácticos.

Frente a esta realidad, el autor contrapone dos modelos de enseñanza:

La educación domesticadora, que adiestra al individuo para adaptarse, mantiene la obediencia y perpetúa la alienación; y la educación emancipadora, que busca despertar la conciencia crítica, enseñar a pensar la complejidad (Morin) y promover la praxis transformadora (Freire y Kosík).

Solo esta última puede liberar al ser humano de la tiranía de las apariencias, ayudándolo a descubrir la verdad detrás del simulacro.

El ensayo culmina proponiendo una “pedagogía de la concreción”, una educación que parta de la vida real, conecte el fenómeno con la esencia y devuelva al conocimiento su función humanizadora. Educar no debe significar acumular información, sino aprender a mirar críticamente el mundo para transformarlo. El maestro debe recuperar su papel de guía ético e intelectual; el estudiante, su condición de sujeto activo y creador de conocimiento.

Finalmente, Ventura afirma que educar dialécticamente es pensar para ser y educar para despertar. En tiempos donde la apariencia domina la verdad y la velocidad sustituye a la reflexión, enseñar a pensar es un acto de resistencia. Solo una educación que recupere la profundidad del pensamiento y la dignidad del ser humano podrá devolver sentido al aprendizaje y esperanza a la sociedad.

 

                                                          SAN SALVADOR, 6 DE OCTUBRE DE 2025

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