viernes, 3 de octubre de 2025



 LA URGENTE NECESIDAD DE DEVOLVERLE EL HUMANISMO A LA EDUCACIÓN ODONTOLÓGICA.

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA,

INTRODUCCIÓN

Encontrarse con antiguos estudiantes en un espacio público y compartir con ellos un café puede parecer, a simple vista, un acto cotidiano. Sin embargo, cuando ese encuentro se convierte en un espejo del pasado y del presente de una institución, el momento adquiere un valor profundamente simbólico. En este caso, el diálogo con estudiantes de la Facultad de Odontología de la Universidad de El Salvador (UES) no solo despertó recuerdos de décadas de trabajo docente, sino que también reveló la permanencia de prácticas pedagógicas que atentan contra la formación integral, la dignidad del alumnado y la misión universitaria.

La crítica que los jóvenes expresaron no es nueva: métodos memorísticos, humillaciones públicas, exámenes diseñados para reprobar, ausencia de humanismo y, más grave aún, el temor a denunciar por miedo a represalias. El hecho de que estas denuncias coincidan con lo que ya ocurría en el pasado indica que los vicios de la docencia no se han erradicado, sino que se han perpetuado, poniendo en cuestión la capacidad de la institución para renovarse en beneficio de los estudiantes y del país.

LA PERPETUIDAD DE LOS VICIOS DOCENTES

La queja central de los alumnos gira en torno a una docencia autoritaria y carente de sentido pedagógico. Pedir a un estudiante que memorice cientos de diapositivas para luego exigirle el análisis puntual de una sola no constituye un ejercicio formativo, sino un acto de poder. Según Paulo Freire (1970), este tipo de prácticas responde a la llamada “educación bancaria”, donde el docente deposita información y el estudiante debe repetirla sin sentido crítico. Lejos de promover el aprendizaje significativo, esta metodología solo fomenta la frustración y la deserción.

Además, los relatos sobre humillaciones verbales, frases como “calladitos se ven más bonitos” o la calificación en función de prejuicios personales o de género, reflejan no solo un déficit pedagógico, sino también un problema ético y humano. La docencia no puede ni debe convertirse en un ejercicio de poder despótico, sino en un acompañamiento responsable que facilite el desarrollo profesional y humano.

LA PÉRDIDA DEL HUMANISMO EN LA FORMACIÓN ODONTOLÓGICA

Otro aspecto preocupante es la reducción drástica de las ciencias sociales dentro del currículo. Estas materias, en su momento, ofrecían un contrapeso a la visión meramente técnica, permitiendo que el odontólogo en formación comprendiera el contexto social, político y ético de su profesión. Eliminar o minimizar este componente equivale a formar técnicos sin conciencia social, reproduciendo una educación instrumental que no responde a las necesidades de un país con profundas desigualdades.

Autores como Morin (1999) recuerdan que “una educación que no enseñe la condición humana será incapaz de afrontar los desafíos del presente”. En este sentido, formar profesionales sin humanismo no solo degrada la calidad de la educación superior, sino que atenta contra el ideal de universidad crítica y transformadora.

LA CULTURA DEL SILENCIO Y EL MIEDO

Particularmente alarmante es la cultura del miedo que impera entre los estudiantes: quien se queja es castigado, marginado o aplazado deliberadamente. Esta dinámica reproduce lo que Foucault (1975) describe como el ejercicio del poder disciplinario, donde los sujetos internalizan la obediencia por temor a la sanción. Una facultad donde se calla por miedo no puede ser llamada un espacio de libertad académica.

La consecuencia de ello es clara: muchos estudiantes, en lugar de resistir, optan por abandonar la institución y migrar hacia universidades privadas, aunque ello implique mayores costos económicos. Se genera así una paradoja: la universidad pública, llamada a ser la casa del pueblo y garante de la democratización del conocimiento, expulsa a quienes deberían ser sus principales beneficiarios.

CONCLUSIÓN

La situación narrada por los estudiantes refleja una profunda crisis pedagógica, ética y humanista en la Facultad de Odontología. La permanencia de prácticas autoritarias, la reducción de las ciencias sociales, el desprecio por la formación integral y la cultura del miedo constituyen síntomas de una decadencia institucional que no puede seguir ocultándose. Recordar que estos problemas existían desde hace décadas y que aún persisten hoy debe ser una llamada de atención urgente para transformar la docencia universitaria en un verdadero ejercicio de libertad, respeto y compromiso social.

REFLEXIÓN FINAL

La universidad no puede ser un espacio de humillación ni de autoritarismo, sino un lugar donde se cultiven el pensamiento crítico, la autonomía y la dignidad. La docencia es una vocación que exige disciplina, pero también humildad y sensibilidad humana. Mientras no se enfrente con valentía a los docentes que se creen “dueños absolutos del conocimiento”, la universidad continuará reproduciendo un modelo obsoleto que solo genera frustración.

Decía Freire (1970): “La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Si los estudiantes se ven sometidos al miedo, al silencio y a la humillación, entonces la universidad traiciona su misión histórica. Recuperar el humanismo, denunciar los abusos y revalorizar las ciencias sociales son pasos indispensables para que la Facultad de Odontología deje de ser, como la describieron los estudiantes, una “misión imposible”, y vuelva a ser un verdadero espacio de formación crítica y emancipadora.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

1.      Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

2.      Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.

3.      Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.

 

 

         SAN SALVADOR, 3 DE OCTUBRE DE 2025

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