martes, 19 de agosto de 2025

 

ANALISTAS BUFONES Y MEDIOS MERCENARIOS: LA MISERIA INTELECTUAL DE LA OPOSICIÓN

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN

La política salvadoreña atraviesa un momento de definiciones históricas. El oficialismo mantiene un nivel de aceptación popular sin precedentes, mientras que la oposición se encuentra sumida en un estado deplorable, sin rumbo, sin brújula, sin voz ni representación legítima. Aquellos partidos que durante décadas gobernaron y saquearon al país —ARENA y FMLN— hoy son apenas cascarones vacíos, réplicas grotescas de lo que un día fueron, aunque lo que fueron tampoco fue digno de recordar con orgullo: corrupción, pactos oscuros, enriquecimiento ilícito y una democracia de papel que jamás respondió a las necesidades de la gente.

Hoy, la oposición no solo carece de líderes respetables y propuestas serias, sino que además se hunde en una mezcla de ridiculez y desesperación. No tienen proyecto político que ofrecer, no tienen bases populares sólidas, no poseen medios de comunicación que gocen de credibilidad, ni recursos económicos suficientes para financiar campañas. Sus dirigentes repiten los mismos discursos cansinos de siempre, con analistas bufones que solo sirven para dar lástima en programas de opinión o para alimentar redes sociales con retórica vacía.

El estado actual de la oposición salvadoreña es más que un síntoma: es la consecuencia directa de su propia historia de traiciones, pactos con pandillas, corrupción institucionalizada y desprecio hacia el pueblo. La ciudadanía ya los despojó de toda legitimidad y, sin embargo, ellos insisten en seguir posando como actores políticos, cuando lo que en realidad representan es la decadencia absoluta.

1. UNA OPOSICIÓN SIN RUMBO NI BRÚJULA

La oposición se ha convertido en un barco a la deriva. No existe un plan de nación, ni un proyecto ideológico, ni siquiera un intento coherente de conectar con la realidad de los salvadoreños. Se limitan a criticar todo lo que hace el gobierno, aunque en la práctica carecen de propuestas alternativas.

La política, para ellos, se ha reducido a un espectáculo mediático de lamentos y descalificaciones, sin contenido ni visión estratégica. Lejos de ser un contrapeso constructivo, la oposición se asemeja a un grupo de náufragos que, en medio del océano, se pelean entre sí por un pedazo de tabla podrida.

2. LA AUSENCIA DE LÍDERES POTABLES

Uno de los síntomas más evidentes de la decadencia de la oposición es la falta de liderazgos auténticos. Los actuales dirigentes son figuras recicladas, personajes con un pasado manchado por la corrupción, el nepotismo o la incapacidad. Ninguno logra despertar credibilidad en la población, ni dentro ni fuera de sus partidos.

Lo más grave es que los pocos cuadros jóvenes que intentan abrirse paso terminan repitiendo los mismos vicios de sus antecesores: discursos huecos, gestos teatrales y oportunismo político. En consecuencia, no existe en el horizonte un líder potable que pueda aglutinar a la población inconforme, porque el pueblo ya aprendió a desconfiar de quienes tanto daño hicieron en el pasado.

3. LA QUIEBRA ECONÓMICA Y LA FALTA DE ESTRUCTURA

El dinero siempre fue el motor de los partidos tradicionales. Durante años vivieron de la corrupción, de los sobresueldos, de las privatizaciones amañadas y de pactos con sectores oscuros del poder económico. Hoy, despojados de esas fuentes de financiamiento, sus estructuras colapsan. No tienen fondos para montar campañas, pagar propaganda o sostener la maquinaria partidaria.

El resultado es evidente: sedes partidarias abandonadas, militancia desmoralizada y un aparato electoral que se reduce cada vez más a un puñado de nostálgicos. La falta de recursos económicos ha dejado al desnudo su verdadera debilidad: nunca tuvieron un respaldo popular genuino, sino apenas un ejército de clientelismo pagado.

4. MEDIOS BUFONES Y ANALISTAS ESTULTOS

A la crisis política y económica se suma la pobreza intelectual. La oposición no cuenta con analistas serios ni medios pensantes. Lo que tienen es un coro de opinólogos mercenarios que repiten clichés, insultos y lugares comunes sin aportar nada sustancial al debate nacional.

Estos personajes, lejos de fortalecer a la oposición, la hunden más en el ridículo.

 Sus comentarios destilan odio, resentimiento y frustración, pero carecen de objetividad y de rigor intelectual. El pueblo, cansado de escuchar las mismas voces sin sentido, los ignora o se burla de ellos en redes sociales. La oposición, entonces, se convierte en sinónimo de circo, de payasada y de decadencia.

5. UNA OPOSICIÓN SIN FUTURO ELECTORAL

La suma de todos estos factores —ausencia de liderazgo, falta de proyecto, quiebra económica y carencia de intelectuales serios— conduce inevitablemente a un resultado: la oposición no tiene ninguna probabilidad de éxito en las próximas elecciones. El pueblo no confía en ellos, sus estructuras se desmoronan y sus discursos no conectan con la realidad nacional.

Lo que en el pasado fue un bloque de poder capaz de manipular instituciones, hoy es apenas un vestigio. ARENA y FMLN, otrora enemigos acérrimos, hoy son compañeros de ruina, condenados al olvido por un pueblo que no perdona la traición y el saqueo. Su destino es el cementerio político.

CONCLUSIÓN

La oposición salvadoreña atraviesa un estado deplorable que no tiene precedentes en la historia reciente del país. Sin rumbo, sin líderes, sin proyecto, sin dinero y sin intelectuales de peso, se han convertido en un cadáver político que insiste en moverse, aunque el pueblo ya lo dio por muerto. La decadencia que padecen no es producto de la casualidad, sino la consecuencia directa de décadas de corrupción, pactos oscuros y traiciones al pueblo.

El escenario actual no solo refleja su derrota electoral, sino su entierro moral y ético. La política en El Salvador avanza hacia nuevas formas de organización y representación, mientras que la vieja oposición se hunde en el pantano de la irrelevancia.

REFLEXIÓN FINAL

La historia política enseña que los pueblos castigan la traición y premian la coherencia. El Salvador decidió darle la espalda a ARENA y FMLN porque estos partidos simbolizan el fracaso, la corrupción y la mentira. Intentar resucitarlos es tan inútil como intentar devolverle la vida a un cadáver en descomposición.

El futuro del país ya no pasa por esas estructuras decadentes, sino por la construcción de nuevos liderazgos, nuevas ideas y nuevas formas de ejercer la política. La oposición, tal como la conocemos, está condenada al olvido. Su único legado será el de servir como advertencia a las futuras generaciones: ningún poder es eterno, y cuando se gobierna contra el pueblo, el pueblo termina enterrando a sus verdugos.

                      SAN SALVADOR, 19 DE AGOSTO DE 2025

 

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