LOS PADRES SOMOS LOS PRIMEROS GUARDIANES DE NUESTROS HIJOS
POR: MSc. JOSE ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En una época donde múltiples ideologías, intereses
comerciales y tendencias globales pretenden influir en la mente de los más
pequeños, es urgente recordar una verdad esencial: los hijos no pertenecen al
Estado, ni a las instituciones, ni a los medios de comunicación; pertenecen a
sus familias.
El cuidado y la formación de la infancia no es un asunto
menor, es una responsabilidad sagrada y moralmente intransferible. Los padres
deben ser los primeros educadores, protectores y orientadores hasta que los
hijos alcancen la madurez suficiente para tomar decisiones con criterio propio.
DESARROLLO
Los niños y adolescentes viven en un entorno saturado de
mensajes contradictorios: en redes sociales, en la televisión, en los sistemas
educativos y hasta en algunas campañas que, disfrazadas de “progreso” o
“inclusión”, buscan sembrar confusión y relativismo en la conciencia de los más
vulnerables.
Por eso, el papel de la familia se vuelve decisivo. Los
padres deben vigilar con amor y firmeza lo que se enseña en las escuelas, lo
que sus hijos consumen en internet y las ideas que intentan presentar como “verdades
absolutas”. Cuidar no es imponer; cuidar es acompañar, orientar y fortalecer su
pensamiento crítico para que, en el momento adecuado, ellos mismos elijan con
libertad, pero una libertad sustentada en valores y discernimiento.
La niñez y la adolescencia son etapas donde la mente y el
corazón están en plena formación. Pretender que un niño de ocho, diez o doce
años “decida por sí mismo” cuestiones profundas de identidad o moralidad es una
irresponsabilidad que puede marcarle de por vida. La verdadera libertad se
construye cuando existe una base emocional estable y una guía adulta
responsable.
El Estado, por su parte, tiene la obligación de proteger
a la infancia y garantizar una educación sana, libre de adoctrinamientos y
manipulaciones ideológicas, fortaleciendo la familia como núcleo de la
sociedad. Pero si el Estado falla, la familia no puede rendirse ni entregar su
misión. Ningún organismo internacional, partido político o corriente globalista
puede reemplazar el papel insustituible de un padre o una madre atentos y
amorosos.
CONCLUSIÓN
El futuro de una nación se juega en el alma de sus niños.
Dejarlos solos, expuestos a contenidos tóxicos, ideologías confusas o intereses
ajenos, es un abandono silencioso que puede destruir generaciones enteras.
Por eso, los padres deben mantenerse vigilantes,
informados y unidos, sabiendo que educar es mucho más que enviar a la escuela:
es formar conciencia, carácter y corazón.
La protección de la primera infancia, la niñez y la
adolescencia no es censura ni represión; es un acto de amor, de responsabilidad
y de defensa de la vida misma.
REFLEXIÓN FINAL
La libertad no consiste en dejar que el niño haga lo que
quiera, sino en prepararlo para que el día de mañana sepa elegir lo correcto.
Cuando los padres se involucran, los hijos crecen con
raíces fuertes y alas seguras.
Por eso, en un mundo que pretende borrar los límites,
debemos recordar con firmeza:
·
Educar no es
adoctrinar; cuidar no es controlar; proteger no es oprimir. Es amar con
conciencia y guiar con valor.
ESTE ES UN BREVE COMENTARIO DIRIGIDO A LOS PADRES DE
FAMILIA.
REFERENCIAS
1.
Freire, P.
(1996). Pedagogía de la autonomía. Siglo XXI Editores.
2.
Frankl, V.
(2004). El hombre en busca de sentido. Herder.
3.
Fromm, E.
(1982). El arte de amar. Paidós.
4.
UNICEF.
(2019). La protección integral de la infancia y adolescencia. Naciones Unidas.
SAN SALVADOR, 4 DE OCTUBRE DE 2025
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