LA URGENTE NECESIDAD DE DEVOLVERLE EL HUMANISMO A LA EDUCACIÓN ODONTOLÓGICA.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA,
INTRODUCCIÓN
Encontrarse con antiguos estudiantes en un espacio
público y compartir con ellos un café puede parecer, a simple vista, un acto
cotidiano. Sin embargo, cuando ese encuentro se convierte en un espejo del
pasado y del presente de una institución, el momento adquiere un valor
profundamente simbólico. En este caso, el diálogo con estudiantes de la
Facultad de Odontología de la Universidad de El Salvador (UES) no solo despertó
recuerdos de décadas de trabajo docente, sino que también reveló la permanencia
de prácticas pedagógicas que atentan contra la formación integral, la dignidad
del alumnado y la misión universitaria.
La crítica que los jóvenes expresaron no es nueva:
métodos memorísticos, humillaciones públicas, exámenes diseñados para reprobar,
ausencia de humanismo y, más grave aún, el temor a denunciar por miedo a
represalias. El hecho de que estas denuncias coincidan con lo que ya ocurría en
el pasado indica que los vicios de la docencia no se han erradicado, sino que
se han perpetuado, poniendo en cuestión la capacidad de la institución para
renovarse en beneficio de los estudiantes y del país.
LA PERPETUIDAD DE LOS VICIOS DOCENTES
La queja central de los alumnos gira en torno a una
docencia autoritaria y carente de sentido pedagógico. Pedir a un estudiante que
memorice cientos de diapositivas para luego exigirle el análisis puntual de una
sola no constituye un ejercicio formativo, sino un acto de poder. Según Paulo
Freire (1970), este tipo de prácticas responde a la llamada “educación
bancaria”, donde el docente deposita información y el estudiante debe repetirla
sin sentido crítico. Lejos de promover el aprendizaje significativo, esta
metodología solo fomenta la frustración y la deserción.
Además, los relatos sobre humillaciones verbales, frases
como “calladitos se ven más bonitos” o la calificación en función de prejuicios
personales o de género, reflejan no solo un déficit pedagógico, sino también un
problema ético y humano. La docencia no puede ni debe convertirse en un
ejercicio de poder despótico, sino en un acompañamiento responsable que
facilite el desarrollo profesional y humano.
LA PÉRDIDA DEL HUMANISMO EN LA FORMACIÓN ODONTOLÓGICA
Otro aspecto preocupante es la reducción drástica de las
ciencias sociales dentro del currículo. Estas materias, en su momento, ofrecían
un contrapeso a la visión meramente técnica, permitiendo que el odontólogo en
formación comprendiera el contexto social, político y ético de su profesión.
Eliminar o minimizar este componente equivale a formar técnicos sin conciencia
social, reproduciendo una educación instrumental que no responde a las
necesidades de un país con profundas desigualdades.
Autores como Morin (1999) recuerdan que “una educación
que no enseñe la condición humana será incapaz de afrontar los desafíos del
presente”. En este sentido, formar profesionales sin humanismo no solo degrada
la calidad de la educación superior, sino que atenta contra el ideal de universidad
crítica y transformadora.
LA CULTURA DEL SILENCIO Y EL MIEDO
Particularmente alarmante es la cultura del miedo que
impera entre los estudiantes: quien se queja es castigado, marginado o aplazado
deliberadamente. Esta dinámica reproduce lo que Foucault (1975) describe como
el ejercicio del poder disciplinario, donde los sujetos internalizan la
obediencia por temor a la sanción. Una facultad donde se calla por miedo no
puede ser llamada un espacio de libertad académica.
La consecuencia de ello es clara: muchos estudiantes, en
lugar de resistir, optan por abandonar la institución y migrar hacia
universidades privadas, aunque ello implique mayores costos económicos. Se
genera así una paradoja: la universidad pública, llamada a ser la casa del
pueblo y garante de la democratización del conocimiento, expulsa a quienes deberían
ser sus principales beneficiarios.
CONCLUSIÓN
La situación narrada por los estudiantes refleja una
profunda crisis pedagógica, ética y humanista en la Facultad de Odontología. La
permanencia de prácticas autoritarias, la reducción de las ciencias sociales,
el desprecio por la formación integral y la cultura del miedo constituyen
síntomas de una decadencia institucional que no puede seguir ocultándose.
Recordar que estos problemas existían desde hace décadas y que aún persisten
hoy debe ser una llamada de atención urgente para transformar la docencia
universitaria en un verdadero ejercicio de libertad, respeto y compromiso
social.
REFLEXIÓN FINAL
La universidad no puede ser un espacio de humillación ni
de autoritarismo, sino un lugar donde se cultiven el pensamiento crítico, la
autonomía y la dignidad. La docencia es una vocación que exige disciplina, pero
también humildad y sensibilidad humana. Mientras no se enfrente con valentía a
los docentes que se creen “dueños absolutos del conocimiento”, la universidad
continuará reproduciendo un modelo obsoleto que solo genera frustración.
Decía Freire (1970): “La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Si los estudiantes se ven sometidos al miedo, al silencio y a la humillación, entonces la universidad traiciona su misión histórica. Recuperar el humanismo, denunciar los abusos y revalorizar las ciencias sociales son pasos indispensables para que la Facultad de Odontología deje de ser, como la describieron los estudiantes, una “misión imposible”, y vuelva a ser un verdadero espacio de formación crítica y emancipadora.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
1.
Freire, P.
(1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.
2.
Foucault, M.
(1975). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.
3.
Morin, E.
(1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.
SAN SALVADOR, 3 DE OCTUBRE DE 2025
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