sábado, 20 de enero de 2018

QUE HABLEN LOS OPRIMIDOS, PORQUE LOS OPRESORES YA HABLARON. POR: MSc JOSÉ ISRAEL VENTURA


QUE HABLEN LOS OPRIMIDOS, PORQUE LOS OPRESORES YA HABLARON.
POR: MSc JOSÉ ISRAEL VENTURA

La historia de nuestro país desde la llegada de los españoles hasta nuestros días, es una historia de opresión, de sometimiento, de asesinato, de abuso, de atropello, de  mentiras, engaño, marginación y desprecio hacia nuestro pueblo.
En el camino se han quedado grandes hombres luchadores como Anastasio Aquino que opuso resistencia a la oligarquía criolla, Farabundo Martí, que siempre luchó junto a su pueblo para quitarle las cadenas que lo ataban, Feliciano Ama, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Jorge Shafif Handal, Melida Anaya Montes y muchos otros mas que se entregaron por la  liberación de nuestro pueblo. Es cierto ellos y ellas ya no están con nosotros pero cada día nos inspiran a continuar la lucha.
 Hoy es el día de que hablen:  los pobres, los hambrientos, los marginados, los descamisados, los encarcelados, los abandonados, los despreciados, los torturados, los desterrados, los exiliados, los analfabetos, los desempleados, los subempleados, los ignorados, los asesinados, los desaparecidos, los humillados, los incomprendidos  en una sola palabra los oprimidos.  
 A esos seres humanos que por larguísimos años el sistema capitalista y la oligarquía  los ha despreciado y humillado, a ellos y junto con ellos estoy yo.
 Pero eso sí contento porque llegó la hora de que hablemos los oprimidos, que digamos nuestra palabra, que expresemos nuestro mundo, conculcado por siglos de opresión, miseria, angustia y desesperación.
 Hoy vamos a hablar los pobres, los que solamente hemos tenido tiempo para trabajar y hacerle dinero al señor y cuidarles sus bienes que hace mucho tiempo nos fueron arrebatados por medio de leyes injustas, pero que ahora ellos los disfrutan.
 Se ha llegado el día de pedir cuentas, no sólo por el saqueo de nuestra patria, por el robo de nuestros bienes, por haber vendido nuestra soberanía,  sino por todos aquellos desaparecidos, torturados, asesinados, mutilados, por los miles y miles  de hombres y mujeres  que han muerto sin conocer siquiera “de donde viene el semen de sus vidas inmensamente amargas” (David Escobar Velado. Patria exacta), por los pobres más pobres de El Salvador.
 Porque hoy es el anuncio de la buena nueva, de una vida con dignidad, con respeto, sin asesinados, sin desaparecidos, sin torturados, sin perseguidos. 
Hoy se empieza a edificar verdaderamente nuestra patria, la patria de todos,  todas  y no la de unos pocos.
Hoy empezamos a ser verdaderos constructores de nuestra historia, hoy dejamos atrás más de 500 años de dependencia que nos impusieron los españoles y criollos, que nos atormentaron, nos cegaron, nos idiotizaron y luego nos pusieron la bota del opresor; pero hoy nacemos en medio de  una crisis que nos abate, nos destroza pero que nos hace fuertes pues la adversidad  fortalece y nos llena de coraje para construir y embellecer a esa patria a la que todos y todas amamos pero que debemos de cuidar para que renazca llena de frutos, de amor, paz, tranquilidad y hermandad y dignidad.
Durante miles de años los opresores nos impusieron el silencio, nos embrutecieron para que no entendiéramos el mundo de sus negocios, nos callaron no nos dejaron ser nosotros mismos, porque  ellos eran los mejores, los elegidos  y los que podían mandar y nosotros obedecer.
Cuando los opresores hablaron, hablaron   para construir su patria, su mundo, el mundo de la mentira, la hipocresía, el oportunismo, de la corrupción, el chantaje, nos enseñaron a bajar la cabeza cuando ellos hablaban, nos despojaron de todo, nos convirtieron en objetos, nos impusieron sus valores, sus costumbres, nos impusieron el miedo al cambio, nos educaron para   no preguntar, a no interrogar a dejar las cosas como estaban.
Pero en el camino los oprimidos fuimos  aprendiendo  y a quitarnos el miedo, a reponernos del susto y hoy nos encaminamos con fe, fuerza y coraje  hacia la construcción de una patria nueva y a conquistar nuestra libertad.


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